Entrevistamos a Fernando Alfaro

Fernando Alfaro es una pieza necesaria para entender el panorama independiente patrio de los últimos 30 años, tras haber liderado a Surfin’ Bichos y posteriormente a Chucho, además de acumular una generosa carrera en solitario. La última (y bendita) ocurrencia del albaceteño consiste en revisar varios temas de su cancionero, seleccionados de entre sus diferentes proyectos para, junto a un puñado de cortes inéditos, prensarlos en un álbum semi-acústico. Contactamos telefónicamente con el músico para conocer más detalles de Sangre en los Surcos (2018), a lo largo de una charla de más de media hora que reproducimos de manera íntegra.

Creo que la idea de rehacer tus canciones en este formato semi-acústico del disco “Sangre en los Surcos” (2018) vino después de escuchar la serie “American” de Johhny Cash ¿Es así? ¿Qué es lo que te cautivó de esos discos?

Más que la idea, fue una referencia que usamos para entendernos entre la gente de la compañía y yo, y luego con los productores en cuanto a cómo debía ser la grabación. Tenía que ser algo muy espartano, como en los primeros discos de esa serie de Johnny Cash. Algo en plan, colocarle al tipo ahí un micrófono a la voz y otro a la guitarra y prácticamente interpretar en directo las canciones. Así lo hicimos con algunas canciones, pero luego también adoptamos el concepto de Cash en los últimos volúmenes de la serie, en la que ya entra algún instrumento más. La base principal sigue siendo la voz y la guitarra acústica del tipo, pero entran a modo de apariciones fantasmales instrumentos y otros elementos… todo muy sobrio, en cualquier caso. Por eso hablábamos de este disco, solo que luego lo utilizaron en la hoja de promoción… (Risas). Para mí Johnny Cash es desde hace mucho tiempo… Recuerdo que la primera vez que tuve conocimiento de él fue a mediados de los 70, cuando yo era pequeño, y fue con el disco “Ragged Old Flag” que aparecía él delante de una bandera americana roída y yo pensaba “¿Este facha quién será?” y era la época en lo que lo nacionalista americano aquí lo teníamos un poco así, con lo de “Otan No” y esas cosas. Luego ya lo escuché y aprendí a quitarme prejuicios. Además luego descubrí que este hombre no tenía nada de facha precisamente. Lo primero que me flipó fue la voz del tío: de las voces más dolorosas y curativas que yo conozco. Hay una versión que no sale en estas series que es la de “Redemption Song” de Bob Marley que la hacía a pachas con Joe Strummer, y que cuando la escuché me hundí en el océano. Esto es para explicar que yo como oyente he disfrutado mucho de Cash, pero tampoco mi forma de funcionar es componer o actuar al modo de tal o cual. Tengo mis ídolos personales, pero funciono a mi manera.

“Más que un ejercicio de nostalgia, esto es una especie de reivindicación de mi carrera”

Y ya trasladado a tu música… ¿Qué especificidades pretendías que tuviese esta referencia? ¿Qué efecto pretendías conseguir en el oyente con estas relecturas?

El mismo que en su día cuando me planteaba la posibilidad de tocar yo solo en acústico en directo mis canciones. Y en su momento no me atrevía a hacerlo. Me costaba en su momento salir a tocar con Surfin’ Bichos, así que imagínate solo… Pero la mayoría de mis canciones estás compuestas con guitarra acústica y voz, así que ya sabía que así se sostenían. Sabía que tenían unas virtudes y una inmediatez, y que se entendían mejor las letras y la propia inflexión vocal. Y que el armazón armónico sería el mínimo y con la melodía funcionaba muy bien. Y que las canciones más punk también mantenían intensidad en este formato. Así que durante mucho tiempo tenía la idea o la intención de algún día subirme a los escenarios para hacer esas versiones desnudas, pero no lo logré hasta 2004… pasaron mogollón de años. Gracias a Nacho Vegas con el que hicimos una gira conjunta en las que tocábamos cada uno nuestro set y luego nos mezclábamos y tal. Lo hice también movido por la necesidad de rescatar canciones que con la banda en la que estaba en ese momento no podía, porque tenía que tirar del repertorio de esa banda, por ejemplo con Chucho no solíamos tocar nada de Surfin’ Bichos. Esa recuperación de temas de mi repertorio fue, en su momento, una motivación también. Lo hice convivir hasta ahora, ambas vertientes: yo solo y la banda con la que he estado en cada momento. La idea vino de Universal, cuya gente me planteó la posibilidad después de ver alguno de estos conciertos acústicos. Me sorprendió, la verdad, pero acepté con algunas condiciones: una fue que se incluyesen algunas canciones nuevas. Porque después del último disco de Chucho y el último mío “Saint Malo” muy de banda y muy sofisticados, me apetecía un movimiento opuesto: un disco muy espartano y acústico. Las nuevas son como una mirada serena de recapitulación al pasado y al futuro, y por eso también quería que estuviesen ahí.

¿Por qué elegiste precisamente “Sangre en los Surcos” (un tema nuevo) y no otra canción del álbum para darle título? ¿Qué tiene esa canción que no tengan las demás para ser la seleccionada?

