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Entrevista: El Ser Humano

“A nivel de música popular, el músico español más grande de todos los tiempos es Serrat”

El Ser Humano es el proyecto del valenciano Gonzalo Fuster, aunque ahora esté funcionando más como banda. Con ese nombre lleva publicados cuatro álbumes, el último de los cuales es 3 (Luscinia Records, 2016), pero cuenta con una trayectoria anterior integrando otros grupos como Ontario o Trinidad. En su música, como en su vida, El Ser Humano intenta salirse de los cauces más trillados, hacer lo que le gusta y disfrutar. Un tipo sorprendente que, a pesar de su fama de “rarito”, confiesa tener en un pedestal a Serrat, El Dúo Dinámico o los cantantes melódicos italianos.

Hablamos con Gonzalo Fuster sobre su larga carrera artística, sus ídolos, sus influencias musicales y literarias, su aversión por los tópicos y su inagotable sed de conocer. Una conversación muy interesante que puedes leer a continuación.

(La foto de El Ser Humano es obra de Juan Terol)

Empecemos, como suele decirse, por el principio. ¿Qué hacía Gonzalo Fuster antes de El Ser Humano?

Pues creo que fue allá por el 92 cuando me compré una Strato en una tienda de Denia. Ya tenía afición por tocar, me gustaba lo que hacían Deep Purple o Jimi Hendrix. Mi primer grupo fue algo después, en el 93, y curiosamente se llamaban Green Day, aunque no conocíamos al grupo americano. Luego en el 94 empezábamos con Los Tranquilos, nos llamábamos así porque tocábamos en Tranquilo Niebla en las horas previas a la apertura del local, nos dejaban ensayar mientras tanto. Hacíamos versiones de soul, básicamente soul blanco. De ahí pasamos a Los Vertigos, la primera banda con la que hice conciertos y grabamos maquetas. Éramos un power trío: Juanjo Frontera, Juan Terol y yo mismo. Nos definiría como una mezcla entre Television Personalities y Jonathan Richman. Juanjo y yo nos turnábamos tocando y cantando, aunque entonces no me preocupaba mucho de cantar bien. Estuvimos juntos hasta el 97 o el 98, y después empecé con Ontario. Coincidió con una época en la que me replanteé muchas cosas, la vida en general, y entré en una etapa un poco oscura. Eso se reflejó en la música de Ontario. Duramos hasta el 2000, pero no llegamos a grabar nada.

Después de Ontario hubo una época en la que prácticamente llegaste a abandonar la música, ¿cierto?

Cuando empecé a ver la luz, después de mi bajón anímico, no me apetecía seguir con esta intensidad oscura que tenía Ontario, me sentía como si estuviera actuando. Coincidió además que no me gustaba para nada la música que se estaba haciendo, tanto en Valencia como en España. Todo me sonaba igual, no había demasiada variedad. Reaccioné de una forma muy radical: no quise seguir en el juego, ni siquiera en el mío propio, y dejé de tocar. Tenía una guitarra acústica en casa y la cogía cada cuatro meses o así, pero no me apetecía hacer nada.

¿Y cómo se produce tu regreso?

Mi novia me animaba a ponerme en contacto con mis antiguos compañeros, aunque yo seguía sin muchas ganas. Pero hubo dos detonantes muy fuertes: el primero fue que sentía no haber llegado a grabar nada con Ontario, no tener ni siguiera un single de recuerdo; el segundo fue que empecé a ir a conciertos de otras bandas locales (durante mi “retirada” sólo iba a ver conciertos que me apetecían mucho, generalmente bandas internacionales) y vi que se lo pasaban tan bien que me daba cierta envidia. Luego en una boda coincidí con mis compañeros de Ontario y surgió la chispa de nuevo. Al final conseguimos grabar un disco, aunque seguía cantando mal y de alguna forma me arrepiento de ello. Después formé Trinidad con Javi (Galope), con un toque más folk.

Y de ahí ya a El Ser Humano.

