Planetarium by Sufjan Stevens, Nico Muhly, Bryce Dessner y James McAlister (4AD)

Hay que remontarse a 2011 para encontrar la semilla de Planetarium. Ese año, Nico Muhly recibió el encargo de realizar una obra musical para la sala de conciertos holandesa Muziekgebouw Eindhoven, de la que era compositor residente. Para el experimento, decidió rodearse de tres músicos de lo más inquietos: Sufjan Stevens, Bryce Dessner (The National) y el batería James McAlister.

El proyecto pasó a ser una obra colaborativa, que poco a poco fue entrando en una espiral de ideas que acabó culminando con un cuarteto de cuerda, una banda de siete trombones y el Sistema Solar como excusa para tratar algunas de las preguntas más fundamentales de la humanidad desde los griegos y la mitología clásica.

La idea era que Plantearium fuese una obra de música clásica contemporánea que se representase en directo en un número muy limitado de salas. Acabó teniendo una estructura con un formato de canciones pop y esto ha permitido que cinco años después, y tras su paso por el estudio, llegue en forma de disco. Un trabajo de 76 minutos y 17 temas, majestuoso y rebosante.

Escuchando Planetarium, es fácil distinguir las aportaciones de cada uno de los participantes. Sufjan Stevens ha sido el encargado de la estructura de las canciones, que tienen un sonido cercano a algunos de sus villancicos más espaciales, con sintetizadores, vocoders y toda la parafernalia. Pero que mantienen una línea melódica muy emocional y sus típicas letras saturadas de referencias. Un buen ejemplo es “Jupiter”, el mejor tema del disco.

Los ritmos enrevesados y electrónicos llevan la firma de James McAlister, cuya impronta se puede distinguir en trabajos de The Album Leaf, David Bazan o Shannon Stephens. Y también en “Saturn“, un tema de toques electrónicos que en directo es poderoso e imponente y en disco tiene un final digno del Sónar.

La guitarra, por supuesto, es característica de Bryce Dessner: juegos de efectos y punteados sutiles con su propia melodía colándose entre la grandiosidad del sonido. Delicadeza entre la sobredosis de instrumentos, incluso cuando a veces su aportación pase casi desapercibida al oído. Y amalgamándolo todo están los arreglos de Nico Muhly, tan recargados como bellos, para trombones y cuerda. Así como su destreza al piano, glock y celesta.

Curiosamente, aunque hablamos de cuatro de los músicos más relevantes de la escena alternativa actual, y Planetarium es una obra colosal y con momentos realmente bonitos como “Jupiter”, “Pluto” o “Saturno”, el disco tiene espacios demasiado largos en los que los músicos divagan sin un hilo conductor aparente.

Y mientras que en directo esos momentos de dispersión se complementaban con proyecciones visuales, en disco no tienen ningún gancho al que aferrarse, les falta melodía y concisión, y acaban siendo minutos que parecen alargados innecesariamente y se hacen tremendamente aburridos. Lo que es una pena, porque se hubiera solucionado con un sencillo trabajo de descarte, que hubiera dejado un disco apabullante, precioso y brillante.

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