ConciertosCrónicas

Biznaga (Sala La Trinchera) Málaga 15/02/25

Tras la cancelación a última hora de los murcianos Perro por causas de fuerza mayor, el menú preparado y presentado por los organizadores del Festival Brisa para la noche del sábado en La Trinchera malagueña quedaba centrado en unos Biznaga en excelente estado de forma, presentando las bondades del aguerrido y necesario ¡Ahora! (Montgrí, 2024), un disco que es mucho más que un puñado de canciones: un diario de a bordo de un momento en el que, ya con el agua al cuello, necesitamos sacar la cabeza como sociedad, sea como sea. Los problemas se amontonan sin que se atisbe solución a corto plazo, y los madrileños ponen música al descontento alimentados por el  inconformismo con su rock de tintes melódicos que sacude conciencias y se niega a hincar las rodillas.

Himno tras himno, se sucedieron los trallazos marca de la casa con la temática sobre el conflicto de la vivienda como punta del iceberg, pero sin limitarse a disparar sólo en esa dirección, y es que son muchos años haciendo las cosas mal, asistiendo, en términos tenísticos, a un peloteo entre las fuerzas políticas predominantes de tintes desesperantes, en el que el intercambio de golpes redunda en una inacción que sufren cada más y más personas. Desamparo, dejadez y abandono que impregnan a los distintos ámbitos que configuran nuestro día a día y a los que ponen voz los dardos envenenados que lanzan unos Biznaga consolidados ya como una realidad necesaria en el entramado del indie patrio, que evita mirarse al ombligo o tirar del tan manido buenismo tras más de una década de trayectoria solvente y en claro ascenso.

Lo suyo es un no parar de estribillos robustos e implacables, arropados por una base rítmica rotunda y atronadora que ha ido ganando en solidez al tiempo que su cancionero crecía en pegada. Arrancaron con la ya mítica “2K20” y a partir de ahí, fueron las canciones del mencionado ¡Ahora! y del anterior Bremen No Existe (Montgrí, 2022) las que cobraron mayor protagonismo, orbitando alrededor de la denuncia social a lomos de las inapelables “Contra Mi Generación”, “El Futuro Sobre Plano” o “Espíritu del 92” o de esa cruda realidad que nos lleva a liderar rankings en consumo de ansiolíticos o psicotrópicos para escapar bien lejos, como si esa fuera la solución (“Lorazepam Y Plataformas”,  “Benzodiacepinas”) para acabar sintetizando el desastre en el “Espejo Del Caos”. No faltaron los singles con tinte amargo “Domingo Especialmente Triste” que en estudio tan bien abriga la voz de Isa de Triángulo De Amor Bizarro, o con sabor a esperanza “Madrid Nos Pertenece”, y es que los conciertos de Biznaga no ofrecen respiro con esa descarga visceral y honesta que los caracteriza y que dignifica el papel de la música como herramienta agitadora del malestar generalizado.

El público respondió llenando la sala y gritando puño en alto cada una de las líneas de unas letras con las que multitud de jóvenes y no tan jóvenes se sienten identificados, sumándose a una causa que aúna discurso creíble y evolución musical dentro de unas coordenadas a las que el combo madrileño ha sabido añadir su propia personalidad, hasta resultar del todo reconocibles a golpe de riffs incendiarios y de actitud a prueba de bombas. Una vez más, la banda que en su día formaron dos malagueños que se conocieron en Madrid, Álvaro García (voz y guitarra) y Jorge Navarro (bajo), nos regalaron en su tierra natal un bolazo sanador con el que digerir la decadencia con dignidad y canalizar la rabia acumulada.

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