Me apetecía hacer cosas por mi cuenta. Una vez me encontré muy a gusto otra vez con la música, salió esa necesidad de componer que había estado contenida durante tantos años. Explotó como una olla a presión, así que había muchas canciones que no cabían en Ontario ni en Trinidad, eran otro tipo de canciones, más libres. Además me apetecía montar algo para ir más ligero: guitarra acústica y voz, que pudiera defender mis canciones en solitario. Hablando un día con Dani Cardona, que nos había grabado a Ontario y Trinidad, le comenté que tenía canciones diferentes, otro rollo. Le pregunté si le interesaban, y le propuse que experimentara conmigo, que experimentáramos juntos en el estudio. Le pasé las canciones y produjo el primer disco.

Un primer disco del que no tienes muy buen recuerdo, ¿no?

Bueno, mi problema de entonces seguía siendo mi forma de cantar. Yo le decía a Dani que me apretara, que me forzara a mejorar mi forma de cantar, pero sigue sin gustarme. Creo que me gustaría volver a grabar las canciones, al menos las pistas de voz.

¿Por eso este último disco se llama 3? ¿Porque reniegas del primero?

No, qué va. Eso sería demasiado obvio. Me gusta dejar campo abierto a la imaginación.

¿Y el título del siguiente álbum, Pyla Pan, qué significa?

Pues son unas palabras que decía Alex (su hija) por entonces. Era muy pequeñita, empezaba a hablar y decía “pila pan”, que no sabíamos qué significaba pero hacía gracia. Cuando tuve que decidir qué título ponerle al segundo disco se me ocurrió ese.

Aquellos dos primeros discos los publicaste con Malatesta. Después de sacar Egresión recurriendo a la autoedición, para este 3 te has ido hasta Granada y has trabajado con Luscinia Discos. ¿Cómo llegas a ellos?

Tras mi paso por Malatesta y por la autoedición, siendo también consciente que las discográficas apuestan por músicos más rentables o por los que están enclaustrados en sus estrechas miras, había obviado el esfuerzo de preguntarles. En el pasado lo intenté y de diez correos solo uno respondió y fue un NO. Desconozco porqué, pero para este disco, probé a contactar con tres discográficas. Antes incluso de grabar el disco, simplemente enviando las maquetas muy germinales. Luscinia contestó y a partir de ahí nuestra relación y mi admiración por el sello y por Sarah Vacher, su responsable, no ha parado de crecer. He dado con una persona que pone amor supino en todo lo que hace, que tiene un catálogo ecléctico, arriesgado, personal. Es increíble que cuando toco en una ciudad donde hay otro músico de Luscinia acabemos siempre juntándonos para hablar de Sarah y dedicarle una foto con nuestras mejores sonrisas.

En resumen, Luscinia supone mucho apoyo y mucho respeto por nuestros trabajos, además de contar con un espíritu motivador como lo es el de Sarah.

Hemos hablado de los títulos de tus discos, todos tienen un por qué. Conociendo además la importancia que das a las letras, seguro que llamarte El Ser Humano también tiene una explicación.

Estaba pensando mucho en el nombre que ponerle al proyecto, fue cuando le estaba planteando a Dani grabar las canciones. Me propuso hacerlo con mi nombre real, pero no me gustaba, me parecía demasiado egocentrista, al menos en mi caso. Buscaba un nombre que no pareciese nombre de banda o de artista, que descolocara un poco a la gente. Por aquella época me interesaba mucho la filosofía y leía a Descartes, y cuando me encontré con su definición de “El Ser” me vino a la cabeza “El Ser Humano”. Luego he pensado alguna vez en cambiarlo, pero ahí sigue.

A mí me parece perfecto para lo que haces.

A mí también, pero a veces desde dentro pierdes un poco la perspectiva. Pero no eres el primero que me lo dices, gracias.

Para mí viene a significar que tus canciones hacen referencia a las cosas enormes de la Humanidad, pero partiendo de ejemplos pequeños, concretos. Buscar el orden dentro del caos, como decía Levi-Strauss, a quien precisamente dedicas una canción en el último disco.

Sí, es una de las cosas que decía Levi-Strauss. Como lector suyo, y fan de las matemáticas, sé que el caso tiene su propia teoría, y que siempre encierra un orden, efectivamente. Parece que la antropología y las matemáticas no tengan mucho que ver, pero la estadística es su nexo de unión. De hecho en todo hay matemáticas.

