Jonston – Los sentimientos (Gramaciones Grabofónicas)

Jonston tiene la cualidad innata para componer canciones pop de gran calado emocional sin alzar demasiado la voz. Eso es algo que solo está al alcance de muy pocos, y el madrileño, además, tiene la virtud de engarzar versos en apariencia simples pero que se enmarcan en un costumbrismo extraño cuya fascinación es comparable a la mejor narrativa de Vainica Doble o Ray Davies, al tejido rítmico de unos The Go-Betweens, y a la caricia vocal que te arrulla. Sí, estamos en la liga de los grandes, y es que Jonston es un grande, de aquellos jugadores que reparten juego durante todo el partido y da asistencias de gol para que se luzcan otros.

Los sentimientos (Gramaciones Grabofónicas, 2018) se presenta después de un lapsus de tiempo prolongado (su anterior disco Veo visones es del 2012) y con una preciosa portada obra de Manuel Marsol en la que aparece un paisaje bucólico muy impresionista (grandes montañas, un río, una casa-caja abierta por el tejado por donde se escapan los sentimientos, y unas personas que hacen cosas con la naturaleza), y dentro hay cabida para algunas de las mejores canciones, y versos, que Jonston ha escrito hasta ahora. Canciones acolchadas con lo mínimo (voz, guitarra, bajo, percusiones, algunas palmas, y una caja de ritmos de se cuela en algún momento), pero que son grandes en ambición y se les intuye un largo recorrido.

«Tres dimensiones» abre con preciosos versos de amor como “yo no necesito tres dimensiones de distancia si hay la distancia adecuada entre tu almohada y mi almohada” y sus ecos me recuerdan a CRAG. En la alegría que desprende “La guitarra” hay un reflejo del Kiko Veneno más festivo, mientras en “Hablando del tiempo” José Ignacio espeta “las entrevistas laborales serían mucho más normales si en vez de preguntar tonterías se hablase de la gota fría”, y en sus disonancias con caja de ritmo asoma el espíritu de los Kinks. Cierra la cara A con el tema “Los sentimientos”, preciosa gema de halo melancólico que retrata sentimientos que perduran, pero que dejan vacíos irreparables.

La aguja surca la cara B y se deja embriagar por las sentencias futuribles que hilvanan a ritmo de palmas “Podría ser”, y en “Canción de autoayuda” el espíritu Forster-McLennan nos hace mover la cabeza de izquierda a derecha. “El río” tiene las hechuras del mejor Gram Parsons, y acaba este gozoso viaje con una versión del músico chileno Eduardo Gatti, “Tarde”, en la que una caja de ritmos va marcando el paso a una melodía que invita a darle la vuelta al disco y volver a darle al play.

Escucha Jonston – Los sentimientos

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