Ángel Stanich (Sala Cochera Cabaret) Málaga 05/03/2023
Llegaba Ángel Stanich a la segunda de las citas en la malagueña Sala Cochera Cabaret, tras el sold-out de la noche anterior, y es que la capital de la Costa del Sol no es un lugar más para el santanderino por motivos familiares y siempre tiene una acogida triunfal, ya sea en formato festival o en las distancias cortas como las de las noches de este pasado fin de semana. Con un sonido inmaculado y el rodaje que atesora su magnífica banda, sus conciertos son pequeñas celebraciones de la vida, enfocadas con fina ironía, tirando de sentido del humor afilado y vertiendo su peculiar visión de lo que le rodea con esa fusión entre ritmos de corte clásico y unas letras que no dejan indiferente.
Tras el arranque templado mecido al son de “El Volver”, las descargas continuadas de “Una Temporada en el Infierno” y “Un Día Épico” ponen rápidamente las cartas sobre la mesa. En sus directos se genera una atmósfera de comunión con sus seguidores que trasciende lo musical, convirtiéndose en un acto de comunión total que ha conseguido alimentar con los años gracias a su desbordante carisma y la sensación eufórica y vibrante que transmite sobre las tablas, su hábitat natural. Las montañas rusas de surrealismo cotidiano que dibujan “Nazario”, “Salvad A Las Ballenas”, “Hula, Hula”, “Rey Idiota” o “Motel Consuelo” envuelven en sus tomas en vivo, mostrando la verdadera dimensión de su sólido discurso.
Los cameos de Antonio Luque y Nacho Sarria, que jugaban en casa, hicieron aún más especiales las interpretaciones de “Carbura!” y “Escupe Fuego”, antes de que “Metralleta Joe” y “Mátame Camión” pusieran broche de oro a una noche de domingo que se convirtió en un cálido y reconfortante reencuentro con las elocuentes historias de un autor dotado de una personalidad magnética y cuyos impredecibles pasos han contribuido a consolidar una propuesta fascinante en su lograda simbiosis entre el costumbrismo en las formas y el surrealismo en los textos, que parecen negarse a afrontar la crudeza de la existencia en su cara más despiadada, prefiriendo barnizarla en ácido y perverso sarcasmo.
Fue un show sin fisuras, repleto de dinamismo y desarrollado con precisión, que vino a cerrar un fin de semana para el recuerdo en la memoria de un artista y de una banda en estado de auténtica plenitud.