Low – The Invisible Way (Sub Pop Records)

Con The Invisible Way son ya diez los discos que, en casi dos décadas, contemplan la curtida existencia de Low. Pocas sorpresas nos pueden dar más allá de hacer algo mediocre; lo que, por otro lado, tampoco se ha producido en esta ocasión. Otra vez será, pero que sea tarde y nos pille quemando libros y otros productos culturales para calentarnos los cuerpos mientras la noche eterna se cierne sobre nuestra civilización.

Producido por Jeff Tweedy en The Loft, el estudio que regenta el propio cantante de Wilco en Chicago, The Invisible Way es otra colección de canciones esculpidas a golpe de cincel en un amorfo pedazo de alabastro más brillante que el sol. Es lo que les faltaba a los paisanos de Dylan para terminar de alcanzar el punto G del alma con la yema de sus dedos; el ambiente distendido y las amplias posibilidades instrumentales (ojo al papel del piano) que ofrece Casa Wilco parecen haber sido las principales razones por las que el último trabajo de Low tiene más luces que sombras.

Los algo más de 40 minutos que dura el nuevo disco de Sparhawk, Parker y Garrington son, más que nunca, un paseo por el bosque que, salvo cierta tenebrosidad eléctrica en su penúltimo requiebro («On my own»), está más iluminado que la catedral de Saint Paul un domingo de agosto. De hecho, quizá sea la presencia de Mimi Parker como protagonista (hasta en cinco canciones), pero The Invisible Way tiene cierto cariz eclesiástico y celestial: «So blue», «To our knees» y, sobre todo, «Just make it stop» se puede escuchar mientras miras a través de un colorido rosetón del siglo XV. Pero la parcela de Sparhawk tampoco se libra de esa redentora paz que embarga al disco: la citada «On my own», «Amethyst» y «Clarence White» (guitarrista de los Byrds, entre otros), sólo ligeramente, escapan a esa armonía extracorpórea generalizada que, con la parabólica «Plastic cup» o la obsequiosa «Mother», tiene momentos de exceso.

Con todo, el regreso de Low dos años después de C´mon resulta ser otro muy buen disco, más doloroso por bonito que por doloroso en sí.

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