Mac Miller – Circles (Warner)

Es extraño escuchar material nuevo de alguien que nos ha dejado, más extraño aún escribir sobre ello. Difícil hablar de Mac Miller y no sentir una nostalgia especial, el rapero de Pittsburgh perdía la vida en 2018 de forma inesperada debido a una sobredosis accidental muy poco después de publicar Swimming, lo que presagiaba ser su reconocimiento mundial. Su álbum póstumo Circles (Warner) es un melódico trabajo, difícil de clasificar como puro rap, que aumenta su legado dejando un sabor agridulce pero a la par optimista. Jon Brion decidió seguir adelante produciendo el álbum, con el consentimiento de la familia, dando a luz el proyecto más personal del rapero.

Circles es la segunda parte que completa su anterior álbum, siendo “swimming in circles” (nadando en círculos) la idea original del concepto, un LP que fluye y refleja esa necesidad de moverse entre aguas, haciendo referencia a la inestabilidad emocional y la lucha por mantenerse flotando entre problemas e inseguridades. Malcolm nos da una lección de supervivencia en su batalla por intentar protegerse de esa sobreexposición diaria. Desde que nos dejara han salido a la luz nuevos temas como la colaboración con The Free Nationals y Kali Uchis “Time”, por lo que nos hace dudar si aún hay más pequeñas joyas escondidas.

En Circles no encontramos a ningún artista destacado, la falta de colaboraciones hace que este trabajo sea más personal y único, escuchamos a un Malcolm brutalmente honesto que habla de la depresión que sufría de la manera más sincera. Melodías que nadan entren baladas pop y un R&B edulcorado a medios tiempos. Lo más destacado del largo sin duda, son sus letras, lo que ha hecho a Mac Miller posicionarse como uno de los referentes del rap americano de los últimos años. Es en ellas donde nos damos cuenta de la fragilidad con la que lidiaba su salud mental: “Can I get a break? / I wish that I could just get out my goddamn way” recita en “Good news”. “I’ve spent my life livin’ with a lot of regrets / You throw me off my high horse, I’d probably fall to my death” rapea en “Hands”, tema que recuerda a la entonación de “Small Worlds”. El dualismo de sus letras es un misterio, un yin yang emocional en cada estrofa, una llamada de auxilio entre líneas para curar su ansiedad, lo que denota que el artista estadounidense era consciente de su estado.

El rapero siempre tuvo un idilio con el jazz, Miles Davis era uno de sus favoritos, y plasma en su sonido el romanticismo de este género. Destaca el pequeño homenaje a John Lennon, siendo John Lennon/Plastic Ono Band uno de los álbumes que más le influenciaron, y esa fabulosa versión de Arthur Lee “Everybodys gotta live”, la balada blues de los setenta que rescata y desgrana al piano en el tema “Everybody”. Descubrimos otra referencia a los maravillosos años 50 con los Four Freshmen’s en su mítico “It’s a Blue World”, donde se escucha un fragmento de las cuatro voces originales.

Su voz moldeada con el paso de los años nos muestra la evolución de ese chaval que escribía temas y autoproducía con tan solo 19 años, y que en poco tiempo pasó a colaborar con los mejores artistas y a dar a luz joyas como The Divine Feminine, su particular oda a las mujeres y al amor. Atrás quedan las letras vanales de “Nike’s on my feet” o “Senior Skip Day”, con los que se dio a conocer, Circles sirve como diario personal y destapa todo su potencial.

Quizás sea la belleza de su música una liberación de sus miedos en forma de versos, un lugar donde encontramos la fragilidad de una persona que intentaba escapar de todo aquello que le rondaba por la cabeza incansablemente. Circles sirve como un diario íntimo que completa su discografía y permanecerá siempre con nosotros, un legado que hace justicia a su talento.

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