Jeff Goldblum – I Shouldn’t Be Telling You This (Universal)

No es infrecuente que muchos actores tonteen con la música, con mayor o menor acierto, y lo hacen en la mayoría de los casos como una afición con la que llenan sus días libres a la espera de que les llegue la siguiente oferta de trabajo. Como ejemplos, ahí tenemos a Jack Black, a Scartett Johansson o a Robert Downey Jr. Sin embargo, unos pocos hacen algo más que pasar el rato, y se lo toman en serio. Es bien conocido el caso de Woody Allen, quien, junto a su banda Preservation Hall, ha llegado a tomar parte en festivales de jazz internacionales (Montreal, 2008).

En cambio, es menos sabido que Jeff Goldblum es un excelente pianista que, siguiendo el consejo de Allen, hace unos pocos años montó su propia banda de jazz, The Mildred Snitzer Orchestra y lo que en principio fue solo un pasatiempo after hours, se ha convertido en una actividad profesional, con la que se ha ganado el respeto de los aficionados al género.

Goldblum y su grupo llevan publicados hasta el momento dos discos, The Capitol Studios Sessions (2018) y I Shouldn’t Be Telling You This (2019), el último de los cuales apareció hace pocos meses, a finales del año pasado. Cierto que, cuando vemos a un famoso haciendo sus pinitos fuera de su terreno, lo primero que pensamos es que se mantiene de pie gracias a su fama, y que, si no fuese por eso, no se comerían nada. Bien, pues es imposible saber cómo le iría a Goldblum con la música, si no fuese quien es en el cine (casi ochenta películas, una docena de obras teatrales, innumerables intervenciones en series televisivas), pero lo que podemos asegurar sin temor a equivocarnos es que su producción musical es de primer nivel, aunque, bueno, esto tiene su explicación. Veamos.

Para empezar, Jeff Goldblum se rodea siempre de músicos de primer orden (Joe Bagg, órgano Hammond B-3; Kenny Elliot, batería; James King y Scott Gilman, saxos). No es que sean estrellas, pero todos son muy, muy competentes en lo que hacen. Hay un montón de buenos músicos ahí fuera, que sin duda están deseando tocar en su banda por la atención del público y de la crítica que ello supone. En los dos discos, además, hay voces invitadas, de nuevo de primera categoría (Sara Silverman, Imelda May, Miley Cyrus, Gregory Porter), que participan en temas concretos. Así pues, ya tenemos a un montón de buenos músicos y cantantes reunidos en un club nocturno o una sala de grabación. ¿Qué hacemos a continuación?

Pues lo siguiente es elegir bien los temas. Siempre son estándares del jazz, todos conocidos, todos clásicos (tan clásicos, que alguien podría decir que están directamente sacados del “jurásico”, ya me entienden), con los que es casi imposible fallar: “Cantaloupe Island”, “My Baby Just Cares for Me”, “Let’s Face the Music and Dance”… Reconocibles todos ellos, pero con las suficientes variaciones como para que no suenen exactamente igual que la última vez que los escuchamos. En ocasiones hace medleys (“The Sidewinder/The Beat Goes On” “The Thrill Is Gone/Django”), que le permiten dar a sus versiones un toque diferente, innovador (aunque sin irse a sitios demasiado extraños). Es decir, que juega sobre seguro.

Y, por último, está el propio Goldblum que es un pianista más que notable. Empezó a los diez años y desde entonces se ha mantenido fiel a su instrumento, a la vez que desarrollaba su carrera profesional como actor por otro lado. Pero, además, y creo que hay que destacarlo, se mantiene siempre en un discreto segundo plano, apoyando con su interpretación a los músicos de su banda o a los cantantes invitados y permitiendo que sean ellos quienes se luzcan. Y no nos olvidemos de su carisma como showman, aunque esto, lógicamente, se aprecia solo en los directos. Les recomiendo que echen un vistazo a los vídeos de Youtube de sus noches de club; el público cae en las redes de su encanto personal a los cinco minutos de que comience la función. Golblum domina sin problemas el escenario logrando una complicidad con los espectadores y con el resto de los músicos que convierte sus directos en auténticos espectáculos.

A pesar de que durante algún tiempo Jeff Goldblum y su banda actuaron como artistas residentes en el club Rockwell, de Los Ángeles, California, actualmente tienen actuaciones programadas por todo el país, desde San Francisco a Nueva York, y con alguna escapada ocasional Europa. Así que, sí, podemos decir que esto va más allá de una simple afición y que Goldblum y su banda juegan ya en la liga profesional. Por cierto, que el nombre de la banda es el de una buena amiga de la madre del actor-pianista, sin ninguna relación con la música, pero que – si es cierto lo que dice – “le pareció gracioso” y con él se quedó.

En resumen, la música que Goldblum y su banda nos ofrecen es un conjunto de melodías tranquilas, con ocasionales incursiones en temas rítmicos (aunque nada para desmelenarse). Sus discos van dirigidos, por tanto, a un público amplio y agradarán incluso a quienes no sean seguidores de la música jazz. Temas suaves, para escuchar en momentos tranquilos, en los que no queremos “correr riesgos”. En definitiva, una apuesta segura.

Escucha Jeff Goldblum – I Shouldn’t Be Telling You This 

 

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