Queen + Adam Lambert (Palau Sant Jordi) Barcelona 22/05/16

La polémica con la reformada imagen de Queen estuvo servida desde el mismo día en que se anunció que Adam Lambert, un ex concursante de American Idol, rellenaría el hueco que dejó el fallecido e irremplazable Freddie Mercury. Los últimos años, Brian May y Roger Taylor ya habían intentado resucitar la marca Queen con Paul Rodgers, pero ha sido con el casi neófito Lambert cuando han conseguido que la maquinaria vuelva a girar perfectamente engrasada. Lo demostraron de sobra con su concierto en Barcelona que fue, además de un espectacular despliegue de luces, escenografía, lásers, humo y confeti dorado, una redención. La redención de Queen y Lambert, siempre separados en el título, demostrando que si Queen sigue existiendo es en los resquicios de lo que fue la formación clásica, pero esta vez, espoleada con la frescura de una voz nueva. La imagen y el brutal espectáculo tecnológico podrían haber jugado a su favor, maquillando lo que podría haber sido un revés de Lambert al intentar alcanzar el nivel que se esperaría del vocalista de tan mítico grupo. No obstante, la calidad sonora de la interpretación en directo fue, innegablemente, sobresaliente.

Brian May y Roger Taylor se retrajeron lo suficiente de los focos para dejar vía libre a la teatralidad de Adam Lambert, quien se paseó por el escenario con unos tacones kilométricos para acabar sentado en un trono ostentoso en “Killer queen”. Lambert, en el lado opuesto de los que son el alma mater de Queen, brinca por el escenario enfundado en brillos, cuero, gafas imposibles o tachuelas, haciendo gala de una enorme seguridad en sí mismo y una voz portentosa. May no busca los focos ni los necesita. Su presencia pesa por sí sola en el escenario, como encarnando la esencia sólida de Queen, la que todo el mundo esperaba ver para sentirse en casa y poder decir “no es Queen, pero lo parece”. Brian no da tregua a su ya clásica guitarra Red Special, desgranando uno a uno los riffs más míticos del grupo, llevando al éxtasis con los solos, embaucando en los dulces acústicos y paseando de vez en cuando por la pasarela para, poco después, regresar a su sitio. Sin alardes, sin teatralismos, pero ofreciendo el hard rock más puro desde las iniciales “Flash”, “The hero”, “Hammer to fall” o “Fat bottomed girls”.

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“¡Freddie Mercury solo hay uno!”, se apresuró a decir Adam Lambert en un emotivo discurso antes de arrancar “I want to break free”. No fueron pocos los momentos tributo con los que deleitó el grupo, entre bombazos como “Somebody to love”, “Another one bites the dust” o la celebrada “Bohemian Rhapsody”, en la que Lambert alternó su voz con la grabada de Mercury. También fueron homenajes “These are the days of our lives” (con Roger Taylor al micrófono frente a imágenes proyectadas de los años dorados de Queen), la preciosa balada acústica “Love of my life” (tras un discurso en el que Brian May daba las gracias al Sant Jordi y recordaba a Freddie), y “Under pressure” (con una imagen del fallecido David Bowie en la pantalla).

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Brian May y los suyos ofrecieron esa noche un espectáculo emocional y visceral, con instantes mágicos, emotivos, enérgicos y espectaculares. No faltaron tampoco las clásicas “Don’t stop me now”, “I want it all”, “Who wants to live forever”, “The show must go on” y los himnos “We will rock you” o “We are the champions” para cerrar, temas en los que Lambert demostró una gran calidad y versatilidad vocal, elevando su voz hasta el infinito y en ocasiones retorciéndola en forma de soul. Una explosión de sonidos donde May y Taylor manifestaron una energía y un virtuosismo que no han perdido con el paso de los años (Roger Taylor se lució especialmente en la batalla de baterías contra su hijo Rufus Tiger). Así que no, Queen + Adam Lambert no es Queen y Adam Lambert no es Freddie Mercury, pero el espíritu del grupo sigue siendo el mismo, y su sonido, inmejorable a estas alturas.

 

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