Fito Páez (Noches del Botánico) Madrid 14/07/23
Triunfo incontestable del astro argentino Fito Páez en su visita el pasado viernes al madrileño ciclo Noches del Botánico. Aunque cada visita del rosarino es motivo de celebración entre la afición capitalina y la concurrida parroquia argentina que reside en Madrid, en este caso la fecha estaba marcada en rojo en el calendario. Su figura lleva décadas en el primer plano del panorama musical latinoamericano, es una leyenda con todas las de la ley, pero estos meses está especialmente de actualidad su figura por el estreno de “El amor después del amor”, serie biográfica que repasa de manera vibrante la primera parte de su carrera y su irrupción en la edad dorada del rock argentino, donde compartió espacio y escenarios con Charly García, Spinetta y demás figuras, abarcando hasta la publicación del álbum con el mismo nombre, que supuso su cima comercial y (probablemente) artística. Todo un fenómeno social en Argentina, la onda expansiva de la serie también llegó a España donde a muchos nos hizo reencontrarnos con una figura clave en nuestra educación sentimental y musical.
Además, esta visita al Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense se enmarcaba dentro de la gira que conmemora sobre las tablas el trigésimo aniversario de la publicación de El amor después del amor, disco cuyo repertorio ocupa aproximadamente la mitad del setlist. El primer tramo de este tour ya recaló con aplauso generalizado el pasado octubre por el Wizink Center madrileño y ahora regresaba en un formato optimizado, con más presencia de sus hits de otras épocas sin perder el foco en el álbum homenajeado, que ya no se escucha tan encorsetado. Si en aquel primer tramo se representaba el disco al completo y respetando la secuenciación original, ahora selecciona sus diez mejores piezas y las alterna con otras joyas de su repertorio lo que le permite jugar más con el ritmo del concierto, y como no podía ser de otra manera, engrandece un show con un setlist absolutamente incontestable.
Con las expectativas por las nubes y el ambiente de las grandes ocasiones, el público que abarrotaba el recinto ya coreaba a Fito antes incluso de su salida a escena. La introducción resultó curiosa, con la música sonando en falso playback mientras los músicos ocupaban su lugar en el escenario, escuchábamos lo que parecía la versión del álbum hasta que el rosarino irrumpió en escena y comenzó arrasando desde la primera canción. Suelto, cómodo, con infinitas ganas de agradar y de darse un homenaje, el estado de forma de Fito Páez sorprende incluso a los más escépticos y el arrollador comienzo con “El amor…”, “Dos días en la vida” y “La Verónica” subió al respetable en una nube de la que ya no se bajó.
El clímax con “11 y 6” en la cuarta canción haría palidecer a la mayoría de finales de cualquier concierto que se vea por estos lares. A esas alturas, cuarta canción, toda la grada estaba en pie (ya no se sentaría nadie) y las gargantas ya empezaban a corear palabra por palabra cada tema que Fito y su increíble banda de nueve miembros iba interpretando. A mantener este estado de euforia ayudó mucho la cercanía del artista con el público, con celebradas intervenciones que, siendo en ocasiones extensas, nunca se hacían pesadas, diciendo verdades como que “la inteligencia artificial nunca podrá crear un Spinetta”, frase que introdujo una emocionantísima interpretación de “Pétalo de sal”, escrita al alimón con el que fuera líder de Pescado Rabioso.
Durante las más de dos horas que duró el recital uno se da cuenta de la grandeza que tienen los artistas únicos como Páez por detalles como que cada canción elegida para el show se es la favorita de alguien del público. Lo que para uno parece un tema menor puede ser la canción de esa pareja que se agarra a tu lado o de ese aparente barra brava que no deja de sacudir el brazo con cada estrofa. Si además, esta selección repasa la columna vertebral de su carrera, centrándose en su producción del siglo pasado, los momentos de éxtasis se suceden sin tregua. A destacar la sencillez con la que ataca “Un vestido y un amor” (con dedicatoria a Ceci Roth incluida) para elevarla en el tramo final hasta el cielo madrileño, una “Rueda mágica” más épica incluso que en su original con Charlie y Calamaro, una “Circo Beat” realmente festiva y circense y la dupla con la que despide en falso el show: “Ciudad de pobres corazones” es la mayor celebración colectiva que he vivido este año en nuestros escenarios, con una rabia aún vigente que obliga a gritarla brazo en alto cada vez que se escucha, seguida de “A rodar mi vida”, interpretada en clave de rock adulto que fue coreada y celebrada como si se acabase el mundo en cada giro.
Para el bis, munición de la buena repartida en tres canciones con la intención de no dejar prisioneros. “Dar es dar” sigue siendo dinámica y divertida, “Mariposa Tecknicolor” a buen seguro que generó alguna afonía la mañana del sábado y “Dale alegría a mi corazón” convirtió Madrid en el Estadio Obras por unos minutos, con un público que se resistía a dejar marchar al ídolo y un ídolo que se deja querer como solo el sabe. Así se cerraba una jornada de celebración que el propio Fito calificó de “inolvidable” y que lo que allí estuvimos tardaremos tiempo en olvidar.
Fotos: Víctor Moreno (Noches del Botánico)