Discos

Lana del Rey – Born to Die (Polydor/Interscope)

Poco puedo contar, o desvelar, de la cantante neoyorkina que no se haya dicho ya. Born to die es el segundo asalto de Elizabeth Grant (así se llama en realidad) y con el que consigue lo que lleva persiguiendo desde que era, prácticamente, una adolescente, convertirse en  una estrella.

Todavía me estoy preguntando qué hago reseñando este disco, yo que suelo estar por los diez metros debajo del “Underground”, no se tome este comentario el lector como una declaración de autenticidad o similar, por favor, es sólo que uno se extraña de sus propias contradicciones.

Lo más normal sería que me posicionara con (casi) todos los medios empeñados en presentar a Lana del Rey como un “bluf” comercial de una noche de verano e invento prefabricado y procediera a darle su correspondiente ración de bilis. Como ya ha hecho la mayoría de la prensa de su país, curiosamente los mismos que la convirtieron en pasto de “hypsters”, que ya se ha apresurado a enterrarla en vida.

Puede que estar rodeada de asesores legales, comerciales y musicales para encontrar su nombre artístico, imagen y sonido, no diga mucho a favor de ella, pero a mí esta chica me cae hasta simpática. Y es que todo en Lana del Rey rezuma artificio y banalidad hasta tal punto que uno ya no sabe si de verdad es así o si, por el contrario, todo es pretendidamente falso, como si formara parte de una conspiración para una gran broma. No hace falta nada más que ver el video clip de “Born to Die”, en el que se ha manejado un presupuesto más alto que muchos films que se ruedan en España, para darse cuenta que lo que Elizabeth, perdón Lana, siempre ha querido es ser portada de revistas, objetivo cumplido; acaba de firmar un acuerdo de representación con la agencia Next Model Management.

¿Y el disco? ¡Ah! sí, el disco; Born to Die no es de diez, no te salvara la vida, no sienta las bases de un sonido o estilo nuevo, ni siquiera nos presenta a una artista que parezca convencida de lo que hace, pero hay que reconocer que tiene canciones. Está claro que los cortes que mejor funcionan (y de los que se saca más rédito) son los, sobradamente conocidos “Born to Die”, “Blue Jeans” y “Video Games”, aunque encontramos otros dignos de mención como “Diet Mountain Dew” “Radio” o “Summertime Sadness”.

El resto del trabajo se mueve entre el Soft Pop salpicado de Trip Hop envuelto en una producción con aspiraciones épicas y grandilocuente, que hace que el interés por el mismo se diluya y acabe siendo el fondo musical perfecto para unos grandes almacenes de moda.

Resumiendo, ni  es tan bueno como muchos se esperaban, ni es un producto tan deleznable como esos mismos se empeñan en mostrarlo, ahora, como tal. Y es que, quizás, sea ese un signo de los tiempos que vivimos, ensalzar a alguien hasta el cielo para luego arrojarlo al infierno. Para mí no es, ni más ni menos, que un disco con doce canciones de las que se salvan poco más de la mitad, aunque, eso sí, en esa mitad hay joyas. Es decir, bastante más de lo que aparece en muchas  producciones  fonográficas de hoy día. Queda, ahora, en mano de los aficionados a la música el concederle el beneficio de la duda y creer en ella más allá de disquisiciones sobre su autenticidad, (o la falta de la misma) o negárselo y convertirla en el próximo juguete roto de moda.

En lo que a mí respecta, la primera vez que escuche “Video Games” sabía que la podía perdonar todo y así lo he hecho. 

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