Beach Riot Fest (Discoteca Ku) Benidorm 5 y 6 de mayo

Tal y como hemos ido contando, tanto en artículos, como en la entrevista que mantuvimos con parte de la organización; el Beach Riot Fest ha celebrado su segunda edición el pasado fin de semana, en lo que podríamos decir – sin miedo al equivoco – que el festival ha dado un gran paso en referencia a la primera edición. No solo por la cantidad de bandas, sino por la calidad, sin menospreciar a las del pasado, por supuesto. Pero en esta edición se han contado con más bandas internacionales, leyendas y formaciones punteras en estilos como el punk, hardcore, metal, post-rock, stoner etc.

Así, los organizadores del Beach Riot Fest han logrado tener un festival con estilos musicales diferentes, congregando a público variopinto, sin que por ello pareciera un batiburrillo sin personalidad, como pasa con otras citas más grandes.

Llegábamos el viernes a la mítica discoteca Ku, conocida por todo el mundo como “El Ovni”, que llegó a ser la discoteca más grande de Europa en los años setenta. A modo de pequeño homenaje, os cuento que el nombre primigenio del Ovni fue CAP 3000, ligado a un concepto revolucionario de discoteca, no solo por la forma de platillo volante, también por ser pionera en aunar sala interior y jardines con escenario al aire libre, con una piscina y un puente cruzando esta. En los primeros años llegaron a actuar: James Brown, The Foundations, o Slade. También, a lo largo de los años, se ha llegado a crear la leyenda urbana de la supuesta actuación de los mismísimos Led Zeppelin en la discoteca, pero no existe documentación al respecto por ninguna parte, no así de los anteriormente citados.

Pero regresemos del pasado al presente sin traernos nada de allí, para no alterar el natural devenir del tiempo. Llegábamos a la hora para acreditarnos, soltar el pequeño equipaje y llegar a ver la totalidad de la actuación de El Altar del Holocausto. La banda salmantina fundada como dueto en 2012 han llegado a 2023 como cuarteto y se han posicionado como un nombre a tener en cuenta en el post rock-metal instrumental, girando por toda Europa y con tres trabajos de estudio más que aconsejables.

En su “homilía” del viernes en el Beach Riot pudimos escuchar parte de su repertorio clásico, como algunas de su excelente nuevo disco. Su puesta en escena y su sonido no dejan indiferente y su tecnicismo a la hora de encarar su bolo se combinó perfectamente con espontaneidad a la hora de conectar con el respetable. Final apoteósico con parte con uno de los guitarristas ya fuera del escenario, mientras sonaba “Lucas I, 26-38”.

Con una propuesta radicalmente diferente, tanto en lo estético como en lo musical, llegaban la banda de Alabama, Le Bains III and The Glory Fires, que comenzaron su concierto de manera veloz y con una sala todavía a medio gas de público, que apuraba cervezas y visitaba el mercadillo exterior al frescor de la noche benidormense. El espacio interior de la Ku se fue llenando, gracias a la llamada de su carismático frontman.

Una curiosa mezcla de rock sureño, punk y algunas veces incluso power pop en las melodías vocales. Sonido de raíces muy americanas que contrastaba con el incendiario discurso político de sus letras y consignas revolucionarias entre canción y canción, recordándome en muchas ocasiones a los grandes MC5. El bueno de Lee pulió cera para muchos, para los conspiradores de las teorías reptilianas y de los chemtrails, para los republicanos, para los homófobos…

Venían a presentar Old-Times Folks (2022 Don Giovanni Records) y en eso se basó la mayor parte del set.

Aunque no hubo cabida para medios tiempos, paradas, o algo que mermase la urgencia y la vitalidad de su concierto, los momentos más álgidos de este se vivieron en los últimos momentos, cuando Lee se bajó del escenario, al grito de “todo el poder para el pueblo”, en perfecto castellano (mención especial a este hombre que intentó de manera encomiable comunicarse en nuestro idioma con un entregado público) dejando su guitarra a pie de escenario, para que todo aquel que quisiese la tocase. Con mayor o menor acierto – más bien lo segundo – el instrumento fue pasando de manos en manos, mientras él cantaba entre los presentes y la base rítmica finalizaba con el tema “Dirty Tracks”. Divertidos e incendiarios a partes iguales.

