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Festival Santuario (Sala Groove) Pinto, Madrid

Siempre es una buena noticia que los sonidos oscuros, desde su faceta más ortodoxa gótica hasta las últimas sensaciones electrónicas, cuenten con un nuevo evento que celebrar. En este caso, me estoy refiriendo al nacimiento de un festival, Santuario, que en esta primera edición tuvo su sede en la Sala Groove de Pinto, Madrid.

Un ajustado, inteligente y amplio cartel en cuando a propuestas fue su baza ganadora desde el primer momento, abarcando desde clásicos como The Sisters of Mercy  o Front Line Assembly hasta auténticas realidades  del presente como Kite o Príncipe Valiente.

La primera cita importante del día vino con Tempers. Es cierto que su mezcla entre electropop y darkwave se mueve en territorios donde la competencia es ardua y el dúo de Nueva York nunca me ha terminado de seducir en estudio, pero el concierto que ofrecieron, pese a un timorato arranque, fue ganando enteros y grosor, terminando en puro estado de gracia final.

Una de las sugerencias que me gustaría hacer al festival es prolongar la duración de los conciertos, en especial los del Escenario 2, que alcanzaban escasa media hora. Sobre el tema de los dolorosos solapes, es inevitable tener que elegir y perderse cosas. Sin lugar a dudas el más espinoso  para mi persona era el que hacía coincidir a Linea Aspera con Príncipe Valiente, las dos bandas que más ganas tenía de ver en Santuario.

Afortunadamente, un retraso en los preparativos del Escenario 2 me permitió disfrutar de ambas propuestas e incluso de llegar a apreciar el arranque de New Wave Kill, prometedora banda madrileña, un quinteto al uso que prodiga un sonido gótico y post-punk old school defendido con vigor y oficio.

Tiempo de disfrutar de Linea Aspera sobre las tablas. Su electrónica siniestra, elástica, minimalista y tremendamente bailable pasaba por primera vez por España y los británicos estaban entusiasmados y motivados, en especial una Alison Lewis comunicativa y sugerente, armada de una voz profunda y ensoñadora (no se pierdan bajo ningún concepto tampoco sus discos publicados como Zanias), desatando los primeros momentos de efusividad y comunión colectiva, en especial con una antológica “Solar flare”, sin duda uno de los momentos que me llevo en el recuerdo.

Había que desplazarse rápidamente para ver empezar a los suecos Príncipe Valiente, la maravillosa banda liderada por el músico de origen mexicano Fernando Honorato. Se presentaron en formato de dúo, con guitarra y bajo, hubiera sido deseable encontrarnos con toda la banda, pero aun así sus canciones lucieron esplendorosas de belleza, en especial los temas rescatados de su excelente Barricades (22), un asalto de emotividad la manera en que sonó la preciosa “Porcelaine” seguida de la hondura abisal del bajo que conduce “I am you”. Ojalá verles algún día en un concierto de hora y media con todo su despliegue. Grandísimos.

Ya estaba advertido del tremebundo concierto que gastan los también suecos Kite habida cuenta del glorioso descubrimiento que fueron para mí en el DarkMad de hace dos años, pero lo que no me esperaba ni aun así fue un show de semejante altura. Envueltos en una densa bruma de humo durante toda la actuación, sus teclados y voces parecían surgidas de otro mundo; un asombroso baño de masas y un entusiasmo y emoción transmitidas al alcance de prácticamente ninguna banda electrónica sobre el planeta a día de hoy. Bien es cierto que su reciente VII (24),que recopila sus singles publicados durante los últimos años, peca de disperso, pero cuando dan en la diana y apelan a la conmoción del lacrimal son capaces de dejarnos sin palabras como así fue con la emoción desnuda y sobrenatural de un “Glassy eyes” realmente helador, tanto como unir cientos de gargantas al unísono con ese auténtico himno purificador del corazón que es “Dance Again” o la también maravillosa “Johnny boy”. El concierto del festival de largo que, además, se me hizo cortísimo. No era de extrañar observar caras de sorpresa y asombro entre los congregados que no conocían todavía a este tremendo dúo sueco, con algunos compatriotas entre el público emocionadísimos con los que hablé tras su actuación, intercambiando tremendas impresiones de su show y del que debieron dar la noche anterior en Barcelona.

Un cambio en los horarios nos llevó posteriormente a disfrutar del concierto de Front Line Assembly. Los canadienses son toda una leyenda del EBM y muy queridos por la parroquia alternativa noventera; sin embargo, probablemente excitado y a años luz de distancia de todo en la nube que me había dejado Kite, me costó entrar en un concierto de sus características, frontal y compacto que, a su vez, gozó de una afluencia de público nutrida y militante centrando el repertorio en su clásico Tactical Neural Implant (92).

El plato fuerte del día eran The Sisters of Mercy, banda que se deja caer asiduamente por nuestras latitudes, pero que yo, por un motivo o por otro, jamás había podido disfrutar en directo. Queda claro que ver en 2024 a The Sisters of Mercy no es algo realmente memorable en tanto en cuanto que se trata de Andrew Eldritch rodeado de unos u otros músicos según el momento. Eso y que sus conciertos son, según el día, cuanto menos irregulares, con demasiadas partes pregrabadas no pocas veces.

Pero lo que es innegable es el repertorio colosal de los ingleses. Tanto es así que no me tiembla la mano para escribir que me parece la mejor banda de rock gótico que ha existido nunca. Esta vez dejaron toda la artillería pesada para el final del show con una parroquia totalmente rendida a sus pies, que lo mismo les daba ver a la banda en el escenario que pensar que estaban en cualquier discoteca goth gozándola muy fuerte. Pero como para no hacerlo: que suenen delante de ti consecutivas “Temple of love”, “Lucretia my reflection” y “This corrosion” para terminar una actuación es haber ganado mil puntos de vida seguidos en la partida del videojuego que es la vida.

El cambio horario mencionado anteriormente propiciaba disfrutar de una de las sorpresas de la velada a altas horas de la noche: el regreso a los escenarios de Cycle. Y, la verdad, no tenía unas expectativas demasiado altas al haber sido una banda que disfruté en su día, pero a la que llevaba sin recurrir en mis escuchas melómanas muchísimos años. Y, ciertamente, gran estado de forma y actitud, con una revitalizada China Patino compartiendo labores vocales con la nueva incorporación de David Ortega, mientras que a los mandos de la nave se encargaban los clásicos David Kano y Juanjo Reig. Concierto sin fisuras y promesa de nuevo disco para 2025.

Momento para seguir deambulando entre beats al abrigo de buenas pinchadas musicales hasta casi el frío amanecer. Una gran primera edición de Santuario que bien merece una continuidad y seguir sorprendiendo con la acertada nómina de artistas contratados.

Fotos Festival Santuario: Fernando del Río

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