Lonely Joe – The Dark Ghost Of Shame (Junk Records)

Tengo la costumbre de nunca empezar un disco que no conozco por la primera canción así que puse la segunda, «Rosalia´s Polka» y 10 segundos después pensé: «¡Coño, Elvis sigue vivo!». Después de tan absurda primera impresión seguí escuchando el disco y empezaron a venirme más y más referencias a la cabeza. Recordé que hace un par de años un tío que conocí en Barcelona me había hablado de Calexico y me dejó uno de sus discos. La típica situación de «escucha esto que seguro que te gustará». Luego lo oyes, te deja más o menos indiferente y no sabes cómo decírselo al que te lo dejó ( por supuesto acabas diciéndole que te ha encantado). También me vinieron a la cabeza gente como Neil Diamond, Dean Martin, Leonard Cohen, las bandas sonoras de Quentin Tarantino, los fados portugueses, los ritmos andaluzes… en fin, una confusa amalgama de influencias que no me desagradan pero que, desde luego, no son lo que yo suelo escuchar. Llegado ese punto decidí poner el disco en el coche para irme acostumbrando un poco a él ya que no se me ocurría la manera de hacer una crítica decente de un disco que todavía me dejaba desubicado.

Al día siguiente, desde mi habitación, oigo la voz de mi padre cantando: «Who´ll ever love you like I do» y enseguida reconozco la canción y voy a preguntarle. Me dice que ha escuchado el disco que he puesto en el coche y que le encanta. Yo tengo a mi padre como alguien con buen gusto musical porque de joven era batería en un grupo, y a sus 60 años escucha Eddie Cochran, Boston, Leonard Cohen, Ten Years After y discos míos de Metallica, Pearl Jam o incluso Tool (lo juro), así que decido hacer una escucha intensiva del disco, convencido de que no lo he apreciado como debiera. Y, en efecto, es en esta escucha más calmada y atenta en la que me doy cuenta de que The dark ghost of shame es un disco muy bueno, lleno de influencias dispares que mezclan lo anglosajón y lo hispano con muy buen gusto, muy valiente y, sobre todo, un disco muy íntimo y sentido cubierto por esa especie de melancolía vital a modo de manto de seda negra tan característica del blues.

El disco habla principalmente del desamor desde el punto de vista del hombre abandonado y perdido entre la guitarra acústica y el vaso de Jack Daniels y, en sus canciones, se encuentran infinidad de sonidos diversos y bonitas melodías. Así, hay sitio para la polka desgarrada («Rosalia´s Polka»), las castañuelas («The dark ghost of shame»), las palmas y voces flamencas («The everlasting game»), el tex mex acelerado («Norwegian girl»), lo instrumental («Hidden sadness»), los violines y el piano («Circle») y la armónica («No tomorrow»), todo ello entrelazado con un hilo conductor compuesto por la «slide guitar» y por una profundísima voz de auténtico «crooner». A todo esto, por si a alguien le interesa, detrás del seudónimo Lonely Joe se esconde J. Pérez Orive, un madrileño de 29 años criado y residente en Nueva York, dato que ayuda un poco a entender el sonido de este .

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