Entrevista: Elle Belga

“No sentimos frustración por no alcanzar resultados, porque no partimos con ningún objetivo”

No hay mayor “Victoria” que la satisfacción que produce llevar a cabo un proyecto que nace de lo más profundo de tus entrañas. Genera “Euforia”. Por eso, “Sal, mi valiente” y atrévete a llevar a cabo tu “Plan de guerra”, porque hay “Un día que inventar” a este y al otro lado de “La trinchera”. ¡Vamos, “Ahora”! Fany Álvarez y José Luis García, Elle Belga, saben mucho de ser honestos consigo mismos y con su forma de entender la música en una industria en la que parece prevalecer la cantidad a la calidad. Alrededor de este eje -y ‘conflicto’- gira Euforia (Gran Derby Records, 2016), su cuarto trabajo de estudio y su particular golpe (musical) en la mesa, que reivindica la expresión máxima de las pasiones.

Euforia es un disco que gira en torno a un concepto belicista, que incita a la lucha… lo cual es evidente en cada título de las canciones del álbum ¿Fue algo premeditado? ¿Cómo se gestó esta idea de disco?

José Luis: Tras lanzar Refugio -que, digamos, está acotado en el espacio de tiempo en el que fallece la madre de Fany-, solo nos surgió hacer canciones como las que están recogidas en el disco, en Euforia. Sí que el léxico puede parecer una contienda continúa, pero hay que verlo, quizás, desde la perspectiva de un proyecto como el nuestro; de la lucha que implica sacarlo adelante en una industria musical como la actual. No es una reivindicación social de todo lo que está mal a nuestro alrededor, que son muchas cosas, sino de aquello en lo que nosotros creemos que podemos tener una voz o servir de herramienta

En el tema que da nombre al álbum, cantáis “No nos basta con la felicidad, necesitamos euforia”. La euforia entendida como la máxima intensidad, la pasión. ¿Falta pasión en la música y en la sociedad en general?

José Luis: Hablamos siempre desde nuestra perspectiva personal. Nosotros sí que necesitamos aplicar esa intensidad extra, ya que no es fácil hacer canciones como las que confluyen en Euforia; no sabemos hacerlo de otra manera. Esto es extensible a todo proyecto que nace de las entrañas, desde el estómago. Esa intensidad hay que reivindicarla. Y, al final, esa intensidad no la tienes que reclamar a la gente que te rodea, sino que tiene que empezar por ti mismo. A lo mejor, lo que para mí es algo intenso, para otra persona no lo es, y al revés.

Hablabas antes de la ‘lucha’ entre la industria y vuestra forma de hacer y ver la música. Además de los músicos, evidentemente, ¿quién más estaría a vuestro lado en esa trinchera que mencionáis en el disco?

José Luis: La trinchera es un tejido, una red en la que están programadores de salas, medios de comunicación, sellos discográficos… Hay una infinidad de compañeros de ‘calamidades’ (ríe). Son personas que siempre van a anteponer la música a otros criterios. Aquellas a las que les mueve sacar un proyecto musical porque creen en él. Ya sea un sello, un medio de comunicación que apueste por determinados proyectos musicales o un programador o un colectivo con una casa autosugestionada que trate de llevar sus proyectos a su ciudad o a su pueblo… Esos son nuestros compañeros de trinchera.

En líneas generales, Euforia es un disco optimista en cuanto a lírica, pero oscuro en atmósferas. Esta dicotomía, ¿crees que en algún momento puede ser un handicap a la hora de hacer llegar el mensaje de las canciones?

José Luis: No lo considero así, porque esta es la única manera en la que nosotros entendemos hacer música. Somos dos personas que no podemos desarrollar la misma dinámica y el mismo discurso que puedan tener tres, cuatro o cinco personas. Partimos casi siempre desde cero, desde el silencio. Hemos sabido trabajar esa dinámica, y extraer y darle importancia a cada nota y a cada silencio que llegamos a interpretar. Creemos en ello, y es la única manera en la que sabemos hacer la música que llevamos dentro, por eso no consideramos que esto nos pueda perjudicar. No medimos el éxito en cuánto llega a la gente, por decirlo de alguna manera. Eso es una consecuencia de lo que supone hacer un proyecto personal mirando exclusivamente para dentro, para nuestro entorno, para nosotros. No sentimos frustración por no alcanzar resultados, porque no partimos con ningún objetivo.


