La Casa Azul – Joy Eslava (Madrid)
Fan de aquellas ediciones de Eurovisión que en los 60 o 70 protagonizaban France Gall, Jeannette o Abba y quizás empujado por una inspiración más romántica que mediática, Guille Milkyway no se lo pensó dos veces a la hora de intentar representar a España en el Festival de este año 2008. Por desgracia, el enésimo engendro mediático y televisivo se ha encargado de transformar, lo que parecía iba a ser un hito en la historia del indie patrio, en un perfecto homenaje al mal gusto made in El Terrat de Buenafuente.
Tras la pequeña decepción, la mejor terapia ha sido subirse de nuevo al un escenario y darse un auténtico baño de masas ante un público entregado, que en una desbordada Sala Joy Eslava, le ha perdonado de antemano el aplazamiento por culpa del sarao eurovisivo de un concierto programado y ansiado desde hace tiempo.
Comenzaba La Casa Azul directamente y sin ambages con el meollo del asunto, “La revolución sexual” y toda la sala bailando tras dos acordes. Pronto se veía que la noche, en cuanto a la técnica, no iba a ser fácil, porque tras dos estrofas, el músico barcelonés se quedaba sin sonido y tenía que defender la canción prácticamente a capella. Recuperada más o menos la normalidad eléctrica (los problemas de sonido fueron una constante) y transitando por el resto de hits que componen su segundo y último largo – “No más Myolastan”, “El momento más feliz”, “Esta noche cantan para mí”, “Una cosa o dos” -, Milkyway confesaba con ánimo de disculpa que tenía que hacer esfuerzos para cantar porque su voz no se había recuperado del duelo con el Chikilicuatre. Poco importaba ya, porque el concierto se había convertido en unaauténtica pista de baile con derecho a karaoke.
Alternando guitarra y teclado y siempre apoyado en perfectos pregrabados y acompañado de sus cinco androides en formato catódico, un imparable Guille concedió varios minutos al lado más romántico de La Casa Azul, para finalizar la fiesta aumentado al máximo las revoluciones de una sala al borde de la asfixia y el paroxismo todo un lunes con pildorazos como “Siempre brilla el sol”, “Chicle cosmos”, “Cerca de Shibuya” o una pegadiza versión de “Love is in the air”.