Entrevista: Enric Montefusco
“Parte de la tarea del artista consiste en no esperar a que pasen diez o veinte años para ver la mierda que había en ese momento, sino sacarla a la superficie desde ya”
Enric Montefusco no para. Acaba de publicar el brillante Meridiana, su álbum de debut en solitario apenas un año después de disolver Standstill, y viene de presentar en paralelo Tata Mala, espectáculo teatral basado en la danza contemporánea donde incluye canciones del disco. Por si fuera poco, en breve se editará un DVD con la última actuación de la que fuera su banda durante casi dos décadas. Tras una larga jornada de promoción en Madrid, Enric recibe a Muzikalia con las energías intactas para hablar sobre Barcelona, la catarsis y qué significa sonar moderno, entre otras cosas.
El álbum se titula Meridiana por la avenida, por el barrio de Barcelona en el que creciste. ¿Cómo ves ahora la ciudad? ¿Le queda algo de identidad o se ha vendido por completo?
Ha cambiado bastante, de hecho, pero los temas que trato en este disco siguen vigentes ahora. Algunas cosas han ido a mejor pero muchas otras han ido a peor. Barcelona, a diferencia de otras ciudades, se ha convertido en un escaparte de baja calidad, un reclamo para el turismo destructivo y barato que ha dejado a un lado a sus vecinos, aunque eso es algo aparte de lo que intento explicar en el álbum, que tiene un poco más de calado social.
En el disco hablas mucho de los valores con los que crecimos una generación. ¿Cómo ves la educación actual frente a la que recibimos nosotros?
No ha mejorado mucho en lo importante. Ha cambiado de alguna manera la disciplina, que ha pasado a ser otra cosa, pero tampoco corresponde con lo que para mí es importante y que reclamo de alguna manera en el disco. Es un tema complejo de tratar.
¿Crees que las generaciones actuales tendrán una memoria colectiva tan nítida como la nuestra o con la dispersión de contenidos que existe es difícil que se creen rasgos comunes tan claros?
No tenemos distancia todavía, pero según pasa el tiempo se va viendo con más crudeza todo. Parte de la tarea del artista consiste en detectar eso en el presente, no esperar a que pasen diez o veinte años para ver la mierda que había en ese momento, sino sacarla a la superficie desde ya e intentar aprender y cambiar lo que haga falta.
¿Te consideras una persona nostálgica?
En absoluto. Aunque haya tratado el pasado, la infancia, etc. con anterioridad, siempre era en relación con algún tema en concreto. En Adelante Bonaparte, por ejemplo, había cosas relacionadas con la infancia y la familia, desde la relación entre el niño con el lazo familiar, lo sentimental, y ahora toco también temas de la infancia y del pasado en relación al el bagaje cultural y el contexto en el que uno crece.
Hablando de nostalgia, ¿cuál es tu disco favorito de Standstill?
(Larga pausa) Creo que sería injusto… Solo puedo valorar mis discos en tanto a que se acercan o se alejan de la persona que era yo en ese momento y si fui capaz de transmitirlo y de identificarme con ellos en cada momento. Por mi manera de ser siempre me he vuelto muy loco y he sido obsesivo y me he esforzado muchísimo en vaciarme en cada disco y en este sentido no hay ninguno en el que no haya tenido la sensación de que “esto soy yo ahora”, aunque al cabo de tres semanas ya estuviera en otra movida.
Confieres mucha importancia a la identidad visual de tus álbumes, al formato físico. ¿Cómo encaja este cuidado por el detalle en la era digital? ¿Han perdido valor los discos en sí mismos para las nuevas generaciones de oyentes?
Cosas como lo que hice con Adelante Bonaparte son ejercicios románticos de reivindicar el valor del objeto, y no solo del objeto, sino de escuchar un disco una hora y media y tener la paciencia y el espíritu para acabar un cd y poner otro y luego otro, que es algo a contracorriente totalmente. Ese es un ejemplo de que a veces me resisto a los tiempos que parece que nos ha tocado vivir pero creo que, precisamente por eso, cuando la gente me sigue, obtiene una recompensa, porque no está acostumbrada a la profundidad a la que se puede llegar después de una hora y media tratando un tema, comparado con lo que se puede llegar después de dos minutos escuchando música en un ordenador.