Además de ser el álbum más cuidado de toda vuestra discografía, Euforia es también el más desnudo. Os habéis despojado de adornos y distracciones sonoras para ir a la esencia más pura…

José Luis: Sí. Todo parte de lo que es nuestra propuesta en directo. Siempre nos hemos considerado un grupo de directo. A través de los conciertos es donde sabemos expresarnos de una forma más directa. De ahí que intentemos trasladar al disco esa capacidad que tenemos de emocionar, utilizando unos elementos a nuestro alcance que se pueden considerar escasos, pero que resaltan cualquier arreglo que se hace, cualquiera parte de la voz… Al estar al desnudo, los errores se ven más; pero el resultado de ese riesgo, cuando lo trabajas y lo dominas, al final son unas canciones como las que componen Euforia . En ese sentido, esperamos seguir avanzando, y tratando de aprender más de nuestros directos, para luego aplicarlo a futuros discos.

Vuestros anteriores trabajos fueron grabados íntegramente en casa. Decíais hacerlo así porque os habíais “convertido en pequeños artesanos que miman cada silencio y cada nota”. Sin embargo, para esta ocasión, percusiones y guitarras fueron grabadas en los estudios ACME de Miguel Herrero. ¿Por qué este cambio en el proceso?

José Luis: Aquí entra en juego una parte menos… artística (ríe). Simplemente ha sido una cuestión técnica. El disco anterior, Refugio, ya lo planteamos grabando las bases en directo. Fani y yo grabamos como tocamos en los conciertos para captar, precisamente, lo que te comentaba antes. Para ello, tuvimos que desmontar todo el estudio, ir a casa de unos familiares, volver a montarlo todo allí… Digamos que, a nivel de infraestructura, era algo mucho más complejo. Teniendo un estudio tan bien equipado como ACME y a Miguel Herrero, que es un gran técnico, pensamos que esta era la mejor manera de captar ese sonido en directo que buscamos de la voz de Fany y de mi guitarra, y la que menos complicaciones nos iba a dar a la hora de mezclar en casa.

Sé que ahora mismo estáis inmersos en la promo y en cerrar fechas para esta gira, pero hay bandas que nunca dejan de componer… ¿Es el caso de Elle Belga?

José Luis: Pues mira, si te soy sincero, ahora mismo me parece imposible hacer otro disco. Después de lanzar un álbum siempre hay como un bache, una laguna en la que parece que ya no tienes más ideas. Un disco es un proceso en el que te vacías, y en el que dices “pues ya no se me ocurre nada más”. Pero como es algo que ya he sentido otras veces, tampoco me agobia. Sé que después va a llegar un momento en el que nos va a apetecer volver a ensayar, pero sin repertorios a los que atender porque estemos preparando un concierto, sino por el simple placer de disfrutar, de coger un instrumento y empezar a tocar de nuevo. Esto lleva siendo así desde los tiempo de Manta Ray, pero ahora mismo mi cabeza se ve incapaz de componer ni una sola nota (ríe).

Además de las fechas que ya habéis publicado para vuestra gira de otoño e invierno, tengo entendido que teníais previsto presentar el disco en casa actuando en la mina de Arnao…

José Luis: Hicimos una visita técnica a la mina y la acústica era impresionante, pero la visibilidad que tiene no sería óptima para un concierto. Así que ahora estamos buscando otro espacio parecido para hacer la presentación en Asturias. Si no lo encontrásemos, la haríamos en una sala convencional de rock y pondríamos todo nuestro esfuerzo en hacerlo también especial.

Para terminar, he leído que teníais una propuesta por parte de la Universidad de Castellón para participar en su ciclo CinemaScore y poner banda sonora en directo a una película que no la tiene. ¿Este proyecto sigue adelante?

José Luis: Sí, este proyecto sí sigue adelante. Aún no está cerrado el día pero, por nuestra parte, ya hemos confirmado que el film sobre el que trabajaremos será “The Hill”. Esta película me gustó muchísimo, y recuerdo que, mientras la veía por primera vez, había algo que me resultaba inquietante, aunque no alcanzaba a descubrir qué. Fue cuando acabó y salieron los créditos que me di cuenta de lo que me había despertado ese sentimiento: todo venía de la falta de música. Me llamó muchísimo la atención. Por eso, cuando nos plantearon el proyecto, rápidamente se me vino a la cabeza. Para nosotros sería técnicamente fácil ponerle banda sonora. Lógicamente, en el terreno artístico ya es otra cuestión. Aquí va a ser difícil, porque no queremos estropear la tensión que despierta “La Colina” precisamente por no tener música.

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