Manos de Topo – Caminitos del Deseo (Autoeditado)

Uno puede pensar tras las primeras escuchas del nuevo álbum de Manos de Topo que se han vuelto siniestros. Pero claro, estamos hablando de Manos de Topo, esa banda que canta chistes serios, ese grupo que juega a jactarse de lo árido que a veces puede resultar vivir en sociedad. Así que ¡bah! tampoco vayamos a tomarnos esta afirmación de forma tan contundente como el mensaje que ocultan sus letras. Lo que sí es cierto es que el nuevo álbum retoma el caminito complejo, musicalmente hablando, que ya iniciaron con el magnífico Escaparse con el Anticiclón (y volver con la boca roja) (2011) alentados por la batuta en la producción de Ramón Rodríguez (The New Raemon), con el que ahora repiten. Sin embargo bastará llegar al estribillo del primer corte para pensar que Manos de Topo parecen haber sufrido alguna derrota en el camino que les ha hecho doblegarse a la oscuridad alejándose de la luz como la niña de Poltergeist.

En este nuevo disco la novedad es que la angustia y el desamor vencen la batalla contra el pasotismo y las cosas del querer. Arreglos y producción que buscan juntos de la mano ambientes mucho más opresores y que requieren de una mayor concentración del oyente, al menos si lo que buscamos es alcanzar la literalidad de las letras, ahora mucho más ocultas que antes. La discografía de Manos de Topo, hasta el momento venía pivotando alrededor de sus letras y de su forma de interpretarlas. En este nuevo disco aun siendo todavía su mayor logro, y el copyright que les da el pasaporte hacia la distinción de entre el resto de bandas españolas contemporáneas, no son las protagonistas. Al menos no de manera inmediata tras las primeras escuchas. Esto supone que hacia el final de la nueva colección de canciones el oyente habitual de sus discos experimente una sensación nada habitual, la desesperanza. Y mira que estamos hablando de los grandes losers del pop patrio. Antes los chicos de Miguel Ángel Blanca se reían de lo adverso y de ahí sacaban su arte. Ahora parecen llorar con igual de gracia y arte, pero parecen derrotados ante tanta adversidad. Ese ambiente oscuro, de atmósfera pesada, con la que han dotado y que tan bien le sientan a dos de las mejores canciones, «Fantasmas de Tus Agujeros» e «Islas de Luz», puede llegar a resultar excesivamente plomizo llegando al final del disco «Abríguense los Solteros» o «Democracias y Desgracias».

Pero no se desanimen ustedes, que el grupo sigue siendo un grupazo y sus canciones un compendio de auténticas pasiones cantadas, dignas de un gran aplauso. Arranca «Tus Bombas del Liceo» con esa cadencia tan característica de la banda, y que se eleva posteriormente en maravillosa melodía, mientras la voz cada vez más dócil y menos rebelde de Miguel Ángel agoniza temperamental con cada estudiado verso, dando un respiro a la opresión para volver de nuevo a atraparnos en esta estupenda red de araña que engancha e hila con fervor un consistente hilo musical al que cuesta entrar y del que por momentos no apetece salir. Para cuando le llega el turno a «Collar de Macarrones» y piensas que será la canción estrella del disco, empiezan a sonar los acordes de «Bragas Bandera» y ya no sabes por cuál decidirte como canción bandera, valga la redundancia. Esta última posiblemente se encuentre entre las canciones más bonitas que jamás han escrito, y ojo que pocos grupos alcanzan la astucia musical a través de la temeridad como estos mozalbetes a los que estimamos con tanto cariño, y a los que perdonamos porque nos hayan hecho trabajar más de la cuenta.

La crisis, el paro, la ruptura, todas las penas del infierno se concentran a partir del minuto y medio de «Bragas Bandera» justo en ese pequeño intervalo en que no suena la voz parece que grita por sí sola la canción: -¿Por qué Alcalde, por qué?-. Manos de Topo han aprendido a llorar, atrás quedan los tiempos en que todo eran risas, y en seguida lo aclaran: «una sonrisa, otra catástrofe«, para a continuación consolarlos agriamente con otra de sus fantásticas melodías: «sólo consigues ser feliz si estrenas ropa nueva. Dicen que el futuro pasó por aquí, no le invitaste a la fiesta. Qué pereza que esto vaya a ser igual que el resto de tu vida […]

En fin, lo dicho, menos crípticos que nunca, más nostálgicos y terroríficamente más cercanos y reales. Hasta el punto en que a veces cabe pensar que ya no es necesario partirse la cara con los amigos para defender su histrionismo porque ahora se han hecho más comprensibles y cercanos. Aunque cabe preguntarse si son los Topo los que se han vuelto menos histriónicos o es la realidad la que se ha deformado a su imagen y semejanza. La exaltación que antes concentraban en un solo plato, en canciones como «El Pollo Frito» aquí se desdibuja y se reparte por todas las canciones, rota en pedazos, como el picante que incómodo y apetecible se repite a lo largo de todo un menú

 

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