Beck – Guero (Universal)

El chico blanco que jugaba con negros y latinos, el rubito, el güero, tiene nuevo disco, y desde el primer minuto deja claras sus intenciones. No se sabe si por exigencias de la multinacional con la que publica sus discos “comerciales” o simplemente por darse el gustazo, Beck se ha propuesto rescatar el espíritu de Odelay, y eso le ha valido la crítica despiadada de más de un plumilla acomplejado. Cierto que el impacto del “original” fue brutal, de hecho, a más de uno nos abrió las orejas de par en par. Entonces no lo sabíamos, al menos yo, pero lo que llamaba la atención de aquel disco, además del perro peludo saltando en la portada, eran aquellas melodías retorcidas, la convivencia perfecta de electrónica y acústica, una amalgama de estilos diferentes, hip-hop, folk, rock, pop, soul, bossa nova, … Le podía haber salido un batiburrillo sin pies ni cabeza, pero el disco funcionaba, vaya que si funcionaba. Pues bueno, de Güero se puede decir lo que se quiera, que es un remedo, que si revisionarse a uno mismo no está bien, bla, bla… boberías, porque este disco, también funciona. Y el que no lo vea es que ha perdido algo por el camino.

Comienza el disco con “E-Pro”, y un riff de guitarra contundente, una entrada en toda regla -kickin the door with my boots-, y ya se nota el trabajo a los beats de los Dust Brothers (sampleado a los Beastie Boys incluido). Después, la juguetona “Qué Onda Güero”, una especie de retrato loco de una calle mejicana, sampleados a los paisanos incluidos, divierte tanto el ritmillo molón del sintetizador como los atrevimientos en español del Hansen, –qué putas?-. Sigue “Girl”, casiotone para dar la salida, ambiente playero, palmas y coros surferos –hey, my summer girl -. Tres de tres para empezar.

Pero es que lo que que queda por llegar está igual o por encima. “Missing” es una preciosa canción a un amor perdido, bossa nova bien entendida, una melodía lánguida, apuntalada por unos arreglos de cuerda exquisitos, y una guitarra prestada de Vinicius de Moraes. “Black Tambourine” y “Earthquake Weather”, son pure-funk, el primero más groovie, y el segundo más a lo Prince (si buscan hasta encontraran aquí a los Temptations). Así, estamos a la mitad del disco y ya tenemos razones más que suficientes para colocarlo entre lo más destacado de lo que va de dos mil cinco. Quedan todavía ocho canciones, y muchos momentos especiales, algo más de espacio para la electrónica en “Hell Yes”, a Jack White (Stripes) dándole al bajo en “Go It Alone”, o la psicodelia pop de “Rental Car”, otro de los singles claros, con más palmas, teclados sesenteros y una guitarra distorsionada rematada por un delicioso coro de muchachas. Y hasta un tema de regalo, que son muchos más en la edición especial que también hay disponible del disco.

Que sí, que vale, que Güero se parece mucho a Odelay, pero digo yo, qué importa eso cuando el disco contiene un puñado de canciones que están, sin duda, entre lo mejor que ha compuesto el californiano en años. Y es que Beck sigue molando más que el plátano al mono.

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