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¿La solución? Sepárense!

La separación parece ser la solución para llenar las salas de conciertos

La situación de los conciertos de la escena independiente está peor que nunca. No lo digo yo, sino promotores, grupos, sellos y salas de toda España. Ya sea por la falta de calidad de las propuestas, porque hay demasiada oferta, o simplemente por incultura popular, no hay público interesado en este submundo musical en el que cada vez nos sentimos más sólos. Cada vez son más las promotoras que cierran el chiringuito, las salas que dejan de hacer conciertos, y los grupos que abandonan, carentes por completo de ilusión.

Por eso sorprende comprobar cosas como las que sucedieron el pasado viernes, dónde más de 600 personas abarrotaron la sala Apolo de Barcelona para presenciar un concierto de Aina.

¿Cuál es la razón del éxito? Muy simple. Aina se separan tras esta gira. Tras años de conciertos impresionantes, discos estupendos y siendo posiblemente la mejor banda de rock de Europa (algo que certifican decenas de medios y cientos de fans de todo el mundo), Aina dicen adiós. ¿Y que sucede? Que de repente, todo el mundo quiere ver a Aina. Estoy convencido que más del 50% del público de esta última gira les ha estado dando de lado durante años, y seguro que algunos ni siquiera los conocían. Pero qué más da, tenemos que ver a Aina! Quieren decir con orgullo: «Yo estuve en el último concierto de Aina!»

La pregunta es obvia: ¿hace falta que un grupo diga adiós para reconocer su potencial? Parece que en España, sí. Porque conciertos de Aina por este país han habido a patadas, y posiblemente mucho mejores que los de ésta última gira. Y tomo el ejemplo de Aina por su actualidad, pero bien podría decir A Room with a View, El Hombre Burbuja o El Niño Gusano (que siguen siendo el grupo que más vende en Grabaciones en el Mar), escogiendo 3 nombres al azar, de esos que han sido ensalzados una vez se ha certificado su separación.

Desgraciadamente nunca valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Por eso sería bueno quitarnos complejos de encima y comenzar a apoyar, ni que fuera un poco, a la escena nacional. Sin público en los conciertos, sin compras de discos, y sin la presencia de las bandas en los medios, nunca levantaremos lo poquito que tenemos y que tanto cuesta mantener.

Convendría no esperar a que caiga el próximo grande para volver a replantearnos la cuestión. Quizá entonces ya sea demasiado tarde.

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