No sé si te has sentido más libre o más incómodo trabajando sin grupo. ¿Qué diferencias ha habido al abordar la grabación?
No muchas, en realidad mi día a día y mi proceso compositivo y de producción es muy muy parecido. La única diferencia es que he tenido la libertad de elegir en cada tema con quien quería trabajar y por eso hay hasta doce músicos en el disco, porque era un tipo de libertad del que no disponía en el grupo. Pero en realidad el tipo de relación personal y artística era muy parecida.
La percusión tiene un papel muy importante en Meridiana, se escucha muy orgánica, muy física.
Hace tiempo que estoy intentando huir, consciente o inconscientemente, de los estándares del pop y del rock, que es lo que tengo más cerca y cada vez me interesa menos. La electricidad, las guitarras eléctricas, ya las he trabajado muchísimos años y los estándares cada vez me interesan menos… Entonces, como ya hace discos que estoy eliminando electricidad y quitando guitarras eléctricas literalmente, espontáneamente entendí que una manera de no perder intensidad y no sacrificar ese elemento catárquico del directo y esa fuerza era potenciando las percusiones. Me gustaba y me gusta esa parte tribal, de ritual, que identifica más allá del discurso más intelectual que hay en las letras y en el disco. Me interesa no perder en directo esa parte de catarsis, que seguramente me viene del hardcore y del punk y de esa intensidad más física que sigo manteniendo en parte gracias a la percusión.
Sobre esta evolución… ¿Estás buscando tu sonido o cuando encuentras lo que buscas, saltas hacia adelante, buscando no repetirte? ¿Es una evolución lógica o solo saltos hacia adelante?
Yo creo que si trazas la línea entre los puntos ves que en realidad no es azaroso. No es ahora me visto de un color y ahora de otro. Hay cierta lógica que yo, a priori, no puedo entender y con la que no cuento, pero que vista en perspectiva creo que sí tiene su lógica y cada cosa es producto de lo anterior. Lo que pasa es que, por un lado, me canso rápido y necesito nuevos estímulos, y por otro, tengo cosas nuevas que decir que siempre intento vestir de una manera adecuada, apropiada y específica para eso. Eso me hace avanzar muy rápido.
Siempre has sonado innovador, un tanto experimental, pero desde una instrumentación cada vez más tradicional.
Cada uno tiene su camino. Tampoco entiendo que todo esto vaya de encontrar el sonido del futuro o que el mérito sea en sí encontrar un sonido diferente. Hay mil maneras de hacerlo, todas son buenas, y creo que cada artista es reflejo de una historia y de un contexto y su deber es ser coherente con eso y tener una voz propia porque todos somos diferentes. Lo importante no es ser el más innovador y el más moderno sino el más original y el que tiene su propia voz y eso tiene caminos impensables y todos son válidos. Las vanguardias se nutrieron de cosas que ya existían. Muchas veces ser moderno significa reivindicar cosas que ya estaban o buscar el núcleo o la esencia de esas cosas.
¿Cómo piensas llevar Meridiana al directo? ¿Habrá espectáculo del tipo Rooom o Cénit, o Tata Mala juega ese papel?
La política en este caso ha sido separar la parte más escénica de la parte musical también por la propia supervivencia. Al final en Standstill, nuestra propia inquietud y ambición artística que hacía incluir todos estos pifostios en festivales y en cualquier espacio en el que quisiéramos actuar acababa siendo un problema logístico, técnico y económico, y buena parte del desgaste por el que llegamos al final. El nuevo equilibro tenía que dar una respuesta diferente a eso. Por eso he hecho un espectáculo teatral que se mueve solo por los circuitos escénicos y el disco se tocará en directo.
¿Caerá alguna de Standstill en los conciertos?
Creo que sería un error no tocar ninguna, porque no hay que renegar de canciones que son mi vida. Evidentemente sería un error que fueran el recurso principal, será algo testimonial.
El álbum tiene frases muy jugosas. “Que en tu epitafio se entienda la letra” cantas en “Todo para todos”. Si comparamos las letras de, por ejemplo, Vivalaguerra con las actuales, ¿eres consciente de que tu lirica cada vez es más comprensible? ¿Buscas que se te entienda mejor?
