Depeche Mode + Motor – Estadio José Zorrilla (Valladolid)

El ciclo se repite con una periodicidad aproximada de cuatro años. Depeche Mode lanza un nuevo trabajo en el que mantienen un nivel elogiable tras años en la cima, al que le sigue una mastodóntica y exitosa gira, posteriormente reflejada en su correspondiente dvd. En este caso Sound Of The Universe (2009) ha dado lugar al Tour Of The Universe, inaugurado en nuestro país en el vallisoletano estadio José Zorrilla.
Aún a plena luz del día, el techno machacón y poco inspirado del dúo franco-americano Motor, pretendió fallidamente calentar el ambiente, resultando inevitable preguntarse si el elevado precio de la entrada no debería otorgar el derecho a disfrutar de un artista invitado de más interés.
A las diez de la noche, acompañados de batería y teclista adicional, Martin L. Gore enfundado en un traje de lentejuelas plateadas, el discreto Andrew Fletcher y Dave Gahan con su clásico traje y chaleco negro, pisaban el sobrio escenario diseñado para la ocasión por el habitual Anton Corbijn. Una pantalla cubriendo el fondo del escenario, dos adicionales en los laterales, y una gran bola colgando del techo, flanquean a los músicos en este nuevo tour.
La primera parte del concierto evidenció que, al contrario que sucedía con Playing The Angel (2005) y por mucho empeño que ponga Gahan, los temas del último álbum no resultan todo lo efectivos en directo que nos gustaría. “In Chains”, “Wrong” y “Hole To Feel” no terminaron de funcionar, y hubo que aferrarse a clásicos como “Walking In My Shoes” o “It´s No Good” para conectar con el espectáculo. Pero sabemos que Dave Gahan es un frontman de otro planeta, y no por esperados sus movimientos resultan menos certeros: cuando agarró el micro girando sobre sí mismo al son de “Question Of Time”, ya nadie pudo resistirse a su atractivo. La delicada “Precious” fue curiosamente la única concesión a su anterior trabajo, antes de que Martin L. Gore reclamase su porción de protagonismo interpretando “Little Soul” y una bellísima “Home” que sigue destacando por una atroz emotividad. La intensidad se mantuvo gracias a “Peace” (la más convincente sobre las tablas de entre las novedades), “In Your Room” y la felicitación para el cumpleañero Fletcher, justo antes del momento clave del concierto.
Éste llegó con la eléctrica “I Feel You” desatando definitivamente la perfecta comunión que tradicionalmente existe entre banda y público. Sin posibilidad de repliegue, la religiosidad procesada por los fans se fundía con el descontrolado magnetismo irradiado desde el escenario, engrasando una maquinaria perfectamente diseñada. “Policy of Truth” y una “Enjoy the Silence” entonada por dieciocho mil voluntarios, antecedieron a los miles de brazos agitándose al ritmo marcado por el tatuado cantante durante el éxtasis de “Never Let Me Down”. Final perfecto para el grueso de la actuación, al que siguió un primer bis de indisimulado guiño al pasado, con el trío formado por “Stripped”, “Master & Servant” y la coreada “Stranglove”. El segundo y último extra se inauguró con una especialmente rabiosa “Personal Jesus” y finalizó, como ya es tradicional, con los dos principales artífices del grupo al borde de la pasarela abierta entre el público, interpretando en esta ocasión la preciosa “Waiting For The Night” del inmortal Violator (1990).
Poco importó a los británicos que a duras penas se superase la mitad del aforo previsto –si acaso Dave Gahan se mostró algo más comedido que en otras ocasiones-, dejando a lo largo de más de dos horas de duración, un manual de cómo debe envejecer una banda con clase. Si eso de envejecer fuese posible en el caso de los de Basildon, claro.

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