Entrevistamos a Biznaga, que vuelven con ‘Bremen no Existe’

Biznaga acaba de presentar uno de los mejores discos nacionales de este 2022. Sé que todavía estamos en mayo, que queda mucho por publicar y más aún por escuchar, pero desde mi punto de vista, este nuevo trabajo es toda una maravilla. Político, energético, directo como gancho en el duodécimo round.

Bremen no Existe (Montgrí, 2022) es su cuarto trabajo de estudio. Un disco en el que se acercan al pop, pero sin perder la fuerza que tanto les caracteriza. Un retrato sociopolítico certero de una juventud que vive en una eterna crisis vital. Músicas para otra generación perdida, pero que todavía no se ha rendido.

Hablamos con Álvaro y Jorge sobre como vemos este presente que nos ha tocado vivir, mientras analizamos las bases de este nuevo álbum.

“La modernidad nos suda la polla”

Es todo un placer hablar con vosotros. Lo primero de todo, enhorabuena por vuestro nuevo trabajo. Un nuevo disco que mantiene el sonido característico de Biznaga, pero lo lleva a terrenos menos ruidosos, más cercano al pop.

Álvaro: El placer es nuestro, muchas gracias. Tienes bastante razón, en este álbum hemos reducido los tiempos y lo hemos grabado con claqueta, esto hace que suene menos anárquico. También hemos utilizado diferentes tipos de guitarra, de amplificadores y hemos estado más tiempo trabajando en él. Al final, todos estos cambios se notan. Este es nuestro disco más trabajado.

Además, la portada es bastante llamativa. Tanto el título como el diseño están basados en Los Músicos de Bremen, el cuento de los hermanos Grimm. ¿Cómo surgió la idea?

Jorge: Llegamos al título gracias a la portada. Al acabar el álbum y con la idea de la portada en mente, usando los personajes de la serie de los años noventa, llegamos al título. Los temas del disco se acercan más al pop y queríamos representar una cierta nostalgia en los oyentes. Cuando tuvimos claro que la portada iba a estar formada por los trotamundos decidimos entre varios títulos, el de Bremen no Existe.

 

Algo que conecta muy bien con el mensaje de muchas de las canciones. Según la fábula, al final, los músicos nunca llegaron a Bremen. Todo estaba en el camino.

J: Claro, cobra sentido por las letras del disco. En las canciones hablamos de ese futuro perdido, de cómo ciertas expectativas no acaban de cumplirse. A nivel simbólico/ metafórico, Bremen podía ser ese futuro.

A: Las letras, la portada de los trotamúsicos, el título … Todo era una idea que se retroalimentan.

Biznaga se formó allá por el 2011, cuando vosotros dos os conocisteis en Madrid. Posteriormente, fueron entrando y saliendo diferentes miembros hasta tener la alineación completa que se presenta en vuestros trabajos. ¿Cómo recordáis aquellos momentos?

A: Empezamos con una guitarra en una habitación, solo estábamos Jorge y yo. Lo primero de todo tuvimos que pedir ayuda a una amiga para qué se encargará de la batería en los primeros conciertos. A partir de ahí se fueron sumando diferentes músicos.

He podido leer que el mensaje que poníais para buscar miembros era algo así como: Buscamos músicos que les guste la música de Television Personalities, el libro la Conjura de los necios y la serie The Office. ¿Encontrasteis muchos candidatos?

J: Anda que no hace tiempo de esto (risas). La serie The Office tenía que ser la estadounidense. El mensaje era algo así como: un guitarrista y un bajista te buscan para formar una banda, te tiene que gustar … La verdad es que no contestó mucha gente. Posteriormente, entró un amigo que se llama Herman, pero al tener que ir a Londres dejó el grupo, sustituyendo Milky.

¿Cómo fue la construcción del sonido de Biznaga?

A: Al principio era mucho más limpio. Nos fijamos mucho en guitarras rítmicas sin nada de distorsión. Es más, los primeros conciertos fueron así. Curiosamente, éramos un trío, y durante un periodo estuvimos pensando si necesitábamos un segundo guitarrista. Lo dicho, al principio el sonido era muy pobre, muy punk. Un Power trío con una guitarra rítmica muy limpia, bajos zumbones y una voz muy aguda.

Yo empecé en el hardcore. Jorge, en cambio, tiraba más por la Velvet Underground.