Una nutrida de viejos punks británicos había comprado la entrada de único día para una de las estrellas del festival, está claro que hablamos de U.K. Subs. Charlie Harper, cuyo nombre real es David Charles Perez, había anunciado su retirada de los escenarios tras casi cincuenta años de carrera a sus espaldas, dejando atrás más de veinte álbumes de estudio y un legado musical y cultural indiscutible. Así, la discoteca Ku lucía un colorido nunca visto, entre crestas que desafiaban a la ley de la gravedad malamente (las de los británicos de la casi tercera edad) y otras perfectamente atusadas, de los más jóvenes.

El bueno de Charlie se ganó su apodo de “abuelo del punk” incluso en sus comienzos, mientras los miembros de las bandas coetáneas, Pistols, Damned, Clash etc. apenas pasaban de la veintena, él ya tenía treinta y cinco años cuando sacó el primer disco de U.K. Subs.

Comenzaban con “Emotional BlackMail”, “You Don´t Belong”, “Endangered Species”, para continuar tocando una gran selección de su amplísimo repertorio, entre las que destacarían: “Tomorrow Girls”, “Warhead”, o “Riot”.

Está claro que la voz del gran Charlie Harper ha vivido momentos mejores, pero a sus casi ochenta años yo firmaba por tener la misma forma y fondo que él, además el resto de la banda cumplieron de sobra y algunos temas en los albores de su concierto, como: “I Live In a Car”, “Keep on Running”, o “Party in Paris” nos hicieron – literalmente – volar en el dancefloor de la Ku. Después del concierto se pudo ver a Charlie Harper cerveceando y viendo a los otros grupos, lo dicho; este tipo está hecho de otra pasta.

En definitiva, despedida por todo lo alto de los londinenses. Te echaremos de menos, Charlie.

Mientras el freak show de Galactic Demons hacía de las suyas en el escenario Heretic exterior, aprovechábamos para apurar unas cervezas a precios más que razonables – algo que es de agradecer a la organización – y esperábamos a salvo del insufrible calor del interior del Ovni a que comenzasen las gallegas Bala.

Galactic Demons, por si no los conocéis es un grupo de performances, entre los que se incluyen: escupe fuegos, una chica faquir, una marciana de tres pechos (ese guiño a Total Recall de Paul Verhoeven ya vale todo el espectáculo) y otros personajes del espacio exterior. Si pasan por tu ciudad, no te los pierdas.

Bala, el dúo femenino de Galicia, conformado por Violeta a la batería y Anxela a la guitarra, se bastan y sobran para montar la mundial y parecer ser una formación de ocho personas en vez de dos. Bala sacaron su primer larga duración en el 2015 e irrumpieron en la escena del punk y el metal arrasando con todo. La fuerza de sus composiciones, así como la originalidad de ser únicamente guitarra y batería, confería a su sonido cierto halo de música inclasificable.

Lo cierto es que, ocho años después e inmersas en la grabación de su cuarto álbum, ya han tocado por toda Europa y se han forjado un nombre en toda la escena. Su concierto en el Beach Riot, fue un revulsivo necesario para tan altas horas de la noche e hizo que la sala subiese más aún su, ya de por sí, alta temperatura.

“Agitar” de su último álbum hasta la fecha; Maleza (Century Media Records 2021) fue la encargada de dejar claro de lo que iba esto, de machacar cabezas. “Human Flesh”, o “Quieres entrar” sonaron apabullantes mientras ellas no paraban de dar las gracias a todo el mundo por su entrega. Homenaje a Nirvana incluido con su versión de “Territorial Pissings”. Muy grandes y necesarias.

Una de las joyas semi ocultas de esta edición del Beach han sido los británicos Eater. La historia de la banda se remonta también a finales de los setenta en el norte de Londres, en plena efervescencia del punk. Podríamos decir que la historia no fue muy justa con ellos, pero al final sí que han sido reconocidos como precursores del punk londinense y su único L.P; The Album (1977 The Label Records) fue reivindicado por figuras como: Henry Rollins, o Ian MacKaye (Fugazi, Minor Threath).

