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Guiller Momonje – El baile cuántico (Belamarh is Dead)

Guiller Momonje retrocede en el futuro y aterriza en sus orígenes para completar su trilogía de viajero espacial. En ese viaje, de ida, vuelta, ida otra vez y vuelta otra vez, el ex Patrullero Mancuso rinde homenaje a su pasado reviviendo, que para eso puede hacerlo, aquella fugaz etapa de Villavil y su paranoia espacial. Para ello hay que situarse en unas cuantas décadas atrás, en Villaviciosa de Odón, donde se cocía bastante creatividad. Una escena reducida, pero con aportes fundamentales dentro de la realidad independiente y alejado de aspiraciones de grandes escenarios y con la diversión e innovación por bandera, veía el nacimiento de bandas seminales que apostaban por el lo-fi como identidad.

Este El baile cuántico bien podría ser un cuaderno de bitácora de ese viaje espacial. El elepé, conformado por dos áreas de exploración, arremete contra el destructor criterio de la hiperproducción a favor de un sonido más inmediato donde plasmar una buena dosis de imaginería de ciencia ficción. Y es que a Momonje nadie le va a descubrir su pasión por la ciencia; más bien lo contrario. Si, además, a toda su obsesión se le añade la iconografía y cultura de serie B que atesora, esta ida de olla no le podría haber salido más consistente.

A esa base conceptual, y siempre desde el cascajo y la bendita precariedad que hicieron del lo-fi el sonido de lo honesto, se añaden trazos de su trayectoria musical. No es solo hablar de los retazos de Villavil en su mono espacial, sino también es hacerlo de una aplicación sin complejos de una instrumentalización adecuada para unas letras pop, de corte naïf o de homenajear ese sonido sucio que destilaban aquellos Patrullero obstinados con el raca-raca.

El baile cuántico podría tratarse de una banda sonora de dibujos animados, de anécdotas viajeras, de un espacio donde instrumentos tan aparentemente opuestos como el sitar o el theremín se citan como si todo estuviera en orden. Pero también de una declaración de resistencia mucho más seria de lo que aparenta su improvisación. Al final se trata de eso, de llegar, desplegar todas las figuras de goma de arquetipos espaciales, imaginar sus diálogos y canturrear mientras jugamos con ello. Vamos, un viaje de baja fidelidad para encontrar una muy alta felicidad en el reconocimiento de la música sin complejos.

Escucha Guiller Momonje – El baile cuántico

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