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Tucho – Tucho (Industrias Bala)

Estilísticamente, aparentan quedarle ya lejos el rock garajero y el punk al salmantino Toño Villar, más conocido como Tucho. El ex- vocalista de Lex Makoto (combo con el que practicaba los estilos citados, hace unos años), se decanta ahora, por lo general, por unos country-rock y folk-pop más melódicos para su primer trabajo en solitario, denominado éste de manera homónima.

Toda esta aventura empezó, en 2017, con un par de giras por los Estados Unidos por parte del mencionado intérprete, el cual se ha visto influenciado por música de urbes como San Francisco, Las Vegas, Flagstaff (Arizona) o Nashville. Por aquellas tierras, efectivamente, comenzó nuestro protagonista a comunicarle a sus nuevas canciones que éstas debían salir del anonimato del cajón y a colocarse delante de la audiencia.

A finales de 2018, ya de vuelta en España, el propio Tucho se metió en los Metropol Studios de Madrid, junto a un muy respetable y curtido equipo formado por el productor Toni Brunet, el ingeniero Koke Díez, las cantantes Cris Méndez Laura Rubio, el guitarrista Manu Perrino, el bajista Dani Patillas, el batería Gorka Ruiz y el pianista Daniel García Diego. De esta manera todos ellos fueron dando forma, lentamente, a 10 latidos armónicos, los cuales ahora saltan a la palestra, en 2019.

Con influencias implícitas como Nick DrakeTom PettyRyan Adams Quique González (entre otros), sumadas a la propia personalidad de Tucho, arranca el disco con el medio tiempo lleno de profundidad,”feeling” y criterio, “El miedo” (primer single además), en sentido homenaje a su padre, cuando éste se hallaba con la salud delicada y acerca de la zozobra que el hombre debía padecer, según el propio cantante. Éste también declaró acerca de ello: “Es difícil escribir sobre estas cosas, pero sentimientos tan complejos, contados a través de una canción, llegan de una forma especial a la gente, incluso a uno mismo”. Daniel García Diego, con una considerable presencia a los teclados durante la mayor parte del LP, parece constituirse como uno de los decisivos puntos de apoyo del cantante, para este corte y la mayor parte del LP. También la guitarra acústica del propio Tucho, los algodonados coros de las mencionadas Cris Méndez y Laura Rubio y la alargada guitarra “slide” de Manu Perrino, contribuyen a añadirle una amplia dosis de calidez a una melodía a la que el propio intérprete castellano-leonés le guarda mucho cariño.

En la segunda acometida (la cual también salió en forma de sencillo), la dinámica, pegadiza y, a la vez, estética y melancólica “Coyotes” trata de conflictivas vivencias del autor acerca de sufrir a gente nada recomendable, la cual te complica la vida pero a la que se ha de hacer frente con decisión.

Después, “La marca”, con esos ecos del Suroeste americano confirma la habilidad del propio Tucho para bombear sensaciones íntimas y baladas soñadoras hechas de miel, las cuales alcanzan de lleno el corazón; el cual es el sitio desde donde provienen, precisamente. Las mismas sensaciones para “Una huella en el tiempo”, la cual aparece señalizada, constantemente por una muy hospitalaria caricia pianística del mencionado García Diego y es que este LP nunca maltrata el oído sino que siempre lo mima. El vocalista, en esta narración, parece temer el paso inevitable de Cronos.

En “Nunca volverá” las coordenadas sónico-sentimentales son las mismas que las dos anteriores pero, esta vez, una desnuda brisa folkie demanda a los otros instrumentos que, únicamente sean la siempre animosa guitarra y la sentida voz de Tucho quienes protagonicen la tonada. Una madrileña nostalgia sobre vivencias pasadas parece ser la que inunda los párrafos aquí. Más adelante, también toma una línea de amena sencillez lírica “Siempre a la deriva”, acerca de palpables mejoras de personas desastrosas, gracias al amor.

Por otro lado, “El lobo gris” desprende nítidos y muy persuasivos efluvios country-rock como salidos del desierto de California, con evocadores y estremecedores respaldos corales de las propias Cris Méndez Laura Rubio, por ejemplo, para así conformar uno de los más prominentes instantes del disco. “Las raíces”, por su parte, no abandona los afables compases country-folk, donde se ha de destacar una vez más que la decidida aportación del teclista es decisiva para ayudar a llegada a buen puerto de todo el vehículo “tuchista”.

Texturas también románticas y quebradizas aparecen en la cadencia de “El mundo entre los dos”, donde, por ejemplo, la batería de Gorka Ruiz, suena ágil y flamante y lo mismo para los otros instrumentos. Sin embargo, quizás supone el único momento donde se acerca Tucho (solo se aproxima pero sin caer en ello) a la tentación de una empalagosa y excesiva comercialidad. Un rocker por naturaleza como es él, opino que ha de tener cuidado de no acercarse demasiado a esa frontera que conduce al total servilismo musical.

En “La descarnada”, el cantante afincado en Madrid torna a ajustar mejor el abanico de delicadezas expuestas, donde la adormecedora (dicho en sentido positivo) guitarra californiana, de Manu Perrino, nos desliza relajadamente hacia la conclusión de este magnífico trabajo; con una letra que cuenta, precisamente, historias de amansados y poéticos finales.

Da la impresión el propio LP, bastante autobiográfico éste, de hallarse a muy pocos milímetros de incluso sonar unitario, lo que guarda mucho mérito dicho logro tratándose de una “opera prima”; la cual, por cierto, siempre entretiene y jamás causa tedio.

Así pues, aunque ha de seguir construyendo y haciendo crecer su carrera como solista, Tucho ya ha tallado, con sumo tiento, un muy sólido y valioso primer rubí, el cual merece la pena contemplar, tocar y escuchar.

Escucha Tucho – Tucho

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