Pelo Mono (Fun House) Madrid, 24/04/2019

Seamos claros, entrar a Fun House y que el ambiente te indique que Pedro de Dios, de Guadalupe Plata, va a saltar al escenario, va camino de convertirse en algo normal. Sin embargo, lo que no es tan normal es que Pelo Mono, su proyecto paralelo junto con Antonio Pelo Mono, sea quien ocupe el escenario. Poco se prodiga el enmascarado dúo andaluz para la calidad que, dentro de su estilo, atesoran, algo de lo que pudieron ser testigos los parroquianos que se juntaron en el local madrileño.

La instrumentalidad de su propuesta les permitió trazar un concierto que fue de menor a mayor intensidad, pero sin perder esa seña de identidad que les caracteriza y que se traduce en un rango bastante amplio de sonidos que abarcan desde el surf al blues pasando por aquello de la “exótica” ejecutados a golpe, básicamente, de guitarra y percusión.

Saltaron al escenario con las máscaras de rigor para ejecutar una primera parte llena de acordes de amazonismo y tropicalismo rock que, si no fuera porque no había sección de viento (y si esa extraña y vetusta caja de sonidos que se ejecutan con un lápiz de contacto), entre el disfraz de gorila A y el sonido, aquello perecía la mítica escena primate de Helen Faraday, o lo que es lo mismo, Marlene Dietrich, en “La venus rubia”. Durante esos minutos, cuyas máximas representaciones son «Sonido Amazónico» (no engañan) y «Cortocircuito en la selva», se abonó el terreno para llegar a los gruñidos de Whaaaaght!, separador ineludible entre lo sosegado de los ritmos selváticos pausados y un mayor dinamismo gracias a una propuesta más blues, más rock y más surf.

Para entonces, Tito Ramírez, otro yonki del Fun House, se estaba preparando para saltar al escenario para ayudar a los enmascarados con sus maracas hasta el final, aunque su colaboración comenzó con un recital de lírica italiana que aquello no se sabía muy bien si era un intento de ópera, pero sí que se pareció a cualquier éxito de Tony Renis: fue divertido y tampoco desentonó tanto, quizá por aquello de la conexión que pueda existir entre la bossa nova con algo de lo selvático. Y, empezando ya a estar atiborrados de surf y en zona de bises, que suele ser la cresta de la ola, los Pelo Mono acabaron con una versión un poco libre pero reconocible del «Jack The Ripper» de Link Wray & The Wraymen que, gracias a esa peculiar percusión y al riff de guitarra, fue el perfecto resumen del viaje de este concierto.

 

 

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