Tarwater – Adrift (Bureau B)

Si hay que agradecerle algo a Bernd Jestram y a Ronald Lippok es su capacidad de alejarse del pastiche respecto al formato electrónico. Y no es que los alemanes inventen nuevos formatos de canción, en absoluto. Como Tarwater mantienen las estructuras que siempre les han caracterizado y que han marcado una pauta de constancia habitual desde sus inicios, en 1995, aproximadamente.

Durante todos estos años, los de Berlín han firmado discos que, como este Adrift, guardan en su interior un sonido muy orgánico que, a la vez, rezuma síntesis electrónica sin querer ser techno, post o lo que sea.

El dúo, que en su época simbolizaba las virtudes de sellos como Kitty-Yo o Morr Music, muestra en este disco una madurez reposada y sesuda en la que las canciones surgen con ritmos marcados, latentes pero reposados, con ambientes que parecen seguir una línea de continuación a lo largo de toda su duración.

En ella los medios tiempos y las frecuencias ofrecen gratos momentos como «Adrift», «The Glove», «Homology Myself», «Coconut Signal», la intrigante «They Told Me In The Alley» o la exótica «Ray». Pasajes que parecen alianzas entre unas bases rítmicas que son las columnas que sostienen a voces, convincentes entre la aparente frialdad, el desapego, la entonación germánica aunque canten en inglés y la observación. Porque cada uno de los cortes de este trabajo es una transmisión de convicciones.

Tarwater sopla aires que pueden sonar a dub, jazz, synthpop, post rock y mil cosas más, pero los llevan a su terreno de frecuencias, fraseos y percusiones entregando un álbum que suena a ellos, con robustez y conocimiento de recursos y potencias. Un disco serio, que observa y que es un laboratorio en el que perfilar las trece aristas de un dúo con personalidad que se ha marcado un álbum para curiosear y disfrutar.

 

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