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Plaid (CaixaForum) Madrid 25/05/23

El dúo británico, reconvertido en cuarteto para la ocasión con Emma Catnip al mando de los ya imprescindibles audiovisuales y con el colaborador necesario Benet Walsh “The Bee” a la guitarra, aterrizaba con una propuesta plácida y onírica en un CaixaForum de Madrid que cinco minutos después de la supuesta hora de comienzo presentaba un vacío desolador que fue desapareciendo al cuarto de hora.

Divididos en dos frentes, con Andy Turner y Benet Walsh a la izquierda y Ed Hanley y Catnip a la derecha, el reparto de tareas y equilibrio sobre el escenario se antojaba prácticamente necesario para el inicio de una sesión que, durante algo más de una hora y cuarto, llevaría a los espectadores (ahora, en los conciertos de electrónica, ya somos espectadores de A/V, y no meros oyentes) a través de los mundos trazados y construidos sobre Feorm Falorx, su último lanzamiento en el que se intercalarán piezas de otros trabajos.

No descubro nada a estas alturas de Plaid diciendo que su marca es más que reconocible, pero solo si atendemos a sus distintas etapas, llamémoslo así. Esas trazas de ambient que se enzarzan en una evolutiva IDM, cada vez más inteligente, y sobre las que destacan los matices agudos y de ensueño de una guitarra que, además de relevante en el espectáculo y el producto final, humaniza una apuesta cada vez más cerca de los territorios de lo artificial, si es que alguna vez estuvieron cerca.

“C.A.” era testigo del puente entre las dos mesas, las dos zonas, cuando The Bee no cejaba en su empeño a las cuerdas observando absorto las imágenes que iba disparando desde en el otro extremo Emma Catnip. La transición entre cortes, celebrada por el público de manera efusiva, todavía tenía que pulirse en su abrupción para, quizá, una mejor experiencia.

Sucedería, como cuando uno ya ha calentado bastante antes de meterse en harina, y para entonces, toda esa fuerza central de loops y espirales, de la humanización de los punteos y de las pulsaciones que parecieron dar vida a la actuación se iban sucediendo hasta prácticamente hacer temblar la sala con su reverberación. Con “Bowl” y sus peculiares pasajes se daba entrada también a “viejas piezas”, como ese “Hawmoth” de hace ya casi una década, que subía en intensidad y en equilibrio, conciliando todo lo dispuesto sobre el escenario.

Los audiovisuales recuperaban esa esencia noventera de los Psilocybe semilanceata, alias setas monguis, algo modernizados, sí, pero con sabor a tiempos pasados, y sintonizaban a la perfección con los paisajes descritos, hasta la irrupción de temas que, como “Wondergan” despiertan a uno con las ganas de poder levantarse de la butaca tapizada, al igual que pareció suceder en la mesa de la izquierda (minipunto para Turner/Walsh) ganando la partida del movimiento de pies y manos.

El fundido del movimiento coincidió también con la presentación de “Dancers”, de su penúltimo Polymer (Warp, 2019) y sus cuerdas digitales para formar, en su progresión, un cénit temporal de beats quebrados a gran escala, rara avis, en cierta forma, en estos lares por los que se mueve Plaid, pero seña inconfundible de su marco temporal. Volverían en los estertores del concierto a sus paisajes, como el que vuelve de esa intensidad sonora con ganas de algo de descanso, repasando lo que había sido la noche, una noche en la que cupieron intenciones como las que esconde “Perpex” casi como arquetipo de su reciente producción, de ese techno ambient, a veces más techno, casi siempre muy ambient, pero también se dejó cierta libertad, incluso para saludar, cerrar y volver a abrir con un epílogo, por si no había quedado claro, que resumía lo acontecido.

Fotos Plaid: Álvaro de Benito

 

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