Música Blues: la frontera entre dos mundos

En 1920 se han cumplido 100 años de la primera grabación de blues realizada por una persona de color y también de la primera realizada por una mujer. En los dos casos hablamos de la misma persona: Mamie Smith. Su «Crazy blues» fue además la primera grabación de blues en alcanzar un éxito relativamente masivo, y desde entonces el interés en los cantantes negros, a los que hasta entonces no se les permitía grabar (W.C. Handy, considerado «el padre del blues», recurría a cantantes blancos para que grabaran sus canciones), empezó a dispararse. El resto es historia, y la recordamos con este artículo cedido por Óscar Quintana sobre los orígenes del blues, cómo marcó la diferencia entre dos eras musicales y de qué forma influyó para que hoy en día tengamos multitud de estilos derivados de aquel género.

 


En la actualidad se puede ver de manera clara cuál es la división de la música en occidente con solo preguntar a oyentes de música sin ningún tipo de estudios de musicales o historiográficos. Quienes nos hemos dedicado alguna vez a enseñar música a jóvenes alumnos hemos podido ver cómo desde temprana edad la dividimos en dos grupos: al primero de ellos casi siempre se le llama música “normal” mientras que al otro se le dan nombres como música “relajada”, “tranquila”, “de viejos” o incluso “aburrida”. Cualquier lector se imaginará cuáles son estos grupos: el primero es la música que llamamos moderna y el segundo es de aquella que llamamos clásica. Pero, ¿por qué una distinción tan marcada? ¿De dónde viene?

Para encontrar la respuesta tenemos que remontarnos a finales del Siglo XIX, en pleno auge de la economía estadounidense, con la consideración de este recién nacido país como el lugar del que vendrá el futuro, en oposición a Europa, conocida como el viejo continente, asolada por epidemias como la del cólera y hambrunas masivas como la de Irlanda. La crisis en Europa llevó a sus habitantes a emigrar a Norteamérica, donde se agrupaban en colonias locales. Sin embargo, no eran de europeos las únicas colonias: con la esclavitud aún vigente, millones de personas procedentes de África eran importadas en pésimas condiciones que se mantuvieron hasta mucho después de la abolición de la esclavitud. Esclavos africanos con músicas propias de sus tribus, de sonidos totalmente desconocidas para el oído occidental eran obligados a adquirir ciertos hábitos de música religiosa europea en el proceso de evangelización, lo que sumado a la mezcla de estos con los inmigrantes europeos, ambos colectivos trabajando en las obras de la incipiente red ferroviaria, generó una amalgama de estilos, conocimientos, ritmos y melodías cantadas durante el trabajo generando lo que posteriormente se convertiría en el blues.

 

Con el paso del tiempo se fueron creando variaciones de instrumentos conocidos a partir de desperdicios: un par de latas, palos viejos y algún alambre podían convertirse en una fantástica (aunque rudimentaria) guitarra. Una vez adquirido el conocimiento de fabricación de instrumentos, las melodías de los cantos africanos necesitaban una armonía acorde a ellos que solo podía provenir de técnicas europeas (ya que en la música tradicional africana no juega papel importante la armonía sino el ritmo), pero ninguna de las escalas utilizadas en el viejo mundo servía para acomodar en ella unos sonidos tan disonantes. En cada escala había un único acorde sobre el cual sonasen bien los cantos tribales: el acorde de dominante. Por ello se decidió extender el uso de esta armonía y construir continuamente acordes dominantes sobre distintas notas, resultando una sucesión de acordes dominantes que no encajaban en ningún libro de texto de música occidental: se había creado un nuevo paradigma musical. Quedaba por solventar la cuestión del ritmo, necesario para poder cantar en grupo acompañados por instrumentos, por lo que se desarrolló el compás de 12/8, que (de forma nada casual) recuerda al traqueteo del tren en cuyas vías trabajaban día y noche los nuevos músicos.

 

A partir de entonces se crean estructuras de 8, 12 o 16 compases que van consolidando el blues, ampliamente aceptado entre la población afroamericana y posteriormente entre el público blanco. Cientos de artistas utilizan su música para reivindicar en los primeros clubes la igualdad de derechos con los blancos, que finalmente se acaban sumando a su propuesta musical pese a haber sido reacios en un principio. De ahí que el blues no tenga solo una gran importancia artística, sino también social. De entre todos los intérpretes surgen distintas variaciones en la técnica, derivando el blues hacia estilos más complejos, melódicos e improvisados que resultarían en el jazz, y otros más rápidos y ruidosos que acabarían dando lugar al rock. De estos subestilos se fueron desprendiendo otros nuevos, creando la gran variedad de géneros actuales, que una y otra vez vuelven a mezclarse entre sí para generar unos nuevos.

 

Es aquí, con la aparición del blues donde ponemos la frontera entre la música clásica, académica, “aburrida” o “de viejos” y la música “normal”, la actual, aquella que escuchamos a diario en películas, anuncios, radios y televisiones. Es aquí, con la aparición del blues donde llegamos a apreciar la importantísima tarea que hicieron los trabajadores inmigrantes y esclavos con sus lamentos en las largas jornadas de trabajo, donde comenzamos a agradecer la dedicación de esas familias enteras reunidas a cantar junto a la hoguera, que supieron convertir un aparente desconocimiento en un cambio de paradigma musical y en una auténtica revolución cultural.

 

 

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