Fangoria – Cuatricromía (Warner Music Spain)

Fangoria y su querencia por la clasificación. Fangoria y más es más. Fangoria y el amor de fan fatal. Fangoria y su postureo. Fangoria elevados a la enésima potencia. Esto es el nuevo disco de Fangoria, una muestra más de su afición al orden, a la clasificación y de su manía por etiquetarlo todo. Toda una declaración de intenciones sobre el ombliguismo, por no decir conformismo.  Algo que para nada es nuevo en el grupo, son adeptos a la organización y clasificación desde que lanzaran «Un día cualquiera en Vulcano 1.0, 2.0 y 3.0», cuando ya por aquel entonces entregaron varios EPs que finalmente fueron compilados en una sola entrega. De hecho sus conciertos a menudo siguen una estructura muy programada, explicada y recalcada sesudamente por el grupo: ahora viene la parte electrónica, ahora viene la parte orgánica, ahora tocan los grandes éxitos, ahora tocaremos lo nuevo, ahora soy el drama, ahora fuerzo la comedia…etc.

El lanzamiento de Cuatricromía se supone el comienzo de un nuevo ciclo, marcado por la ruptura tras la anterior publicación de sus grandes éxitos revisitados, ahora con la atención mediática a su favor, ganada a impulso de reality, tras el controvertido fenómeno Mario Vaquerizo. Y de nuevo este ciclo empieza bien explicado y masticado, no vayamos a dejar nada a la libre interpretación. A saber: cuatro EPs todos en una misma caja (impresionante la presentación, dicho sea de paso), representando los cuatros colores de la cuatricromía que se corresponden a su vez con los cuatro «supuestos» estilos «diferentes» que conforman el ADN del grupo y con la producción de cuatro artistas diferentes. Y ahora soy yo el que recalca y explica que digo «supuestos» porque al escuchar el disco sin reparar en la clasificación otorgada por colores, estilos o producción, salvo honrosas excepciones, todo suena igual, demasiado igual, ni rastro de una pretendida diferenciación entre el pop, el rock, lo gótico y lo electrónico. Al contrario, todos los EPs adolecen de una constante sensación de urgencia innecesaria que hace imposible centrarse en los pequeños detalles.

A destacar las canciones producidas por Los Pilotos (Eric, Florent y Banin de Los Planetas) y alguna de las que pincela la paleta de colores discotequeros de Guille Milkyway. El resto se apelotonan en una amalgama de producción machacona más propia de un principiante jugando con fuentes Midi que de un disco concebido tanto para lucimiento del grupo como de sus productores. Me atrevería a decir que ha sido un gran error volver a contar con los nada resolutivos Sigue Sigue Sputnik (a mi juicio únicos responsables de que los discos de Fangoria hace lustros que no sean reivindicados por la crítica musical) y que la participación de Jon Klein (guitarrista de Siouxsie and The Banshees) resulta un tanto inocua.

El otro grave problema del disco es esa obsesión ya casi crónica del dúo por ofrecer unas letras de métrica inmensa, bien tupidas de frases largas, larguísimas. Tanto que  por momentos dan ganas de gritarle a Alaska aquello de ¿por qué no te callas? («Piensa en positivo» o «Rompe la cadena» son claros ejemplos). Y además es que vienen a decir lo mismo de siempre: errores, pecados, tragedias…acusada, juzgada y condenada multiplicado a la enésima potencia y además ahora en el espacio interestelar.

El tema más sobresaliente del disco es «Peligros», perteneciente al EP amarillo, que pretende subrayar el lado más electrónico del grupo, con ese comienzo tan Crystal Castles y ese deje melancólico que te lleva a pensar sin avergonzarte por ello en Carlos Berlanga. La voz de Alaska adquiere un protagonismo especialmente relevante en este disco que se hace esencial en esta canción y con motivo, pues por fin podemos aplaudir su consolidación como vocalista.

Después de «Peligros» el siguiente tema más notable es «Desfachatez», una infecciosa canción discotequera que tranquilamente podría haber firmado Camela, lo que a juicio del que escribe no le resta ni un ápice de su valor. Pero vamos que si te pica la comparación con los de San Cristóbal de los Ángeles, también es lícito decir que valdría como comeback para un artista tipo Camilo Sexto. Una de las canciones más chochis de los últimos años, que pone de manifiesto la producción más lograda de Guille Milkyway en todo el disco. Una canción para bailar y cantar con tolerancia al ridículo y al hedonismo.

Y ya de ahí para abajo. Aunque no te será difícil encontrar esqueletos de buenas canciones: el single «Dramas y comedias», alegre como los más tristes Pet Shop Boys; «Tormenta solar perfecta» de tremenda melodía; «Viaje a ninguna parte», que debiera haber sido la perfecta continuación de «Me odio cuando miento»;  «Un robot no cree en Dios» y «Cuatro colores» a las que desearías que le hubieran dado el mismo tratamiento que a «Peligros».

Incluso salvaría de la quema la simpática «Lo tuyo no es normal» por recordarnos la inteligencia de las gambas y porque parece que en cualquier momento se va a convertir en un mash-up de «No hay nada más triste de lo tuyo» de Hidrogenesse featuring Manos de Topo.

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