Porque tenía mucho que ver con el ejercicio que estaba haciendo de recuperación y de mirada serena al pasado, pero también al futuro. Tiene ese punto circular de río de sangre o vida que fluye y tenía mucho sentido. También por el objeto físico del disco: doble vinilo y CD al final.

En cualquier caso, efectivamente la parte narrativa toma mayor protagonismo en todos los temas del disco ¿Era este (de algún modo) un alegato a favor de tus letras? ¿Una forma de darle más presencia a las historias que contienen las canciones?

En cierto modo sí. Aunque es algo que siempre se ha destacado. De hecho, durante mucho tiempo me ha dado rabia que se hablase mucho de las letras de mis canciones pero no de la música. En realidad no es algo que tuviera que potenciar, pero es un hecho que en estos conciertos acústicos las letras se entendían mejor, y es cierto que acepté que sería buena idea ponérselo fácil a la gente. Pero tampoco ha sido el criterio a la hora de elegir las canciones. Ha sido una elección emocional. La recopilación de Surfin’ Bichos que publicó Sony el año pasado es un box set, es como un libro en realidad, en el que las letras tienen un lugar preferente, e insistí que pusieran el tipo de letra grande y que se viese bien, que ya vamos cumpliendo años… (Risas). Hay una reivindicación de mi obra como un continuo, de toda mi trayectoria y con todos los proyectos que he tenido. Porque he estado en tantos grupos y con tantos proyectos y sellos distintos… y parece que queda todo un poco disperso y desperdigado… Y yo tenía la sensación de que todo lo que he hecho hasta ahora es un continuo, un paso lógico al anterior. Y quería reivindicar eso.

¿Qué canciones han sido más difíciles de adaptar a este formato: las de Surfin’ Bichos, las de Chucho o las de Fernando Alfaro en solitario?

Ninguna diferencia. Hay canciones que por sí mismas pueden ser más difíciles que otras. Es más por discos que por grupos. No hice una selección racional o una antología para que todos los discos estuvieses representados o algo así. Fue una selección natural. Llegué al estudio con 80 canciones que eran las que más había tocado yo solo en directo y allí iban brotando… con la que me iba dando el punto, así de claro. Y luego descubrí que casi todos mis discos al final sí están representados, salvo el último de Chucho que entonces era súper reciente, porque este disco en su mayor parte se grabó en agosto de 2016 y el de Chucho en enero de 2016. Otro que no está representado es “El Amigo de las Tormentas” de Surfin’ Bichos, supongo que porque era más un disco de banda, con canciones compuestas para ser tocadas con banda en el local. Si ahora me pidieran otra entrega, seguro que entrarían algunas canciones de este disco. No hay verdades absolutas. La inmensa mayoría de mis canciones podría defenderlas en directo en acústico, porque suelen estar compuestas así.

Eres un paradigma de la música independiente de este país y sin embargo y tal y como tú decías antes, este disco lo promovió una multinacional como Universal. Seguramente es algo anecdótico y sin mayor importancia, pero me ha llamado la atención ¿Hay alguna razón particular para que el álbum se haya publicado con este sello?

Fueron ellos los que se movilizaron para hacerlo. Pero está a medias entre Universal e Intromúsica, que sí que es un sello independiente y mi sello actual, con el que grabé mi último en solitario y el último de Chucho. De hecho esa fue una de las condiciones, que se tenían que poner de acuerdo. Otra fue que yo elegiría qué canciones iba a entrar y este no iba a ser un ‘grandes éxitos’. Y la última condición fue que yo elegiría mi Rick Rubin particular, que fue Paco Loco, completado con las canciones que grabé con Darío Vuelta. Ambos fueron productores de mis dos últimos discos, gente de mi confianza absoluta, vamos, así que es lógico. Por otro lado, ten en cuenta que gran parte de mi trayectoria he estado grabando en multinacionales: RCA, Virgin… así que no es tan raro. Por alguna extraña razón la industria musical confía en mí, no me preguntes por qué… (Risas).

Llevas tres décadas en el negocio de la música independiente de la escena nacional ¿Cómo dirías que ido cambiando ésta con el tiempo? ¿Qué ha mejorado para el músico desde tus comienzos hasta ahora y qué echas de menos de otras épocas? 

Ha mejorado muchísimo. Hay muchas más facilidades. Dejando a parte la crisis del sector, y el cambio con la revolución digital… en cuanto a la pura infraestructura del negocio musical: salas y su equipación, la profesionalización de los promotores y el tema de los festivales, los ciclos… Hay más interés. La escena se ha hecho mayor, con sus miserias, pero cuando empezamos es que no había casi ni autovías. Y aún así salíamos adelante. Fue un arma de doble filo para mi generación, porque parecía lógico dedicarte a la música y no parecía descabellado dejar una carrera a medias (como hice yo) para dedicarte a est. Porque entonces veías como la gente de la movida -nuestros predecesores- se compraba sus casas y demás. Era una profesión para vivir dignamente, y esto hoy en día es una idea bastante más descabellada.

