Especial: 20 años de Sequentialee de Tarik y la Fábrica de Colores
Por más que uno se empeñe, no puede cambiar las cosas. Hay discos que aunque pienses que deberían ser patrimonio de la humanidad, son cosa tuya y de un más bien reducido círculo de gente igual de friki que tú. Pasa con discos anglosajones que son considerados clásicos malditos, pero cuando la cosa se reduce a pop de corte tradicional y, subiendo la apuesta, a pop cantado en castellano, ni eso. Ahí está, por ejemplo, Sin Ver El Sol (1998), de Los Brujos de Miguel Ángel Villanueva, perfectísima demostración de cómo un compositor del levante español puede llevar a su terreno el influjo de las exquisiteces procedentes de Inglaterra o Estados Unidos y hacer uno de los mejores discos cantados en su lengua.
Y esto pasa también con el disco que nos ocupa. Un disco aparecido ya en este siglo, en 2005, que cumple ahora, por tanto, 20 años, y cuyo título es Sequentialee, igual que el nombre del estudio en que se grabó. Era el tercer álbum acreditado a Tarik y la Fábrica de Colores, o lo que es lo mismo, Álvaro Muñoz, iconoclasta y elegante músico cordobés que en aquella época venía de vivir y trabajar nada menos que en el sello Acid Jazz de Eddie Piller en Londres.
Aunque los inicios de Tarik fueron tendentes al post-punk, fue transitando poco a poco hacia una querencia al pop clásico de mejor factura, de la mano de Ray Davies, Pete Dello, David Bowie, Graham Nash, Burt Bacharach, Gainsbourg o Elvis Costello. Y, de una forma parecida a como lo hizo el citado Miguel Ángel Villanueva, los fue trayendo a su propia idiosincrasia. Dejando testimonio en nuestro país de una forma de hacer las cosas muy especial. Quizá sea por eso que este disco, editado en su día por la prestigiosa Mushroom Pillow, sea recordado con cariño por cierta gente, hasta el punto de considerarlo uno de sus discos favoritos.
Y quizás por eso su autor ha pensado que estos 20 años de perspectiva son un buen motivo de celebración. Por eso se ha liado la manta a la cabeza y, aunque no se prodiga mucho, va a dar unos cuantos conciertos, el próximo en la sala Fotomatón de Madrid este jueves 22 de mayo de 2025.
El propio Álvaro nos confiesa que fue su amiga Ana Naranjo (Linda Mirada) quien le convenció de hacerlo, puesto que “La verdad, es un disco que se recuerda con mucho cariño por los seguidores de Tarik y la Fábrica de Colores. Como buen padre, yo diría que lo quiero tanto como a los demás, pero reconozco que fue un punto de inflexión en mi carrera, por coincidir con la época en que me instalé definitivamente en Madrid y con aquel nuevo contrato discográfico en Mushroom Pillow”.
Y es que todo, desde la portada tan elegante, hasta esas 11 canciones como soles, mostraban al mundo a un creador que al fin había logrado la cuadratura de su círculo: “Por aquella época estaba escuchando obsesivamente discos como Sunflower o Surf’s Up de los Beach Boys. Creo que esa música me pudo influir bastante a la hora de componer y arreglar mis temas. Tenía varias maquetas, grabadas con mi ordenador y una caja de ritmos, que iba regalando a mis amigos. Uno de ellos, Eric Jiménez (Los Planetas, Lagartija Nick), me dijo que quería formar parte de aquella aventura. Recuerdo perfectamente sus palabras en una conversación por teléfono: Esas canciones, si no las toco yo, que sea tu caja de ritmos, pero no otra batería. Luego vino el interés de Mushroom Pillow y, a partir de ahí, ya fui dando forma a la banda.
Se grabó todo en el estudio de Pedro Cantudo (Jubilee) e intervino Eric a la batería, junto a gente de Jubilee, Limousine o Underwater Tea Party, logrando un sonido muy compacto, elegante y atemporal. Hoy se escucha como el primer día, sin que el tiempo lo haya dañado lo más mínimo. Eso es porque se hizo con mimo y gusto, el que requerían unas canciones perfectamente ensambladas que aquí daban forma a un conjunto sólido como pocos.
Está cantado mayoritariamente en castellano, que es sin duda un punto fuerte aquí, puesto que en su época todavía no era tan frecuente en la música independiente, pero hay ciertos momentos en que las canciones pedían el inglés y su autor las dejó respirar así. El paquete en castellano, no obstante, resulta ganador con dianas infalibles como “A balón parado” (¿existe mejor título para empezar un disco?), “Porque es domingo” o “Vengan los amantes”, pero las cantadas en guiri no andan mancas: “Wasted song” o la elegantísima “I forgot the lyrics” ni desentonan con el resto, ni le hacen perder su lógica secuencia.
Incluso Álvaro se permitió la licencia de versionar un clasicazo del tamaño del “Cinnamon girl”, de Neil Young. “Es un tema que me gusta mucho. Tiene un solo y guitarra de una sola nota, algo que sólo se le podía ocurrir y salirle bien a un genio como Neil Young. Mucha gente ve a Neil Young como una especie de granjero loco que hace música tosca a base de matraca guitarrera, pero sus canciones tienen una sensibilidad compositiva extraordinaria, unos acordes de los que he aprendido mucho”.
Un gusto excelente, el de este hombre, que no le valió, sin embargo, el favor de un público que por ejemplo sí que estaba pendiente de otros artistas de su sello como el gallego DeLuxe, con el que a veces se le compara. Y eso que la promoción del sello no falló, pero la cosa con la banda era algo caótica y aunque les dio para hacer otro disco juntos -”El hueso y la carne” (2007)-, se acabaron disolviendo sin dejar demasiado rastro.
Teniendo en cuenta esto, es toda una gran noticia que esto se celebre con una minigira, que ya tuvo parada en Granada hace un par de meses con gran éxito y que ahora recalará en Madrid (Fotomatón, como dijimos) y otras ciudades, aún por confirmar. Algo que, esperamos, otorgue la importancia debida a un disco de una perfección compositiva y de producción pocas veces vista en territorio español, aunque su autor es más modesto: “para mí ya es importante el hecho de que el disco saliera como estaba previsto, y que esas canciones todavía se recuerden y resistan el paso de los años. Antes de publicar, siempre me aseguro de que todo esté bien, porque, independientemente del éxito medido en términos de ejemplares vendidos, una obra publicada es imborrable y queda para la historia”. Sabias palabras y bendita resurrección, que esperemos que no se quede sólo en unos conciertos, saque al fin a Alvaro Tarik de su letargo y vuelva a hacer algo parecido a esto. Él puede. Y nosotros, aunque seamos pocos, lo aplaudiremos a manos llenas.
Toma nota:
Tarik y la Fábrica de Colores
22 de mayo
Fotomatón Bar
Entradas desde 10 € en este enlace (12€ en puerta)