Muse + Editors + The Big Pink – Estadio Vicente Calderón (Madrid)

Bajo un cielo cubierto que amenazaba lluvia, y con pocos oídos atentos, comenzaban el dúo The Big Pink sorprendiendo a más de un despistado con canciones de su álbum de debut, A brief history of love, todas ellas cargadas de sentimentalismo y distorsiones, como demostraron a través de “Velvet”, “Dominos” o “Tonight” que sin duda dejaron al público con muchas ganas de más. Destacando como estrella de la noche, en el breve pero intenso concierto de los londinenses, “Cristal Visions”, balada con la que abren su único álbum.  Está claro que ser telonero no es algo fácil y menos en un escenario tan amplio, pero sin duda que a más de uno no se le olvidará el nombre de éstos, The Big Pink,  una banda a tener muy en cuenta.
Después de media hora y mientras  el Calderón empezaba a llenarse, saltaron Tom Smith (líder  y vocalista de Editors), y los suyos, dispuestos a comerse a la gente allí presente comenzando con el clásico “hola Madrid”, que siempre obtiene como respuesta, una sonrisa y una cálida ovación por parte del respetable. Tras el saludo inicial, no hubo tiempo para más charlas, y sin descanso interpretaron “Bricks and Mortar”, “Bones” y “An End Has a Star”, canciones fuertes y directas, pero que no consiguieron caldear el ambiente. Y es que eso no sucedió hasta que comenzaron a sonar los primeros acordes de “Somokers Outside de Hospital Doors”, que con un sonido inmejorable, y con una interpretación más que buena, se metieron definitivamente al público en el bolsillo. La gente se iba agolpando en “Eat raw meat” y terminó por hacerlo en la recta final, cargada de viejas canciones como “Bullets”,”Munich” y “Racing Rats”, preferidas por la gente y recibidas con brazos levantados y fuertes aplausos.  Tras tres cuartos de hora de buena música, los de Birmingan se despidieron interpretando “Papillon”, uno de los éxitos de su último disco In this Light and on this evening, y dejando claro, que más de uno repetirá en los varios conciertos que la banda dará este verano por nuestro país.

Acababa Editors y el estadio seguía acogiendo a la marabunta de gente, que incluso había hecho noche en las filas del estadio, y que no era consciente de que estaba a punto de presenciar un show que sin duda pasará a la historia, pues no muchos se atreven a hacer lo que el miércoles por la noche hizo Muse.

A las 22:17 aparecían en el escenario decenas de personas agitando banderas rojas con balones de fútbol, mientras de fondo sonaban vuvuzelas como si de una grupo de hooligans  se tratase. De esta forma introducían “Uprising”, mientras todos los allí presentes botaban y se hacían “victoriosos” con el más que sorprendente comienzo, mientras el trío desfilaba por el escenario es esta ocasión con traje plata para Bellamy, y blanco para Christopher y Dominic (bajo y batería respectivamente).

Continuaron con “Super Massive Black Hole” (una de las canciones preferidas de los nuevos adeptos al grupo y parte de la banda sonora de la saga crepúsculo), “New Born”, clásico de los directos de Muse, y “Map of Problematiqué”. Un comienzo que no contó con un sonido todo lo brillante que podía haber sido, pero que muy poco parecía importar entre el gentío, más impresionado casi por lo que veía que por lo que oía. Pasaron después a una parte del concierto protagonizada por canciones mas lentas como “Neutron Star Collition (Love is Foreveer)”, (pastelazo hecho para la saga de los vampiros, que se podían haber ahorrado), “Guiding Light”, “Nishe” y “United States of Eurasia”. Un fortísimo bajón de intensidad, que ni “Bliss” (elegida por los fans en la web, para ser interpretada), ni “Hysteria” pudieron salvar de este bajón más propio de banda sonora de película romanticona que de concierto de Muse.

Y cuando la gente se impacientaba,(“pero ¿cuándo empieza el show?” decían algunas voces), que era lo que muchos habían ido a ver, batería y bajista montados en una plataforma futurista ascendían interpretando “MK Jam”, creando máxima expectación, subiendo mas tarde Matt Bellamy para tocar junto a ellos “Undiscloses Desires”. Pese a todo, parecía que no iba a llegar nunca el momento de sacar los viejos tesoros que tienen en su repertorio, esas canciones potentes llenas de sonidos penetrantes, ante las que nadie puede quedar impasible. Pues bien, éstas ni llegaron en la recta final del concierto protagonizado por “Starlight” o “Time is Runnnig Out”, ni en el primer bis de la banda, en el cual prosiguieron con su show (y no con su concierto), en esta ocaión cambiando las plataformas por un platillo volante del cual aparecía una mujer a modo de extraterrestre moviéndose cual bailarina a la vez que sonaba “Exogenesis: symphony, part 1”. Fue en el segundo bis, y mientras muchos asistentes comenzaban a abandonar el estadio, por desconocimiento o por darse por satisfechos del espectáculo que habían presenciado, cuando los de Devon, prendieron la traca final, que no podía acabar de otra forma que con “Plug in Baby” y con “Knights of Cydonia” previa intro de Chris a la armónica que dejó un regusto afrutado el la boca de muchos, después de algunos malos tragos.

Aún recuerdo cuando asistí a mi primer concierto de Muse hace cuatro años, cuando aún eran una banda joven, que transmitía energía, en la que cada canción te ponía los pelos de punta y donde lo verdaderamente importante era el sonido de sus guitarras y no los platillos volantes. El concierto del Calderón fue un verdadero espectáculo de luces, no tanto de sonido (desgraciadamente a penas se pudo escuchar el increíble bajo de Christopher) y del que por segunda vez en menos de siete meses dejaron la sensación de haberse convertido en una banda cada vez mas enfocada a las grandes producciones (incluso cinematográficas de las que, por cierto, asistieron gran numero de fans) y menos dirigida a los amantes de los orígenes de su música, mucho mas oscura, quizá mas difícil, pero también con mucho mas encanto.

Sinceramente, pese a que no puedo decir que nunca volveré a un concierto de Muse, sí que puedo decir que no asistiré nunca, a uno como los de antes.

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