Esplendor Geométrico (35º aniversario) + Dive – Sala Arena (Madrid)
El 35 aniversario de los madrileños era una ocasión tan buena como cualquier otra para juntarles con su rendido admirador y alumno aventajado Dirk Ivens; (llegó a editar en su sello Daft varios trabajos de Esplendor, como Sheikh Aljama o Tarikat) El belga es también una leyenda viva de pleno derecho, habiendo formado los seminales The Klinik, Absolute Body Control, Sonar y Dive. La importancia e influencia que este hombre ha tenido en la música industrial, EBM y oscura en general es enorme. En su campo, donde por cada grupo interesante hay doscientos mediocres, Ivens siempre ha destacado por su calidad.
Si bien su show fue un poco soso, (llevar absolutamente todo grabado da la impresión de estar en un karaoke dark) su potente sonido hizo vibrar, literalmente, la sala. Recuperó joyas de su catálogo como «Moving Hands», de The Klinik, que nos hicieron añorar tiempos mejores.
Unas proyecciones (que suele llevar en directo) habrían ayudado bastante, siendo un proyecto con un componente visual muy marcado. Su repertorio, de todas maneras, da para mucho. Su versión de «Isolation» de Joy Division (que incluyó en su Extended Play)…Vale tío, serás Dirk Ivens, pero hay cosas sagradas.
Desplegó todos los clichés del género: voces distorsionadas, mensajes apocalípticos, frialdad extrema, aberraciones clínicas, paisajes sonoros que encajarían como banda sonora para los relatos de J.G. Ballard, bla, bla bla, pero eso sí, muy bien expresados. Uno es bastante mitómano y no se puede olvidar de la hoja de servicios de este hombre, con discos de cabecera como First Album, Final Report o Concrete Jungle, por mencionar solo algunos de su etapa como Dive.
Esplendor Geométrico salieron con el público ya entregado de antemano, como suele pasar. El sonido estuvo muy bien, aunque había diferencias abismales según en qué sitio de la sala estuvieras. Los más avezados ya saben dónde hay que colocarse siempre en la Arena.
Mucho público, y de todas las edades, gente bastante joven, y, como dice cierta canción de Barón Rojo, «y además con tías buenas«. Muchas camisetas de grupos de la escena, parecían los 90. Mucha gente parece haber descubierto ahora a Esplendor; bendita sea la moda si esto es lo que se lleva ahora, aunque descoloque un poco.
La parte maquinal, bien, pero lo mejor de su discurso es el brutalismo crudo y sucio, que tuvo su momento con «Ven a Jugar», uno de los clásicos de la banda. Es en esos momentos, muy bien conjuntados con los visuales, donde se convierten en un ritual rítmico absolutamente primario, primitivo. Es el ruido primigenio, la bestia.
Al principio fue el baile, la pulsión., y de eso saben un rato. Arturo Lanz volvió a mezclarse con el público, tirándose desde el escenario, bailando, chocando manos y bebiéndose la cerveza del mismo, mientras un concentrado Saverio Evangelista se ocupaba de mantener la música sonando. ¿Creíais que por ser el aniversario iban a tocar «Moscú está helado» o «Necrosis en la poya»? Vais listos. No fue ni de lejos el mejor concierto que he visto de ellos, pero estuvo bastante bien.
Nuestra (de)generación crece feliz.