También en el ajedrez, otra disciplina de la que hablas en alguna canción. Las matemáticas, la antropología,… Tus intereses no son muy comunes entre los músicos.

Me pasa como con la música. No me interesa lo mismo de siempre, hablar de lo mismo que todo el mundo. Por supuesto que me gustan los Who, por ejemplo, me sé todas sus canciones, pero hay más cosas. Eso ya está hecho, pasemos página, ¡hagamos otras cosas!

Te van más las vías de servicio que las autopistas.

Sí, lo que no significa que me guste lo bizarro por lo bizarro. Caetano Veloso, por ejemplo, no es nada bizarro y no suele apreciarse toda su grandeza, al menos fuera de Brasil. Domenico Modugno, Mina…

No te hacía yo interesado en la música melódica italiana.

Sí, claro. Me interesa todo. Acabamos antes si te digo lo que no me interesa. No me interesa lo mismo de siempre, como te decía. La música melódica italiana tiene grandes intérpretes: Fabrizio De André, Adriano Celentano, Nicola Di Bari…

Y Battiato, con el que te comparo muchas veces por tus letras.

Es un halago. Battiato tiene canciones que sonaban en radiofórmulas, es mainstream, ir a sus conciertos cuesta ochenta pavos, pero si escuchas las letras  me parecen literatura de lo más sublime. El problema es que mi generación, digamos alrededor de los 40 años, se quedaron casi todos en los 90 y en el grunge. Si miro las canciones que cuelgan mis contactos en Facebook, casi todas son de los mismos grupos. Estamos funcionando de forma circular, de manera que incluso lo que se hace nuevo imita aquello. Además, imitando los defectos. Luego salen imitadores de los imitadores, y así estamos, en una espiral concéntrica. Me acuerdo de un estudio científico reciente que explicaba que las canciones son cada vez más homogéneas, con progresiones de acordes cada vez más similares y melodías más sencillas, una simplificación hacia algo homogéneo

Tú has buscado otro camino.

Al menos no es otra línea recta. A mí también me emparentarán con Syd Barrett, por ejemplo, pero al menos me salgo un poco de los caminos trillados, de los tópicos.

Es por eso que te interesas por Kevin Ayers, Robert Wyatt, el sonido Canterbury…

Bueno, eso ya me interesaba antes. Con Zappa llevo ya más de 20 años. Esos nombres que dices me parecen fundamentales, aunque la gente se sorprende de que escuche a Steve Reich, Can, La Monte Young… Pero no los estoy descubriendo ahora. Aunque sí que sigo siendo curioso y me gusta descubrir cosas nuevas, ahora por ejemplo me estoy metiendo en la música africana, de la que sólo conocía lo básico: Youssou N’Dour, Fela Kuti y poco más. Es fundamental tener curiosidad. Me flipa la gente joven a la que no le interesa escuchar nada más que lo actual y lo que ya conoce. Hay que escuchar el Pet Sounds, el Dark Side of The Moon, aunque sea para poder decir luego que no te gustan.

¿Cantas en castellano también como reacción a esa moda que empezó en los 90 de cantar en inglés?

Yo empecé cantando en inglés también por lo de siempre, porque mis grupos favoritos cantaban en inglés. Creo que es natural. Pero empecé a descubrir también a Carlos Berlanga, Radio Futura o El Último de la Fila, cuyos primeros discos me parecen brutales, y sobre todo si canto en castellano sería por Los Brincos y Vainica Doble. Pensé que se podía cantar en castellano y decir cosas interesantes. Además para cantar en inglés hay que dominar bien el idioma, hay mucho “wachiwei”.

Tus influencias musicales las hemos comentado. ¿Y para componer las letras, en qué te inspiras? ¿Cuáles son tus influencias en ese terreno?

Para las letras me puede influir cualquier cosa. Algo que veo en una película, o que escucho en una canción. Podría hablar de la literatura yanqui: Truman Capote, Dos Passos… Cuando los descubro pienso, ¿cómo pueden describir tanto con tan pocas palabras? Me fascinaba esa economía del lenguaje, conseguir que el lector rellene los huecos que dejan tus frases.

