Amaia presenta ‘Un nuevo lugar’ con la compañía de Räul Refree
Lunes, 18 de diciembre. Eran las 10 de la noche y se barruntaba el final de una jornada más. En la calle frío y aire pre-navideño. Pero en las redes todo comenzó a tornarse un estruendo; ¿Qué sucedía? ¿Alguna declaración de Willy Toledo? ¿Pablo Casado anunciaba que se iba a VOX directamente? No. Nada de eso. Se iba a publicar algo de Amaia.
La foto, que nos evoca esas imágenes del destape en la transición, nos mostraba a una pamplonica seductora, de tonos claros, fondo pastel y brisa brumosa en el entorno. Y a las doce, puntual como un reloj, llegó el tema “Un nuevo lugar”.
Y digo bien, es tema; no single porque esto es cuando se elige para que suene en las radios. Y no es este el caso. Es todo sonido evocador, donde la letra llega susurrada como una suerte de Jeannette 2.0. Amaia se contonea y mueve en el vídeo y no puedes dejar de mirarla. Mueve poco los labios, en varias ocasiones y ya. Pero ya te ha atrapado.
Y ese susurrar, ese vídeo tenue con look tardosetentero, es acompañado con un leve guitarrear de Refree maneras; es decir; templada, como si fuesen una instrumentalización más cerca de Sigur Rós que al primer álbum de Rosalía, trabajo también de su manufactura. Y ahí es donde estriba todo lo que sugiere la canción y el álbum que está por venir. Porque en esa pequeña pincelada de la intro, en esa mirada sugerente de Amaia que sonríe al final cuando esboza la palabra “Adiós” es donde está toda la manteca del pastel; su sonrisa pícara nos ha dicho que esto es solo el comienzo. Como cuando un bebé te sonríe y luego te da el abrazo. Ya no quieres soltarla.
Está claro que su disco será como le sale del papo, que no encajará en el típico sonido mainstream que suele acompañar/ acomplejar a los primeros trabajos de artistas nóveles y menos aún salidos de un talent-show. Es como si ese coro de fondo, que suena de forma débil a mitad de la intro (no dura más de un minuto y treinta segundos) ya nos estuviese aclamando para ir con ella. Ese coro, de sirena benigna, aventuran una obra plagada de sorpresas y con el toque maestro de Räul Refree.
Quien esto suscribe no lo vio en directo y, por tanto, hasta esta mañana, cuando la rutina laboral hizo ponerme en pie, lo pude contemplar y escuchar a través de esos streamings de Dios.
Quedé hechizado, talmente. Todo recuerda a voces del pasado, pero con un aura del presente y sonido del futuro. Está claro que inteligente ha sido. Leía esta mañana, con buen tino, como comentaban que si realmente alguien esperaba a Amaia haciendo un dueto con Gente de Zona. Ahí estriba toda la madre del cordero. La mayoría de la gente que espera a las 00:00 horas delante de un ordenador para escuchar un single o un vídeo anhela un trallazo de mover el esqueleto, un sandungueo de verbena o una canción tributo al artista más undercover del panorama patrio. Pero con Amaia se sabía que no iba a ser el caso. Solo había que ver sus pasos, sus colaboraciones y demás para darse cuenta por donde iba a ir todo.
El vídeo empieza tan oscuro que crees que se te ha jodido la pantalla, y estás a punto de pegarle el meneón padre. Pero no; debes esperar porque, al momento, tras esa bruma musical viene un tono azulado donde nos dice “Oye, no te vayas, que ya estoy aquí”. Y no puedes despegarte. Lo normal es que lo veas y lo vuelvas a ver al momento. Y luego otra. Y entonces el compañero de la oficina te dice que si has visto lo de Amaia y lo vuelves a ver. Y la guitarra de Refree te dice que sigas ahí, que le des otra vez al play. Y cuando ya han pasado lo menos veinte visualizaciones te das cuenta que quieres más, que necesitas más. Y ya estás enganchado.
Si miras el diccionario y buscas la definición de artista te dice “Persona dotada de la capacidad o habilidad necesarias para alguna de las bellas arte”, pero luego hay una acepción que indica “Persona que hace algo con suma perfección”. Y en ambas encajan tanto Amaia como Refree, porque se lo han tomado tan a pecho que esto que han editado, leve, simple, corto pero rupturista, ya nos lleva a tener ganazas del disco.
Es evidente que todo lo que ha salido suena más a “Venga, vale, saco algo” que realmente una decisión de productor y artista. Pero las casas discográficas ya se saben cómo trabajan.
Y todo porque el disco, según la artista y el propio productor, no está aún finiquitado y le quedan flecos que bordar y pulir. Pero a sabiendas de cómo trabaja Räul Refree, -un perfeccionista de tomo y lomo que dirían Zipi y Zape-, hasta que no esté en perfecto estado de revista, no dará siquiera un guiño para que lo puedan editar.
Hacen bien. Los que amamos la música como una de las grandes artes anhelamos que la obra nos sacuda. El triunfo de Rosalía no es solo por el Tra-tra, ni siquiera por su vestuario o las polémicas pencas de la apropiación cultural. Tiene más que ver con un detallismo musical, serio y currado que lo ha hecho tan grande. Y sí, detrás de “El mal querer” hay mucho trabajo y se nota. Quien compra el disco, el cd o lo que salga, quiere también llevarse una alegría y no solo porque tenga una canción marchosa. Quiere temmarraken en todos los sentidos. También ha hecho una cosa bonica Zahara con su Astronauta, que es cuqui de principio a fin; hasta el envoltorio mola. Y queremos que los artistas también hagan trabajos de manufactura auditiva preciosista.
Que la industria de disco está para echarla comer aparte, claro que sí. Pero no por ello debe bajar la guardia. Los discos hay que tomárselos en serio y no en serie. Si la gente no compra discos a lo mejor es más porque todo está basado en un recorta y pega constante. A lo mejor también hay que cuidar lo que se edita.
Por eso, que este pequeño obsequio, este pastelito que nos han dado y en el envoltorio que nos ha llegado es tanto de agradecer a Amaia que solo podemos gritar: PORFA, TRAERNOS ALGO YA.
Pues no está nada mal
se agradce q salgan cantantes de realities que tienen la oportunidad de iniciar una carrera y no opten por lo fácil. Ya la vimos en el Primavera Sound el pasado año o hace poco con Carolina durante. le daré una oportunidad a su disco
You have to accept the reality that many of the trades will not work out.
How often perhaps completed a task to the best of your ability but feel cheated
if yourrrve been not complimented?