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Ilegales (Teatro Barceló) Madrid 01/12/18

Es innegable que Ilegales están viviendo uno de los momentos más dulces de su amplia trayectoria. Pocos imaginaban que con casi cuatro décadas en activo, los asturianos seguirían siendo tan necesarios como hoy en día o que su undécimo disco, decimotercero si contamos los dos de Los Magníficos, fuera a ser tan digno como lo es Rebelión (La Casa del Misterio). En este momento exultante de auto reivindicación y vigencia, los de Jorge Martínez volvían a la capital como acostumbran últimamente, con todas las entradas agotadas desde hace semanas y la expectación por ver cómo sus nuevas canciones casan con esa colección añeja de himnos atemporales.

Y es que pocos repertorios permanecen tan presentes, tan rebeldes, tan lúcidos y tan poéticos como el de Ilegales. Dirigidos por ese dios de la guitarra que es Jorge ‘Ilegal’, supieron dar de todo un poco, desde esa gloriosa apertura a modo de intro al piano con algunas líneas de «Stick de Hockey» (enlazándola con «No tanta, tonto»), a las esperadas «Hola mamoncete», «Todo lo que digáis que somos», «Ella saltó por la ventana», «La casa del misterio» o la necesaria dupla «El norte está lleno de frío»/»Enamorados de Varsovia». También hubo espacio para reivindicar otro de sus recientes aciertos: «Voy al bar» o para recuperar la incendiaria «Chicos pálidos para la máquina», que tanto ha influido a un buen número de artistas guitarreros de nuestra escena. No faltaron clásicos como «Tiempos nuevos, tiempos salvajes» y «Yo soy quien espía los juegos de los niños», secuencias gloriosas como «Regreso al sexo químicamente puro» y «Me gusta como hueles» (una de las sorpresas de la noche), o nuevos himnos agitados como «Si no luchas te matas» y «Mi amigo Omar», que desbordaron emociones entre el público y dieron alimento a la banda para firmar uno de sus mejores directos que les recordamos desde su necesaria resurrección con La Vida es Fuego.

«El bosque fragante y sombrío», pieza íntima y de contrastada profundidad, marca un contrapunto inesperado en su nuevos disco, Rebelión, como en su momento lo hizo «Ángel exterminador», y sobre el escenario ambas llegaron con idéntico claroscuro, pero el público de Ilegales, tanto el fijo como el más reciente, supo celebrar y celebró esa madurez rockera y vital a la vez que saltaba con «Soy un macarra» o «Bestia, bestia». Como es habitual, «Destruye» puso la guinda a dos horas de intensa emoción, de un nuevo encuentro con uno de nuestros grupos más queridos.

Hasta pronto, amiguitos.

 

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