Los nuevos y reformados Eater cuentan con su líder y único miembro fijo a través de los años; Andy Blade, un frontman punk a la vieja usanza, que recuerda mucho a Johnny Rotten en las poses; y la totalidad de la banda londinense de punk Jo-Jo & The Teeth. Lo que le da un sonido realmente actualizado y muy potente. Algo que le hacía falta al mencionado disco, ya que la paupérrima producción de este nunca hizo justicia a unas canciones sin fecha de caducidad.

Cero sorpresas en su concierto, tocando la totalidad de The Album con ganas y actitud. Temas como: “Public Toys”, “You”, o “Room for One” volvieron a sonar en algo mucho mejor que nuestros platos. La segunda guitarra les da un aire en directo a las primeras grabaciones de Radio Birdman y a Andy Blade se le notaba contento y seguro en el escenario. ¿Estaremos ante la reunificación definitiva de la banda? Esperemos que sí. Para ir terminando otro de sus temazos; “Thinkin´of The U.S.A.”, que me fue acompañando en mi cabeza de regreso al hotel por las calles de Benidorm.

La segunda jornada del festival comenzaba ya a mediodía con unas paellas que se preparó el propio Turis, uno de los organizadores, mientras Grima (no confundir con los black metaleros rusos) y su stoner roñoso rompían tímpanos. Contrastó con el sonido cristalino del post rock de Whale Nado, dueños de unas canciones épicas, muy adecuadas para el día.

A los platos estaban la pareja de D.Js compuesta por: Rebeca y Juan, que animaron al personal a base de rodajas de plástico a 45 revoluciones.

La difícil tarea de comenzar los conciertos interiores de por la tarde fue para las madrileñas Bones of Minerva, que no tuvieron reparos en sacar su artillería pesada a las siete de la tarde, una hora no apta para su aplastante sonido. Con todo el hándicap de los horarios, una sala al principio casi vacía y algún que otro tema técnico que se salvó rápidamente, el cuarteto femenino sacó a pasear temas como: “Madre”, “Cuna”, o “Forest”, que rápidamente conectaron un público que comenzaba a llenar la Ku poco a poco.

Es todo un espectáculo escuchar los registros vocales de Eustaquia Rodriguez, que van desde los sonidos guturales a voces casi oníricas en una misma canción, hasta pasar casi por el flamenco, mientras las otras tres montan una tormenta de metal progresivo, o doom metal en otros momentos. Para ir finalizando otro de sus temas estrella de su último disco en Aloud Records; Embers 2022, “Fuego”, con la que volvieron a dejar patente la versatilidad de una banda muy a tener en cuenta.

Llegaba la hora de una de las formaciones más esperadas por el público punk más joven, los tinerfeños Tensö. Una banda que ya lleva tiempo sonando en circuitos alternativos y es que son muchos los que no han tardado en calificarlos de algo así como; “la gran esperanza del punk patrio”. La verdad es que Tensö llevan tocando en centros autogestionados y casas okupas bastante tiempo y ellos mismos abogan por la autogestión y el DIY, lo que no es óbice para que ahora comencemos a verlos en salas y festivales independientes como el que nos ocupa.

Sea como sea, los chicos en escena lo tienen todo, imagen, juventud, actitud y canciones cortas, precisas y con gancho. No hay que negarlo, su puesta en escena por simple y directa, es una imagen muy potente, tienen las claves para que todos nos fijemos en ellos; son insultantemente jóvenes, tienen actitud y canciones. A nivel estético son fotografiables a tope, lastima de esas luces prácticamente inexistentes. Lo que me hace pensar que algún día tendremos que abrir el melón de esa “moda” de escenarios a oscuras y público iluminado.

Si no me falla la memoria comenzaron con “Malditos malnacidos”, ideal para poner los puntos sobre las íes, con esos riffs entrelazándose con la diatriba nerviosa de los dos metros del vocalista y guitarrista; Hernan. El concierto sobrepaso sobradamente las expectativas, tanto de los punkies de primera fila, como los que preferían mantenerse en segunda fila, a salvo del pogo.

Atención a temas como: “Viene la ansiedad”, o “Voy a matarte”, incluidas en su primer L.P, La generación de cristal (Hermano mono 2022).

