Vermú – Cancionero Estoico (El Tragaluz)

Aunar tradición y modernidad en cualquier disciplina artística es un presupuesto tan abstracto teóricamente como inaprensible en la práctica, siempre que no se conozcan las claves de uno y otro concepto. A poco que se escarbe, en música, que es el arte que nos ocupa, descubrimos capas, maneras y sonoridades que nos remiten a otro tiempo, más o menos remoto, o a algo escuchado en épocas no tan lejanas que nos resulta extrañamente familiar. Saber dónde está el quid de la cuestión sí resulta más complicado, y casi siempre los resultados al final del recorrido suelen ser desiguales o incompletos. El caso de Vermú, quinteto albaceteño que debuta con este excelente disco llamado Cancionero Estoico –un título de indudable aroma folclórico-, es de los que hacen la fusión apuntada al principio un hecho más factible de lo que parece.

Decir que lo que hacen Vermú y en particular Daniel Toboso, el autor primordial de estas nueve canciones radiantes y dueño de una voz personal que guía y centra cada tema, es indie-folk o pop independiente basado en los ancestros sonoros de su tierra, sería una definición cicatera. Es cierto que el disco resulta sorprendente y fresco, primordialmente por la limpieza melódica de “Canto alegre” o el más estandarizado diseño de “El más listo de la tierra”, abordando cuestiones políticas y sociales de plena vigencia. Y también que hay rastros más o menos evidentes de las orientaciones folcloristas de popes de la escena, léase Nacho Vegas, o la luminosidad de los últimos pasos de La Habitación Roja, solo por poner algún ejemplo comprensible. La producción de Carlos Hernández alarga también el rastro de Los Planetas, santo y seña de recientes movimientos en la misma dirección, no en vano ya grabaron un buen número de piezas inspiradas en vetustos cantes de los que casi ni se conserva autoría trayéndolos a su universo. En “Éxodo” es cuando Vermú lo derivan a su geografía y graban algo parecido a una jota con sintetizadores y letra moderna; en “Caterpie” apelan al costumbrismo más divertido, y en “Los campos amarillos” se indefinen una vez más entre la filiación anglo de donde provienen y la canción de culto, tintada de localismos, a la que parecen sentirse tan próximos. Sin olvidar la reivindicación de la poesía de gente tan valiosa y desconocida como Antonio Márquez ‘El Borriquillo’, de quien toman prestados algunos versos, o la inspiración en el grandísimo José Ángel Valiente para escribir “Los veranos son cortos”. De ahí al post-punk incipiente de “A la virgen” en un viaje corto de ida y vuelta en el que se detienen para recrearse en la nostalgia cuando suena “¿A santo de qué?”. Se puede pedir poco más para un disco de debut, seamos sinceros.

Si a todo lo anterior le añadimos que Cancionero Estoico está editado por El Tragaluz, disquera célebre por ser fomentadora de esta nueva corriente de artistas especialmente ligados al folclore, siempre desde una óptica contemporánea (Vicente Navarro y su magnífico Casi Tierra es una prueba irrefutable), estamos ante un disco interesantísimo como poco. Ya ha girado unas cuantas veces en el reproductor correspondiente, y las que le queden.

Escucha Vermú – Cancionero Estoico

 

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