Imagine Dragons – Palacio de Vistalegre (Madrid)

Lo curioso de la vida, es que puede cambiar radicalmente de la noche a la mañana. Un día estás tocando versiones de tus cantantes favoritos en casinos de Nevada y al poco tiempo, pasas a vender millones de copias de tu último disco. Y más llamativo es aún, la causa por la que ésto sucede. A veces la mecha se enciende simplemente con un disco, canción, buena producción, o incluso las tres cosas a la vez.
Imagine Dragons presentó el pasado 7 de diciembre su último y único trabajo Night Visions, con un rotundo directo en Madrid que no dejó indiferente a nadie. Además, el cambio de recinto, de sala a pabellón, dejaba entrever las ganas del público por comprobar su novedoso sonido en directo.
Comenzaron muy enérgicos con «Round and Round», salvando la dañina acústica del recinto, que hacía retumbar los bajos y ocultaba la voz principal de Dan Reynolds.


Combinaron canciones como «Amsterdam», «Tip toe», «Hear me», con numerosas muestras de agradecimiento: hablando castellano, recogiendo los regalos de los fans, lanzándoles agua como si fuera bendita, etc. Por su parte el público no les defraudó y entonaron todas las canciones de principio a fin. El buenrrollismo llegó en la última parte de «Nothing Left to Say/Rocks» con un sonido que recordaba por momentos a Crystal Fighters, para pasar a una versión del «Song 2» de Blur, a mi parecer, bastante fuera de contexto.

El pabellón se iluminó con los móviles de muchos de los asistentes con «30 lives», dedicada a Tyler Robinson y a la lucha contra el cáncer. Después de un solo del bajista, sonó «Demonds» que anticipaba el primer momento patriótico de la noche, con la bandera de España abrazando el bombo en mitad del escenario. Dos de las canciones más esperadas, «On the top of the world» y «Radioactive», sonaron antes de que el grupo abandonara el escenario llevando a la gente a la locura (croquetas por el suelo y corros de la patata incluidos).
Los chicos de Las Vegas sorprendieron con un bis compuesto por dos canciones y rematando la faena con otro momento patriótico, entonando el himno de nuestro país con sus últimos acordes.
Aunque por momentos, el concierto me pareció demasiado ruido para tan pocas nueces, hay que reconocer que animaron, divirtieron y gustaron a la mayoría del público y al final, es de eso de lo que se trata.
 
 

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