Adam Green – Sixes and Sevens (Rough Trade/Sinnamon)

Sixes and Sevens es una expresión que en muchos países anglosajones puede utilizarse para describir un estado de total confusión o desorden, y quizás también sea una buena forma de titular un disco que, a primera vista, sorprende por heterogéneo o incluso contradictorio. Afortunadamente, el despiste desaparece en seguida. Sobre todo porque es el propio Adam Green el que, subtitulando el disco como The Magical America, nos aporta la suficiente coherencia para entender que lo tenemos en nuestras manos, no es más que el jukebox de un bar de carretera perdido en mitad de alguna de las autopistas polvorientas que cruzan de los Estados Unidos de este a oeste.

Como si de un Kerouac adolescente y teñido de irreverencia se tratase, el Orgullo del sur de Central Park narra, a través de la nada desdeñable cantidad de veinte canciones, un viaje que discurre a lo largo de la variedad musical de un país inmenso y compuesto de folk, rock, jazz, gospel, soul o pop.

Acompañado de nuevo por un equipo al que conoce de sobra desde hace varios discos: Dan Myers (productor), Josh Hager (guitarra), Steven Mertens (bajo), Parker Kindred (batería), y Nathan Brown (teclados), el ex Moldy Peaches (por cierto curiosamente renacidos tras el éxito de Juno), no ha dudado en incorporar nuevos colaboradores como el jazzista Don Cherry para afrontar una tarea en la que le hacía falta una mayor versatilidad sonora. El resultado ha sido un acierto. Mientras el peso de los temas sigue recayendo sobre la firmeza de la voz de Adam, la elegancia de las melodías y la suavidad de las guitarras, las pequeñas sorpresas que contiene Sixes and Sevens – metales (tubas), coros de gospel, silbatos o cuerdas -, tiñen discretamente el sonido para producir una extraña sensación de americana ubicuidad, en un disco compuesto simplemente por lugares.

De Nueva York (“Morning after Midnight”, “Be my Man”) a Nashville (“Cannot Get Sicker”, “Grandma Shirley And Papa”) pasando por Texas (“Drowning Head First”, “Homelife”), o de Chicago (“That souns Like a Pony”, “Leaky Flask”, “When A Pretty Face”) a Los Ángeles (“Twee Twee Dee”, “Broadcast Beach”), lo importante siempre es el viaje, nunca el destino.

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