Soundsystem – Always Never Again (Touch and Go)

La propiedad de reinvención, de reinterpretarse a uno mismo es algo altamente positivo tanto por la capacidad de sorprender y aprender como por la posibilidad de observar con mayor perspectiva lo hecho hasta entonces. Por supuesto, todo tiene sus matices.
Un grupo como El Guapo, fichado por Dischord hace cuatro años, fue observado con extrañeza cuando entró en la discográfica de Ian Mackaye, habitual de grupos relacionados con el core (hardcore, emocore, slowcore, punkcore, etc). El ex-Minor Threat aceptó de buena gana a los de Washington, mucho más encarados a un lado más experimental del rock, post-rock, jazz.

Ya en el presente año El Guapo parecen haber decidido lavarse la cara y presentar un aspecto más alegre, limpio y rítmico a través de Supersystem. La pregunta del millón es si se han adecuado siguiendo lo que consideran su propio destino, o su destino se ha visto llevado por el signo de los últimos años (post-punk, dance-punk, punk-funk); subiéndose al carro quizá en el último (¿peor?) momento de vida del revival. Ante este cambio tan drástico en los norteamericanos se intuye que entre sus objetivos no haya habido ninguna búsqueda de éxitos comerciales.

La realidad de Always Never Again no se ve sumida únicamente en el repetido dance-punk, sino que el fruto del álbum reside precisamente en el concepto que puede evocar el título del mismo: no hay un estilo definido, unas directrices claras. Aquí lo que predomina es la mezcla, y ahí es donde está la magia. Nada sobresale. No habitan más guitarras que sintetizadores, no hay más sonido dance ni tampoco punk; una actitud un tanto dispersa pero con un resultado adictivo y redondo.

Lo que se percibe claramente es esa diferencia entre la primera parte del disco mucho más dirigida a la pista de baile, como el single que les dio entrada a su nueva casa discográfica Touch and Go (25 aniversario) “Born into the world”, ritmo a cargo de una línea de bajo repetitiva y melodía coral con una guitarra totalmente armónica y adictiva. Los punteos armónicos de la guitarra resultan curiosos a lo largo de todo el disco, dotando a la propuesta de cierta originalidad y sobre todo aportando adicción a los temas. Esta adicción resulta patente en el estribillo de “Everybody sings”, o los hits que vienen a continuación, la llenapistas y vertiginosa “Defcon”, o “Click-click”.
La segunda parte del disco quizá se aleje un tanto de ese lado divertido y hedonista y se sumerge un en un lado un tanto más experimental. “Miracle” dibuja un punteo guitarrero realmente extraño al que se van acoplando sintetizadores, o la fiereza en las voces de “1977” donde abandonan por un momento las “máquinas artificiales” e intentan adoptar, lógicamente, la postura más punk del disco. También destacan la originalidad rítmica de “The love story”.

La transformación y reinvención siempre se puntúa alto, veremos por qué derroteros nos llevan los Supersystem de futuras entregas. ¿Se imaginan un post-rock bailable? Quien sabe…

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