Hace pocos meses se publicó toda la obra en retrospectiva de Surfin’ Bichos en “El Mundo Por Los Pies: 1988-1994” ¿Dirías que la sociedad está viviendo un repunte de la nostalgia? Y a nivel personal… ¿Te encuentras nostálgico?

No es nostalgia. Ehhhh… (duda bastantes segundos) Hay que decir que el 25 aniversario de “Hermanos Carnales” era una ocasión de oro, y ahí sí había una nostalgia mía y de mis compañeros (porque también son mis amigos y lo sé) por volver a tocar juntos. Había ganas entonces, porque además es el disco que todo el mundo recuerda y celebra. Ahí sí había ese punto de nostalgia. Pero justo el año antes había grabado el nuevo de Chucho todo con canciones nuevas. Y menos de un año antes el “Saint-Malo” también con todo canciones nuevas, así que en mi caso miro más al futuro que a la nostalgia. Más que nostalgia hay una especie de reivindicación de mi pasado. Llevo 30 años y parece que está todo un podo desperdigado, y quiero también reivindicar mi obra.

“Antes había grupos orientados a los 40 principales. Ahora hay grupos orientados a los festivales”

¿Da un poco de rabia ver que Surfin’ Bichos es ahora un grupo de culto y quizás bastante más popular de lo que fue en su momento? Me refiero a que supongo que será igualmente satisfactorio, pero… ¿Hubieses preferido que eso sucediese durante los años en activo del grupo?

(Risas) Sí. Tengo que decir e igual resulto un poco… cómo diría… un poco flipado (Risas) pero que ya en aquella época… A ver, yo era muy fan de la Velvet Undergorund y ya sabes eso que pasó con ellos: que los conocían cuatro en su época y luego llegaron a ser uno de los grupos más legendarios. Entonces, sin llegar a esos términos, pero yo tenía la sensación de que algo así iba a pasar con Surfin’ Bichos. Mi lucha era por evitar eso, y porque se nos conociese en ese momento, porque no me servía el rollo ese de la leyenda. Por eso nuestra ambición fue máxima, y sigo teniendo esa ambición artística. Quiero llegar al final sin dejar nada en el tintero y sin hacer concesiones o haciendo las mínimas posibles, para luchar contra ese estilo de grupo de culto… Eso de culto es que da un poco de miedo tío… suena un poco a satánico… o a católico (Risas).

El caso es que al frente de Surfin’ Bichos sentaste las bases de lo que se llamaría el “Albacete Sound” (incluyendo tu forma de cantar) que ha derivado en varios grupos y artistas, en una influencia que llega hasta hoy (por ejemplo en Burrito Panza) ¿Te ves a ti mismo como un artista influyente? ¿Qué tal sienta eso? 

Cada vez que me preguntan esto me siento un poco… embarazado (Risas)… y también desorientado. Tengo la sensación de que uno mismo es el que menos capta ese tipo de influencias en otros. Si tienes hermanos te habrá pasado, que te dicen “si os parecéis mogollón” y tú te ves súper diferente. Es difícil reconocer lo que de uno mismo hay en otro. Pero la gente lo dice, así que algo de eso habrá. A mí Burrito Panza me parecen muy diferentes, por ejemplo. Incluso la forma de cantar de Carlos es muy distinta de la mía, o eso pienso yo.

Tanto con tus grupos como en solitario, no sueles ser de esos que copan masivamente los carteles de los incontables festivales del país (ya sabes a qué tipo de grupos me refiero…) ¿Por qué crees que puedes estar un poco al margen de ese circuito? Y en esa misma línea… ¿Dirías que la escena española un poco alineada, con multitud de grupos buscando el mismo tipo de sonido?

Hace ya bastante tiempo vine a decir que si antes había grupos orientados a los 40 principales, ahora hay grupos orientados a los festivales. Típico rollo de estribillo resultón, ritmo seguro funk… de eso hay a punta pala. Y son los que tocan en los festivales, así que son inteligentes y lo hacen bien. A mí es que no me interesa eso ya. Los festivales son clónicos y hay muy pocos que sigan su línea y lleven a grupos que se salen de esa norma. Son de menor formato pero los hay. No lo estoy criticando pero es que es otra cosa…

¿Qué planes de gira hay con este disco?

Estamos saliendo ahora en formato de trío. Es una novedad importante. El disco es acústico, que refleja todos esos conciertos míos en ese formato que había hecho hasta ahora, y se suponía que iba a girar así, pero una vez grabado el disco y viendo que muchas canciones tenían esa producción con bastante instrumentación y tal que comentábamos antes, pensé que sería buena idea montar una banda de propio para poder llevar eso al directo, así que monté un trío que he llamado “Dark Folk Trio”. Me acompañan Eloy Bernal y Yoel García, que son dos músicos de aquí de Barcelona, que nunca había trabajado con ellos y estoy encantado. Se van alternando instrumentos: teclados, batería, percusión, harmónica, guitarra, bajo, banjo… Todo lo que pasa en el disco. Incluso los temas que en el disco están sólo con guitarra, en directo también los hacemos en formato trío. Luego supongo que también haré otros conciertos en formato solo, pero todos los que pueda serán de trío.

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