Enric Montefusco (Teatros del Canal – FIAS 2023) Madrid 15/03/23

Escribía no hace mucho en estas mismas páginas sobre  las virtudes que, tras sus merecidas y necesarias escuchas, encontré en Viaje al centro de un idiota (22), el último trabajo de Enric Montefusco.

Quedaba cerrar el círculo correspondiente a la concepción de la obra a través del visionado de su correspondiente representación teatral. Y, la verdad, podía esperar mucho de ella, pero lo que aprecié la noche del miércoles en Madrid me dejó en un estado de shock del que tardaré tiempo en librarme.

Desde los tiempos de Standstill, ya eran conocidos los juegos e interacciones artísticas interdisciplinares a las que nos sometía placenteramente el combo, pero creo que Enric nunca había conseguido de una forma tan nítida y ajena a todo forzamiento acoplar las piezas de un puzzle como ahora.

Una puesta en escena limpia, simbólica, plástica y ágil convirtieron la función en un auténtico tobogán de sensaciones en las que se perseguía por encima de todo una de las maniobras más complicadas para un ser humano: la de conseguir perdonarse a uno mismo y darse una nueva oportunidad.

La primera parte del disco, Infierno, transcurrió oscura y con una sustancial carga dramática, acompañando al músico elementos escénicos, objetos e iluminación medidos y ajustados a la perfección para conseguir una transmisión ensamblada con el transcurrir de las canciones. Notable también la interpretación del actor acompañante, Xavi Bobés, inquietante y llamativo doppelgänger de nuestro protagonista.

Sobrecogedor asomó el spoken word de “La escalera oscura”, bello y grave el canto de “Bona nit”, de características compositivas de sobra conocidas para quienes somos seguidores acérrimos de la carrera y pantanos emocionales de Enric, y sorprendentemente contextualizada la manera de plasmar “El Sandunguero” en esta historia.

La segunda parte, Purgatorio, -sin posibilidad de Cielo por mucho que uno se empeñe, al parecer-, conmovió por su profundo lirismo, con un Montefusco armado de guitarra acústica y sentado en una silla.

Unas proyecciones caseras que basculaban desde el paisajismo acogedor que promete una nueva vida hasta el hogar reconocido donde redimirse, servían de telón de fondo para que la bonita voz de Enric, radiante y expansiva, nos conmoviera por dentro desde el arranque trufado de belleza sublime que es “Como en los cuentos” hasta llegar a la purificación final de “Piel roja”.

Durante el trayecto, nuestras silenciosas y tímidas lágrimas fueron compañeras de asiento que se empeñaron en no dejar del todo claro si la sensibilidad nos va a matar alguna vez o si es el único remedio que nos queda para seguir viviendo hasta el más puro final.

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