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Tulsa – Amadora (Tulsa)

La música de Miren Iza siempre ha tenido un tono confesional, tratando temas íntimos con una clarividencia y una capacidad expresiva admirables. A lo largo de una discografía siempre estimulante con su proyecto Tulsa, el interés que han ido suscitando sus lanzamientos ha apuntado tanto al impacto inherente asociado a sus letras como a su talento innato para la melodía, mirando de tú a tú a situaciones cotidianas que vehiculan las relaciones humanas en su plano más creíble y descarnado, desprovisto de adornos o máscaras. De esta manera, ha ido elaborando un diario existencial de enorme valía que sigue alimentando con relatos de profunda carga emocional que atrapan al oyente con su mezcla de realismo e ironía.

Tras el enorme Ese Éxtasis, disco del año para la redacción de Muzikalia, continúa perfeccionando su fórmula para conseguir con este soberbio Amadora dar una vuelta de tuerca a su propuesta y encarar sin titubeos la temática que rodea al dolor experimentado por las mujeres a lo largo de su vida, haciendo suyas vivencias desgarradoras que las han ido colocando en el punto de mira a todos los niveles, desde lo familiar a lo social, desde lo laboral a lo cultural.

La experiencia que le otorga su profesión como psiquiatra ha desembocado en una consiguiente reflexión sobre la cantidad impactante de testimonios que giran en torno al agotamiento físico y mental que sufren tantas y tantas mujeres, tantas y tantas cuidadoras, tantas y tantas amadoras. Y es que Amadora reside en cada mujer que entrega cada pedazo de su ser a sacar a delante a los suyos tras enfrentarse a sus exigentes jornadas laborales fuera de casa, habitando cada surco de estas diez canciones que funcionan como un todo indisoluble en el que cada verso pellizca y agita conciencias, enseñando una realidad a la que mucha gente parece querer dar la espalda.

Así ha ido construyendo toda una experiencia inmersiva en la que bucear permaneciendo alerta y  prestando atención a cada detalle en lo lírico, mientras el sonido suena más desnudo esta vez, cediendo espacio y protagonismo a unos textos sin desperdicio. En una propuesta valiente y muy en sintonía con lo visual del concepto que lo envuelve, la banda ha presentado el disco arropada por una representación teatral a cargo de María Velasco, con tres actrices interpretando a tres Amadoras diferentes.

Se trata de material altamente inflamable nacido para trascender, y que resulta crudo y conmovedor a partes iguales. El pulso sereno y desnudo de  “Tacones Lejanos”, casi reverencial,  nos hace sentir que estamos ante algo importante. Algo que constata esa sentida referencia a su madre en unas líneas con las que es fácil caer hipnotizado entre recuerdos e imágenes salpicadas de emotividad: “Eras para mí como un cielo estrellado de verano al que mirar sabiendo que nunca se va a alcanzar” proclama Miren mecida por una tenue línea de guitarra, sin prisa para conquistarnos. Apenas hemos entrado en materia cuando comienzan las alusiones a ese dolor del que antes hacíamos referencia. “Me duelen las pestañas, el pelo y el maléolo tibial” configuran un triángulo maldito a modo de metáfora en “Cuando Venga El León Pálido”, rotunda e incisiva, alcanzando allí donde parece que el sufrimiento no puede extender sus tentáculos. Entramos entonces en una secuencia clave para acabar por definir la atmósfera del disco, con un trío de letanías a media luz que parte de la sinuosa quietud de “Una Parte De Mí”, continúa con “SANTAMÁRTIR”, en la que el himno de Santa Águeda abraza la habilidad que atesora Miren para retorcer la historia bajo un telón de aparente pulcritud en lo musical, algo sobre lo que hacía hincapié precisamente en su reciente entrevista en la web, y remata en la ensoñadora “Amor o Transferencia”,  clarividente reflexión sobre la relación que se establece entre terapeuta y paciente. Un vínculo que trasciende la frontera de lo imaginable ante una sociedad cada vez más exigida y exprimida, lo que sumado a las tensiones de un sistema de salud al borde del colapso, ha llevado a la artista guipuzcoana a tomarse un respiro y poder adquirir perspectiva desde la distancia.

El sentido del humor funciona como el mejor antídoto frente a la situación límite que plantea “024”, título que hace referencia al teléfono de atención al suicidio, y que alberga una de sus mejores composiciones hasta la fecha. Alcanzado este punto de inflexión, “Melocotón”, pura ambrosía pop, funciona como el flechazo más directo y conciso del álbum, ese que insufla aire y cierta (agradecida) ligereza llevado por un delicioso beat dibujado por el productor Ángel Luján, con el que ha conseguido concretar ese sonido tan característico y con el que se le ve tan cómoda. Es el momento para aparcar la contención y dar rienda suelta a la espontaneidad. Le secundan “Laguna” y “No Quiero Hacer Historia”, otros dos singles incontestables sobre la amistad y su visión escéptica vista en perspectiva respectivamente. Dos arrebatos melódicos que arrancarán sonrisas cómplices a los seguidores de pata negra, antes de que “La Estrella” eche el cierre zarandeada por su sugerente piel sintética a un nuevo ejercicio de subyugante belleza artística que bien podría constituir el eslabón más convincente de una trayectoria intachable.

Escucha Tulsa – Amadora

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