J: Sigo todavía, es una banda que me flipa (risas).

A: Bueno, digo de referencias sonoras al principio, a mí también me mola un montón. Pero sí, durante los primeros años pusimos muchas referencias en la mesa. Queríamos sonar pop, pero no nos salía, siempre tendemos hacia ritmos muy rápidos. El sonido cambió mucho cuando entró Pablo.

J: Aportó su visión. Entre todos vamos poniendo cosas en común, vamos encontrando nuestra voz, nuestro sitio, centrando el tiro y acotando territorio. Sabemos lo que se nos da bien, y a partir de ahí, nos toca seguir ampliando.

A: Somos una banda que escucha absolutamente de todo. No decidimos si vamos a hacer esto o lo otro, sino que simplemente sale de manera natural. Así nos vamos encontrando.

 

Vuestro sonido cada vez está cogiendo más fuerza en este país. Una especie de escena con muchísimos grupos que vuelven a las guitarras ruidosas, las letras con elementos sociopolíticos y una gran ironía.

A: Yo creo que siempre ha estado, pero ahora se le está dando más voz. A los festivales les ha dado por contratar a grupos más guitarreros, pero esto es algo que se ha hecho toda la vida.

J: Ahora es más susceptible de recabar información por parte de los medios generalistas, hay un mayor foco mediático. Puede que sea el sonido que más se lleva ahora, en ciertas partes, pero no deja de ser heredado de generaciones pretéritas.

A: Además, sonidos de generaciones hay muchas y conviven en el mismo periodo de tiempo. Fíjate en el reggaetón, un género que desde que nació siempre ha estado presente, pero ¿por qué tiene más cobertura mediática ahora?

¿Vosotros como Biznaga os sentís parte de una generación musical?

J: Bueno, generacionalmente podemos estar ubicados en un sitio, simplemente por estar en un tiempo y en un espacio concreto. No somos adalides de nada. Conscientemente como conjunto musical no nos sentimos parte de una generación concreta. Tenemos tal edad y hacemos música en este periodo y es normal que los que nos escuchan nos coloquen en un sitio. Nosotros aspiramos a que nuestra música tenga vigencia dentro de veinte años, y no que digan: tienen un sonido muy post – 2015.

La modernidad nos suda la polla, básicamente porque no existe. En todo caso son ciclos, nosotros aspiramos a tener vigencia en el futuro por ser honestos, mantenernos constantes en el tiempo y decir siguiendo cosas que sean válidas.

Un ejemplo perfecto de la vigencia de vuestros mensajes es Gran Pantalla, vuestro anterior disco. Un álbum que acaba de cumplir dos años y trata las problemáticas relacionadas con la dependencia a ciertos elementos tecnológicos, como las redes sociales. Algo que ha aumentado a raíz de la pandemia.

J: En el momento en el que nos vimos abocados a un encierro, a estar aislados del resto de personas, simplemente el canal de conexión con el resto se suscribió a algún tipo de dispositivo. Si nuestra manera de consumir cultura solo se suscribe en ámbitos tecnológicos, es cuando esa dependencia se acelera.

Al final, los dispositivos tecnológicos, en ese sentido, pueden sustituir a otros dispositivos culturales como canales de difusión. Son los que dotan de sentido a la comunicación interpersonal. En el momento en el que no podemos salir a la calle a interactuar con otros individuos, esa dependencia se convierte en un monolito, en un productor de sentido. Únicamente podemos remitirnos al dispositivo para encontrar esa válvula de escape o conexión con los demás. Algo que cada vez va a más.

Bremen no Existe, está más ligado al futuro desolador que nos espera, muy relacionado con la precariedad asfixiante que sufrimos los jóvenes en prácticamente todas nuestras cuestiones vitales. ¿Cuáles serían los puntos fuertes de este disco?

J: Hay varios. Es un disco que intenta establecer un diálogo intergeneracional. Por un lado, miramos al pasado y nos centramos en el presente. Por otro lado, apuntamos al futuro. Lo que queremos es que se sienta representado en este trabajo nuestra generación, pero también pueda llegar a la anterior y a la posterior.

Hay un cierto desencanto o falta de ilusión por la idea de futuro, una construcción ideal que hemos tenido de nuestro porvenir que no termina de materializarse. Este disco es fruto de ese choque, de lo que esperábamos y de lo que verdaderamente tenemos, de una realidad que no se esperaba.