Si lo explicas todo, el oyente adopta un papel muy pasivo.

Claro, así es. También flipaba con Yukio Mishima. ¿Cómo puede escribir así, de esa forma tan sensible? Viniendo de una tradición oriental, reflejaba perfectamente la sociedad occidental.

¿Y de grupos o cantantes españoles? ¿Radio Futura, cómo has dicho antes?

No, no es un grupo del que pueda decir que es una gran influencia en mis letras. Lo son más El Niño Gusano, El Hombre Burbuja, el primero de Julio de la Rosa, y anteriores quizás El Último de la Fila. Ah, y por supuesto, los clásicos: Los Salvajes, Los Cheyennes, Los Brincos, Lone Star, esa pre-psicodelia española… Lo que pasaba entonces en Barcelona con grupos como los Salvajes o los Cheyennes creo que no se ha vuelto a repetir. Y Serrat, que para mí es el más grande. Yo tenía cierta aversión por los cantautores, no me emocionaban, que me dejen en paz… Algunos amigos me insistían, me decían que lo escuchara. Hace un par de años de repente todo me encajó. Ahora puedo opinar con seguridad que, a nivel de música popular, el músico español más grande de todos los tiempos es Serrat. Hasta 1973 es insuperable. Y también defenderé siempre al Dúo Dinámico y Raphael, me parecen muy grandes, llevo años reivindicándoles.

¿Y Astrud?

Pues siempre se me olvidan, pero sí. De Astrud me gustan hasta los andares.

De hecho tienen una canción que se llama también “Un mystique”, como la que incluyes en 3, tu último disco.

Sí, la conozco, el título viene de ahí. Es un tema que hicieron para un vídeo con Carles Congost. Astrud me parecen uno de los mejores grupos españoles. No sé si los considero una influencia, aunque sus letras me parecen sumamente complejas, nada en ellas es totalmente gratuito. Pero la fonética se las pela, algo que a mí, por el contrario, me interesa mucho cuidar. La música de Genís también me parece increíble, conozco cada nota que toca en su teclado, me las sé de memoria. Con Hidrogenesse me gusta algo menos, aunque sus primeros discos son también muy buenos. Un Digito Binario Dudoso es el Pet Sounds español. Astrud me parecen un grupo de primerísima división, no sé porque hay que estar constantemente reivindicándoles.

Igual es por su peculiar sentido del humor, como si no se tomaran demasiado en serio.

Ya quisieran muchos músicos serios tener su nivel, la brillantez y la inteligencia de sus letras. Me pasa lo mismo con La Estrella de David. ¿Acaso no se pueden hacer letras humorísticas y resultar a la vez serios e inteligentes?

Sí, claro. Igual tiene más que ver con esa pose rockera, o de músico atormentado, que tanto gusta y a ellos les falta, o la subvierten de alguna manera.

No sé, volvemos un poco al tema de la curiosidad, la necesidad de abrirse a otras cosas, aunque luego no te gusten. Yo por ejemplo, nunca he sido mucho de New Order, aunque sí me gustan muchísimo Joy Division, pero estoy leyendo el libro de Bernard Sumner. Para saber, por curiosidad.

Curiosidad para mí es la palabra clave. Vivir la música con pasión, riesgo y curiosidad, o disfrutar únicamente sin salir de tu zona de confort.

Cierto. No sé qué se gana no escuchando algo. Lo escuchas y luego dices “es una mierda”.

Es una cerrazón similar a aquella que enfrentaba a rockers y mods, o heavies y punks, cosas así que deberían estar ya superadas.

Yo de crío tenía un muy buen amigo con el que escuchaba a Eddie Cochran y también a The Jam, porque nuestros hermanos mayores unos eran rockers y otros mods. Nosotros queríamos inventar una tribu nueva: los “modckers”. No teníamos esos problemas. Y no considero que sea sólo un problema de la música: hay que apostar por la diversidad, en general. Es muy motivador salirse de tu zona de confort.

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