Lord Huron – Strange trails ([PIAS])

Parece ser que Ben Schneider, natural de Michigan pero emigrado a Los Angeles, encontró la inspiración para crear su proyecto Lord Huron durante un viaje a su tierra natal para pasar un tiempo con su familia. Efectivamente hay algo romántico en ese regreso a la naturaleza del urbanita forzoso, en la ralentización del ritmo vital que se produce al cambiar las prisas por la tranquilidad, las calles abarrotadas por los espacios abiertos, los horarios rígidos por la dilatación del tiempo. En ese ambiente uno siente una liberación mental que, lamentablemente, suele desaparecer a las pocas horas de volver a la rutina. Para poder aferrarse a esa sensación, Schneider creó a su álter ego musical y se convirtió en un contador de historias, vocación que quedó plasmada en un primer álbum, apropiadamente llamado Lonesome Dreams (IamSound, 2012), y que ahora encuentra su continuación en Strange Trails (IamSound / PIAS, 2015).

Unas historias la que cuenta Lord Huron que, como casi todas las de la America profunda y salvaje, laten a ritmo de folk, de country, de rock o de una mezcla de todo ello. Canciones que suenan a un Springsteen a medio camino entre la crudeza desnuda de Nebraska y la introspectiva sofisticación de Tunnel of Love, unos límites estilísticos que bien podrían estar representados por «Love like ghosts» y «Meet me in the woods», respectivamente. Se trata de un sonido ampliamente extendido hoy en día, que cuenta con muchos adeptos y representantes como Fleet Foxes o My Morning Jacket, con cuyos cantantes se suele comparar a Ben Schneider principalmente por esa ligera reverberación y ese eco lejano que todos ellos suelen aplicar a sus voces, dando a sus canciones un poder evocador, nostálgico, que parece reivindicar la pureza de la naturaleza y de lo añejo.

Historias y paisajes, es lo que podemos encontrar en este segundo álbum de Lord Huron. Paisajes conceptuales, visuales y sonoros. Todo, desde los títulos de canciones como «Dead man´s hand» o «The yawning grave» hasta la ambientación vaquera de «The world ender» o «La belle fleur sauvage», está pensado para contribuir a realizar una apología de esa América entre las Rocosas y los Apalaches tan mítica como idealizada, tan inescrutable como extensamente narrada en miles de canciones a lo largo de toda la historia de la música popular.

 

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