Paul Fenech al frente de The Meteors prohibió, a través de sus matones malencarados, las fotografías durante su concierto. No hay fotos, no hay reseña de tu concierto, así lo indica mi libro de estilo ideado por mí mismo.

Así que fuimos a la zona de la piscina a tomar el fresco y a dar buena cuenta de otra de las actuaciones de esa pandilla de locos, llamados Galactic Demons.

Llegaba la hora de otro de los cabezas de cartel indiscutible, los rusos Moscow Death Brigade, que con su mezcla de estilos han logrado unificar gustos musicales y estéticas intergeneracionales entre gente diversa. Y es que eso mismo proclaman muchas de sus letras, la libertad y la diversidad. Colocando el escenario como podían, ya que no había mucho espacio para la parafernalia que llevaban, hacían las primeras pruebas de sonido y con ellas ya los primeros pogos, lo que me llevó a preguntarme “¿Qué demonios vais a dejar para el final?”.

El primer cambio que veíamos es que el trío ahora es un cuarteto, ha entrado una chica a las voces, desconozco el nombre, así como la cara, ya que – como sabéis – Moscow Death Brigade se mantienen en el anonimato bajo sus mascaras. Comenzaban con esa suerte de rap-grime-hardcore titulado “Renegade Stomp”, para continuar con “It´s Us” y la sala a punto de reventar. Por si no fuera suficiente, el tercer tema sería su hit inapelable “Brother & Sisterhood”, toda una declaración de principios que les hizo famosos en muchos círculos.

“Bad Accent” precedería a “Feed the Crocodiles” en la que, como es natural, sacaron a pasear a su mascota el cocodrilo, luchando bravamente contra la lipotimia. Por supuesto que no pudieron faltar otros de sus temas estrella, esa base thecno de los 90´s con canticos hooligans; “Never Walk Alone”, o el hardcore electrónico de “Boltcutter”.

Entre bloques de tres o cuatro temas, aprovechaban para alguna arenga antifascista, así como alguna explicación que otra acerca de dónde va el dinero recaudado por la venta de sus camisetas, los rusos están metidos en mil asociaciones de charity, en su web lo detallan todo.

En fin, que ellos son así, los tomas o los dejas. Yo los tomo.

Milkhouse fueron una histórica banda de hardcore formada a mediados de los noventa y están de vuelta con muy buena forma, hay que decirlo. Los cartageneros comenzaron su concierto advirtiendo que no iba a ser igual, dando a entender que había pasado los años, es decir; excusándose. Desde mi punto de vista, mal hecho, por dos motivos claros. El primero es que eso no es una actitud rocanrol y el segundo y más importante, es que su concierto fue de diez.

Nunca tuve la oportunidad de verlos en su época, pero me doy por contento por haber disfrutado de ese torbellino hardcore y de haber sudado temas como: “No quiero volver”, “No podrás”, o “Da igual”. Esperemos que esta reunión sea un regreso total.

A punto de finalizar el festival, al menos en lo tocante a bandas, un nutrido grupo de chavales con chupas vaqueras parcheadas esperaba en primera la fila la salida de los catalanes Crisix. Y es que la cuota de thrash metal de este año se ha cumplido de manera muy certera con el quinteto de Igualada.

Los directos de Crisix siempre ha tenido fama de ser demoledores y todas las críticas y comentarios así lo han dicho. De lo mejor de la escena del thrash nacional, con permiso de Angelus Apatrida. Lástima que el sonido no acompañase, algo muy importante para este tipo de bandas. Con todo y con eso, efectivamente su directo es brutal y con todo lo que cualquier aficionado al género pueda esperar.

La omnipresente simpatía y presencia del frontman Juli Bazooka es de un valor incalculable en directo y la manera de conectar con la gente desde los primeros minutos, hacen que se olvide un mal sonido. Trallazos como: “Bring ´em to the Pit”, “Full HD”, o “Get Out of My Head” hicieron las delicias de los “headbangers”. El “Ultra Fucking Thrash” de esto tíos conquistará el mundo.

Llegábamos así el final de la segunda edición del festival, con la sensación de haber vivido algo especial, hecho con cariño desde la organización; y con la certeza de que hay festivales que no son solo negocios. Larga vida al Beach Riot Fest.

Fotos: Esther Brasero y Fernando del Río

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