Conciertos

A Guy Called Gerald + Finley Quaye – Lolita / Razzmatazz (Barcelona)

De A Guy Called Gerald se podía esperar cualquier cosa. Para alguien tan curtido en las lindes tecnológicas, y tan conocedor de los impulsos del público en las discotecas, debe de resultar aburrido repetir fórmulas. Anteayer, en 1988, co-inventó el acid house, dándole un toque selvático, junto con los mancunianos (y mancos de calidad desde que Simpson se fue) 808 State. Ayer, en 1994, embelleció como nadie el jungle, emocionando a la generación del trip hop y el drum’n bass, que no le olvida y le quiere. Y hoy se sumerge en otra cosa. Su último disco así lo atestigua: una empanada de filosoferías orientales que le hace un flaco favor a su música, que jamás necesitó de adornos misticistas, porque ya de por sí invitaba al vuelo. El increíble Black Secret Tecnology y sus experimentales vinilos en el sello Juice Box eran suficiente alimento para el espíritu.

De entrada, el concierto empezó fuerte. “Voodoo Ray” elevó la sala a la edad dorada del acid. Pero enseguida apareció Finley Quaye, en su particular nube (“Finley’s Rainbow”), con una guitarra que a algunos les pareció fatal (la sala se vació por completo) y sólo atrapó a una docena de personas, entre las cuales se hallaba su camarada Arthur Baker, el pope del electro, el mismo que hizo “Confusion” junto con New Order.

Baker se pasó toda la actuación tirando fotos a Gerald Simpson y a Quaye, que acabaron por obligar al personal a sentarse, más que a bailar. Nebulosas electrónicas algo plúmbeas, sazonadas con las canciones de Finley que lastró la actuación a base de tocar la guitarra a lo Hendrix, pero con muy poca credibilidad. Al tío de Tricky le quedan dos telediarios, en cuanto a prestigio. Una decepción bastante evidente, pese a que los cuatro o cinco seguidores del mítico productor lo intentaron hasta el final.

A Guy Called Gerald no deparó ni solo momento jungle, ni tampoco house, como sí lo hizo en su última actuación barcelonesa, en el año 2000. Dio la sensación de tener un directo muy poco preparado. Sus melodías, y alguna de las cantantes que colaboraron con él en el pasado, hubieran embellecido una actuación que resultó un auténtico fiasco, si no decadente. Al final, ambos se fueron echando unas risas con Arthur Baker. ¡Así no se gana uno el sueldo!

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