Uno de los grandes problemas culturales que veo es que ya no se piensan en utopías, en futuros mejores. Si nos fijamos en las series o los libros publicados, todos tratan sobre las distopías. Nadie observa el futuro como algo bueno. Esto es un problema, si todos los elementos culturales representan el futuro con una visión negativa, esto retroalimenta nuestro pensamiento.

A: Total, no se puede explicar mejor.

A nivel vital ocurre lo mismo. Por ejemplo, no digas más joder, no sé. Este disco no solo va de cambiar el mundo, sino de cosas más mundanas como salir a la calle, quedar con tus colegas. Cada vez más personas tienen depresión, ansiedad, malestar general. Todo el mundo está con las dichosas pantallas, hay personas que hacen directos de Twitch de catorce horas … Hay que salir a la calle.

 

Aun así, este trabajo no cae en el nihilismo, en la nostalgia, en un pensamiento derrotista. Como dice vuestra canción, «Madrid nos pertenece»: Aún quedan torres por caer. Vienen tiempos nuevos y salvajes.

J: Esa dualidad era importante mantenerla, por eso decimos que nos centramos en el presente. Hay que tener ciertas dosis de idealismo para poder tener un discurso realista. Hay que transitar el presente, hay que soportar el presente, tenemos que ser un poco estoicos.

A: No queríamos que el disco tomará una deriva pesimista o decadente. Sabemos que esto es algo muy Biznaga, pero también somos gente que queremos que las cosas cambien, queremos mejorar como sociedad y tenemos que pelear las cosas. Los rayos de luz van por ese camino. Aunque a veces tengas la sensación de que no hay nada que hacer … Joder, tenemos que levantarnos.

Estamos viendo una reactivación del sector cultural de este país. ¿Creéis que podemos vivir una revolución cultural en estos próximos años?

J: Aquí me muestro un poco más negativo, yo pienso que no. Opino que la revolución no va a ser cultural, más bien tecnológica y la cultura va a ser un brazo más, un canal más. Esto no quita para que culturalmente los artefactos, los productos nos puedan llenar y dar sentido a la vida que vivimos, pero no va a poner todo patas arriba como hizo la música de los sesenta.

Es un debate interesante en el que tampoco tengo una idea fija. Es cierto que siempre que hemos sufrido grandes crisis, el elemento cultural ha sido algo fundamental como respuesta. El problema que veo es que el sistema capitalista, en su vertiente consumista, está en uno de sus máximos apogeos. Es más sencillo que todos los cambios que puedan darse sean, o bien sean creados por el propio sistema, o bien asimilados por él.

J: Es un debate interesantísimo. ¿Cuál es la estrategia?, nosotros tampoco lo sabemos. Puede pasar por generar un movimiento periférico que nada tenga que ver con lo mercantil para poder transmitir mensajes que no estén totalmente integrados en el sistema o también por aprovechar nuestra posición dentro del mercado para acudir a algún tipo de acontecimiento y desde ahí generar algún impacto ….

A: El monstruo en estos momentos es demasiado grande.

 

Vuestra canción “Contra mi generación” va bastante por esta línea.

J: Es una especie de carta de amor/odio a un colectivo de gente. Se trata de una especie de ajuste de cuentas, pero deja la puerta abierta para hacer todo lo que todavía no hemos podido hacer como generación. Puede que las cosas estén jodidas, pero en cualquier asidero podemos reconducir nuestras vidas.

Como letrista cuidas mucho cada una de las palabras que utilizas en tus canciones. ¿Cuál ha sido Jorge la canción que más te ha costado escribir?

J: Sin duda alguna ha sido el tema “Una historia de fantasmas”, la canción que cierra el disco. Fue la primera que empecé a escribir y la última que salió. Si te enseño el borrador flipas, es un Word de treinta páginas.

Ha sido todo un placer poder hablar con vosotros. Por último, ¿Qué significa para vosotros la música?

A: Una energía. Poder tener la capacidad de ser de muchas maneras diferentes.

J: Para mí es un vehículo creativo. Como músico, una forma de transmitir sentimientos negativos en algo positivo. Como oyente, un foco de cultura, de ánimo y de euforia.

Escucha ‘Bremen no Existe’ de Biznaga

Foto: Carmen Morago

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