El Guincho – Pop Negro (Young Turks)

De entrada ya decimos que Pop Negro lo rompe. Mejor en todos los sentidos que el Alegranza. Lo supe enseguida en cuanto lo volví a escuchar tras unos días imbuido con Pop Negro y todavía sin saber muy bien qué pensar de éste. Entonces ocurrió algo curioso, el Alegranza me gustó menos de lo que recordaba y de golpe aprecié mucho más el nuevo disco. Me sentía como Adolf Galland tras probar el Messerschmitt 262, no era un pase adelante, era un salto hacia delante! Analogías con la Luftwaffe aparte, enseguida se aprecia un sonido más limpio, más denso y amplio, sin los samplers que abarrotaban el Alegranza, esta vez oímos una muralla de sonido a lo Tito Puente con sintetizadores. También las letras han cambiado. Ahora forman parte importante de la canción, hay que escucharlas, ya no vale con ignorarlas. Con este disco confirmamos, o descubrimos, que Pablo Díaz-Reixa es un pedazo músico y, dado que él mismo junto a Alejandro Mazzoni (Giulia y los Tellarini) ha producido el disco, un productor que ama obsesivamente su trabajo. Como prueba la detallada descripción de los créditos de cada canción, el hecho de grabar en tres estudios distintos en busca del sonido adecuado o las docenas de capas de sonido que trufan este gustoso hojaldre.

Pop Negro es un giro hacia el mainstream. De facturar sus discos anteriores en los márgenes más austeros de la industria, en esta ocasión tiene los medios y sabiduría para moldear el sonido que llevaba germinando desde hace tiempo en su cabeza. Ya no es el sonido que lo hizo triunfar en los medios alternativos americanos, deja atrás el tropicalismo y otros ismos misteriosos y se quita corsés de encima. Este es un álbum muy personal, maduro, lleno de inteligencia y con la misma brillantez melódica a la que nos tenía acostumbrados. Es mainstream no porque recuerde a este u otro grupo, ni está hecho para tal escena o la otra. Ni porque la producción tiene la extraña manía de querer sonar bien. Ni tan siquiera lo es porque homenajea a Radio Futura. Lo es porque hay una misteriosa línea que empieza con Alaska y Los Pegamoides, luego por Nacha Pop, sigue por Juan Luis Guerra, continúa con Mecano, enlaza con el David Byrne de Luaka Bop, esquiva con elegancia a Jarabe de Palo y se planta en un universo paralelo como alternativa a Shakira. Sí, los gustos fueron por otro lado pero quizás por el vuelo de una mariposa en Pekín no hemos visto a los Príncipes de Asturias en los conciertos de El Guincho.

La envidia, la íntima gangrena del alma española como la escribía Unamuno, nos hace muchas veces exigirle más al “indiano” de Pablo Díaz-Reixa que a otros artistas mucho más acomodaticios y sin la tarea de ojeador de nuevos talentos locales que ejerce éste. A veces preferimos una confortable mediocridad. Si alguien a estas alturas sigue dudando que si Pablo no existiera tendrían que inventarlo, tengo malas noticias. La envidia tiene cura, la estupidez no.

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