caroline – caroline 2 (Rough Trade / Popstock!)
caroline son uno de esos grupos que mantienen vivo el espíritu del post-rock con esa peculiar manera de trenzar canciones y ambientes de forma imprevisible. Y es que el octeto (sí, son ocho), destaca por lo inesperado, por dejarnos siempre a la espera de lo que va a ocurrir en el siguiente acorde de esa explosión colectiva que desde aquí celebramos. Y es que en caroline 2 vuelven a desafiar convenciones desde el primer minuto. No esperen estribillos memorables ni grandes proezas melódicas, déjense atrapar por un conjunto que tiene el caos como lenguaje, y teje canciones que parecen desmoronarse y reconstruirse en tiempo real.
Pulsen el play, adéntrense en los primeros compases de «Total Euphoria» y lo comprobarán. Guitarras, batería y voz suenan como si cada instrumento siguiera su propio camino, hasta que, de repente, todo converge en un clímax distorsionado y catártico. Sus cuatro minutos y medio condensan el espíritu del álbum: todo un viaje de contrastes donde lo discordante se vuelve bello.
Momentos como su colaboración con Caroline Polachek en «Tell Me I Never Knew That» pueden ser más accesibles, pero no por ello menos arriesgados. Ese folk etéreo con toques de trap y saxo, mientras se forma un mantra con su estribillo repetitivo «It always has been, it always will be».
caroline nos regalan un disco vivo y experimental en continuo movimiento, con giros sorprendentes como los de esa «Coldplay Cover», que, pese a su título, no tiene mucha relación con los de Chris Martin. Es más bien salto sin red a partir de fragmentos yuxtapuestos e improvisaciones donde la grabación parece dividirse en espacios físicos distintos. O canciones como «U R UR ONLY ACHING» y «Two Riders Down». La primera comienza como una balada pastoral, añadiendo capas de drones y autotune hasta convertirse en algo completamente distinto; la segunda arranca con violines desgarrados y termina en un crescendo de post-rock visceral.
Toda una fiesta rematada con «Beautiful Ending», un epílogo que juega con la ironía de su título en una hipnótica despedida.
Un disco para mentes inquietas.