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Rara Avis: xAj3z, de SoiSong

Rara Avis es una sección quincenal en la que nos adentraremos en algunos lanzamientos que, quizá, hayan surgido en los márgenes de lo habitual. No, no vamos a sentar cátedra con ese “disco que no conoces”, porque el objetivo no es caer en lo fácil y arriesgado menospreciando la cultura musical de cada uno dando por hecho que no conoces lo que vas a leer. En estas líneas que publicaremos, queremos ampliar estilos, conocimientos y, por qué no, ablandar el oído para sonidos algo subterráneos, investigar las posibilidades sonoras a través de discos o tocar lo que ahora llaman “distintas geografías”. Esperamos que esta sección te descubra algo nuevo, o desempolve ese sonido que disfrutaste, o, simplemente, alerte tu curiosidad ante los preciados desvaríos y preciosos experimentos que pululan por ahí. Porque, en el fondo, todos somos esa rara avis.

Rara Avis: xAj3z, de SoiSong

SoiSong puede considerarse uno de esos proyectos paralelos que distan de serlo y que deben su existencia más a la inabarcable verborrea musical de sus protagonistas que a cualquier otra circunstancia. Formado por el ingeniero y artista de sonido ruso Ivan “CoH” Pavlov y por el ex Throbbing Gristle Peter “Sleazy” Christopherson, su existencia fue limitada en el tiempo y en la producción. Quizá fuera porque tenía que ser así, porque nada dura para siempre y, mucho menos, si de lo que se trata es de crear un contenedor para un momento circunstancial.

Revisar los nombres del dúo es darse cuenta de que la capacidad creativa de ambos abocaba a esta situación. Pero, como casi todo en cierta época de la música experimental, el origen de su encuentro podía trazarse del inevitable movimiento centrípeta que la seminal banda industrial británica a la que Christopherson había pertenecido parecía ejercer en un amplio radio.

Pavlov partía de su propia experiencia y una personalidad creativa arrolladora, y su círculo se extendía por artistas e investigadores del sonido desde un punto de vista más académico. Aun así, era muy difícil que hubiera podido dejar de estar en la órbita de varios de los congéneres de “Sleazy”, llegando a colaborar con Cosey Fanni Tutti, quien prestó su voz para crear el imprescindible CoH Plays Cosey (Raster, 2008).

Christopherson, por su parte, permanecía abocado a lo imperioso de controlar sus impulsos más allá de Coil o de las efímeras noticias de reunión de Throbbing Gristle. De la conjunción de las dos necesidades nacería SoiSong en 2007. No debió ser fácil a priori combinar ambos mundos, aunque, a tenor de su primer elepé, xAj3z (soisong.com, 2009) —que se reeditará a finales de este mes bajo el sello DAIS—, tampoco debieron tardar mucho en leer el mismo idioma.

Editado en Tailandia, lugar de retiro de Christopherson, este disco es una vasta oda a la libre creatividad. Sin un hilo conductor aparente más allá de la plena liberación de etiquetas, los siete cortes impronunciables que se presentan se convierten en piezas únicas vertebradas en un conjunto anárquico, pero paradójicamente estructurado. Con la ayuda en el estudio del percusionista Dieter Kern (Bulbul, Fuckhead), las composiciones del dúo transitan por indescifrables entornos.

La descripción paisajística contrasta enormemente con los intentos exitosos de aislar las bases de música concreta, pero quizá la parte más inquietante es el primitivismo vocal de “Sleazy”, casi siempre desplegando un cierto misticismo enmarcado en la pulsión correcta de teclados de Pavlov o sometida a endiablados juegos en los que el ritmo que imprime el ruso es tan caótico como matemático. A veces, incluso se cuela el bromista vocoder para descolocar, todavía más, a un oyente que, con todo, no pierde el rastro.

El resultado particular instrumental de cada parte pudo conformar un estado de ánimo temporal, aunque sería mejor indicar que fueron varios. El piano, en diálogo constante con los sintetizadores o la aparición circunstancial de instrumentos de viento acompañaban desde lo radical a la sublimación de la motivación. Y es, precisamente, esa misma estimulación la que intensifica la necesidad de registrar todos esos benditos mundos paralelos de mentes como las de Pavlov y Christopherson.

Y todo ello con un embalaje especial. El arte sonoro parecía encontrar, además, su eco en el arte plástico, aunque sería más certero aludir a la papiroflexia, en concreto el origami de Yuu Soijinsan Omiya con el que se presentaría el lanzamiento. Si de por sí la rareza de este álbum es poco debatible, las de las 50 copias realizadas para vender en una serie de eventos acontecidos en la primavera y verano de 2009 no tiene parangón.

 

 

 

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