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Red Animal War – Black Phantom Crusades (Deep Elm records)

El segundo disco de Red Animal War, después del más introspectivo y oscuro “Breaking in an angel”, es un un paso adelante en la evolución del grupo. En este nuevo álbum nos proponen una mezcla del rock de siempre con las enseñanzas de lo que ha dado en llamarse math-rock, ( ya sabes, estructuras repetitivas, violencia instrumental, bruscos cambios de ritmo, tempestad vs. calma, … ). Apostar por esta nueva manera de entender el rock, tan contemporánea y atractiva, ha conseguido hacer más convincente la propuesta de este cuarteto.

Las claves de su brillantez son sencillas: Brian Pho es un bajista formidable, sabe tocar rápido y sabe pararse cuando es preciso. Si a esto le sumamos las buenas artes con las baquetas de Jeff Wilganoski tenemos una base rítmica que actúa como una apisonadora: precisa y contundente. Las guitarras de Matt Pittman y Justin Wilson suenan ajustadas, modernas, limpias y creativas. Y, para terminar, tenemos que la voz de este último recrea unas melodías resplandecientes que te invitan a mover los labios para cantar junto a ellos. Sin duda, nos encontramos ante una banda de rock con letras mayúsculas.

Muy bien, diréis, pero ¿qué pasa con las canciones?. Sólo diré que se encuentran entre las más inspiradas del rock de los últimos tiempos y que, en líneas generales, predominan las canciones furiosas con frenéticos cambios de ritmo, aunque también hay sitio para otras más pausadas. Cualquiera de ellas puede servir de muestra del talento de Red Animal War, pero destacaremos la tremenda “The day after yesterday”, o la poderosa “Making zealots”, o las atractivas y vertiginosas “When I get the feelin’ (back in my hands)” y “And so it begins with bombs”.

Todas las canciones tienen interés y son sugestivas, pero es indudable que “When fat pigs fly” se levanta por encima del resto con majestuosidad. Es una canción en la que se combinan con precisión todos los elementos utilizados por el rock en la última década: velocidad, violencia, parada-tranquilidad y vuelta otra vez a la violencia. Todo ello con una melodía vocal brillante, realzada por la sabia utilización de los coros en los estribillos.

Destaca también, y justo por lo contrario, la sentimental “Straight lines for construction workers”, una progresión instrumental reposada, donde el bajo y la batería desaparecen y vuelven a aparecer con diligencia y en los que la voz de Justin Wilson suena más convencida y sensible que nunca.

En resumen, “Black phamton crusades” es un disco actual, un disco de rock en estado puro, donde se mezcla con acierto el riesgo, las estructuras repetitivas y la melodía. Y donde, además, se reflexiona, quizá de una manera ingenua, sobre algunas injusticias sociales que no por ser obvias tienen que dejar de preocuparnos.

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