Sí, en parte es reflejo de mi evolución personal y por tanto artística en el sentido de que he pasado de querer hacer cosas muy bien articuladas, sutiles, ingeniosas, inteligentes… a querer comunicarme. La prioridad ha cambiado. Ahora creo que entiendo mi profesión y mi lugar en el mundo de una manera más clara e intento ser consecuente con ello. Para mí ahora lo importante y lo que le da sentido a la vida es comunicar y compartir con los demás cosas que me hayan pasado y eso de alguna manera me ha acercado a la música popular en este disco. Tanto en las letras, que son más directas y más claras, como en la manera de plasmarlas, con una estética más popular.
Hablas de las “collejas por ser sincero” en “Flauta Man”. ¿Hasta qué punto te importa lo que se diga sobre ti y sobre lo que haces? ¿Lees las críticas?
Cuando uno tiene vocación inconformista y de romper, romper y romper y tirar adelante, adelante, adelante uno está abocado a que la mitad de la gente que te conoce hasta ese momento no lo entienda o no comparta ese momento, además en nuestro caso con una evolución estratosférica. Desde muy pronto nos vimos en la situación de enfrentarnos a críticas, a incomprensión… así como a su reverso, cosas muy buenas, y precisamente por eso hace tiempo ya que tengo mucha distancia tanto de lo bueno como de lo malo.
En “Adiós”, cantas “Te invoco para decirte adiós”. ¿A quién dirías adiós del panorama actual?
En realidad el tema no habla de personas, aunque podría. Habla de los fantasmas que te deja cierto legado cultural. Todos los problemas que salen en el disco no dejan de ser algo que forma parte de ti y te impide muchas veces manifestarte en tu vida de una manera plena, de una manera óptima, porque eres víctima de un montón de cosas. Esta canción habla de deshacerse de esa losa, de intentar afrontar eso para sacarte esa mochila y ser libre y afrontar las cosas en positivo gracias a haberte enfrentado a ellas.
En “Todo para todos”, nos deseas entre otras cosas “un padre superable”. ¿Qué representa en tu imaginario la figura paterna?
Al final cada vez que rascas un poco en los temas acaban saliendo las mismas cosas: el amor, la muerte y la familia, el padre y la madre, y con eso se construye todo. De pequeñitos nos hemos construido nuestro lugar en el mundo, nuestras herramientas para vivirlo y, tocando varios temas, he llegado hasta el padre. Cuando hablo de mi relación sentimental la figura de mi padre tiene mucho que decir, cuando hablo del contexto sociocultural parece ser que también. Supongo que nos pasa a todos…
“Y si el duende sale del dolor esto será una obra maestra” dices en “Obra maestra” ¿Es una licencia o se compone mejor desde la desazón? A los músicos que conozco no os veo tan torturados…
Claro, y estoy muy enfadado con el pop y con el rock porque se prestan a este tipo de confusiones. Que yo diga que la obra maestra sale del dolor no significa que yo sea una persona torturada, sino que para mí el valor del arte está en la medida en que saca el dolor de cada uno, que pasa por mí, por ti y por cualquier persona. Yo no soy una persona especialmente torturada. Todos pasamos por las mismas cosas y el arte y la cultura que a mí me interesan es la que hace aflorar eso para compartirlo, para mejorarlo, para no ser complacientes con este mundo sino para intentar encontrar uno mejor. Esta frase, “Y si el duende sale del dolor esto será una obra maestra”, es una manera de decir que en realidad en un barrio como el que intento retratar en Meridiana, cada pequeño detalle, cada pequeña persona, cada gesto, cada situación, está cargada de una historia, y la labor del artista es hacerlo aflorar en lugar de decir “no, es que son tres trabajadores”, con esa mirada fría con la que se nos mide desde otras esferas y que debemos rebatir los artistas.
Por último, la actualidad manda: ¿qué opinas sobre el Nobel de Literatura concedido a Bob Dylan?
La aportación de Bob Dylan es incuestionable. Entiendo este premio como gesto al hecho de que escribir canciones también es hacer literatura de alguna manera. Y como gesto me parece fantástico, no me puedo sentir más identificado. De hecho me acerca más al Nobel (risas).
Ya tengo titular…
No, no, no, por favor (risas). Que se lo den a él en concreto me gusta mucho. Puestos a escoger monstruos, me gusta más Leonard Cohen, pero Bob Dylan es incuestionable.