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Fundación Francisco Frankenstein (Café de la Palma) Madrid 25/11/23

Hoy os voy a contar una batallita de abuelo cebolleta: allá por marzo del año 1995 aterrizaban en Madrid los músicos londinenses Steve Withers y Steve Nettleton, más conocidos como Baby Powder. Tras completar la banda con Alex, Gonzalo y Alan B, comenzaron a trabajar el directo de las canciones que ya traían listas en las maletas. Su gran obsesión era tocar y darse a conocer como un grupo de pop construido a base de guitarras llenas de energía, melodías con talento y estribillos contundentes, y llegaron a sacar un disco bajo la etiqueta Jabalina.

En definitiva, Steve y Jules fueron al indie madrileño lo que Norah Findley y Mike Sobiesky (The Pleasure Fuckers) fueron al garaje malasañero.

Pioneros y protagonistas.

Pues bien, el otro día me paso por el Café de la Palma para ver a la Fundación Francisco Frankenstein y me encuentro con que uno de los dos guitarristas es nada más y nada menos que Steve, que lleva viviendo en Mallorca desde el año 2000 y que ha vuelto a sus orígenes punks, puesto que antes de Baby Powder formaba parte de The Fits, grupo que recomiendo desde estas páginas.

Que la vida es un loop lo he dicho en numerosas ocasiones, pero de este “doble giro” nadie me había avisado. Del punk al indie, del indie al punk, y vuelvo a Madrid porque me toca.

En la sala no cabe ni un alfiler, el grupo suena que atruena, y la gente se sabe todas las canciones. La Fundación Franco Frankenstein me recuerda a los grupos malasañeros de “raca-raca” de finales de los 90 como Mantecoso Harry, Vinillos, Doctor Petaco o Sneakers.

El Café La Palma, además, es otro gran superviviente de aquella época, y probablemente una de las salas con mejor sonido de toda la capital, así que el “regreso al pasado” es total.

Los Fundación Francisco Frankenstein versionan a los Ramones, a Aerolíneas Federales y a los “rarunos” The Wasps, pero todo con letras en español al más puro estilo Siniestro Total. Se nota que sus cuatro componentes tienen experiencia en otras bandas porque el nivel de engrase es brutal. Además, sus temas originales no desentonan con las de sus héroes de juventud, así que la fórmula es imbatible.

El concierto dura una hora y cuarto, como debe ser, y la gente se queda con ganas de más.

Pero la noche es joven, hay muchos garitos abiertos, y la escena malasañera vive hoy en día uno de sus momentos de máximo esplendor.

¿Antes he dicho “regreso al pasado”? Pues me he confundido; esto es “regreso al futuro”, pues el futuro será punk o no será.

Como diría John Lennon: “Give punk a chance”.

 

 

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