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Parade – La Deriva Sentimental (Jabalina)

¡Qué emoción! Sí, que sensación de júbilo me embarga con cada nueva entrega de los Parade de Antonio Galvañ. Para mí es como un Burt Bacharach que habita en una lejana galaxia. Una dimensión paralela en la que las banderas se izan solo cuando un acorde hermoso acaricia el aire Desde ese espacio indefinido, en donde las coordenadas que rigen nuestra mundanal existencia se difuminaron hace tiempo, el de Yecla insiste en hacernos un poco mejor personas, y por eso vuelve a emitir señales de (meta)vida. Son tiempos duros, debe pensar este Antonio mutante. No lo busquen, porque nunca bajará de ese territorio imaginario cuya cartografía es pura imaginación, aunque cada nota que se le escapa la recogemos como un manjar de dioses.

Desde su laboratorio mágico nos llega por mensajería urgente interestelar este excelso La Deriva Sentimental (Jabalina, 2019). Un trabajo de una trascendencia melódica y lírica tan enorme que cada vez que ruedan sus surcos se me eriza la piel y alguna lágrima de felicidad entela mi mirada miope . Me vienen a la cabeza unos versos de Gloria Fuertes que se encierran en su precioso poema Encuesta Séptima: “Gloria, ¿crees en el amor?/ Sí/¿Crees en el amor?/…en el amor-amor, sí/¿Crees en la fidelidad?/No. Un no rotundo/¿Crees que hay extraterrestres?/Claro”. Gloria era muy sabia.

Acompañado por voces amigas que han tenido la suerte de visitar a Parade en su fortaleza particular, aquí tenemos reunidas once canciones que parecen su particular jovencito Frankenstein. Teresa Iturroiz arrulla con su voz en “Letras, Canciones, Literatura” y, claro, pienso que perfectamente podía ser un esbozo de canción garabateada por Carole King y finalmente desechada para el Tapestry.

Jaime Cristóbal acompaña a Galvañ a la guitarra, y juntos esculpen en “Esa Música” una nostálgica mirada al pasado, y una oda a la música al ritmo del aterciopelado sonido de los Prefab Sprout del inicio.

Las reverberaciones retrofuturistas de “Ruido De Motor” sirven para que Charlie Mysterio nos dicte un nuevo catecismo futurista (“Yo prefiero socavón con un martillo compresor/Ruido de motor es inspirador”), y seguidamente Las Kasettes en “Por Un Sol Si Do Re Fa” exhuman algún cadáver exquisito con gafas de pasta.

Hay más, muchas historias y misterios aún por resolver: a la estela del buen “Camino” llega el anochecer de la mano sabia de Kiki D’Akí en una gema que ya es un hit imperecedero, y Alberto Montero se (trans)muta en Dusty Springfield en “Contigo En Un Incendio” que desprende un suave aroma a “The Look Of Love”. Suspiro. Tomo aire.

Varios guiños a The Magnetic FIelds: versos de traición que canta Marc Ribera muy a la manera de Carlos Berlanga en “Yo Me Enteré”, y una versión de “Josephine” con apoyo vocal (¡preciosa voz!) de Alondra Bentley.

Lidia Damunt se siente muy a gusto en el papel de “Yoli Pendenciera” y el resultado es un cruce entre Alaska y Dinarama y Jimmy Webb, mientras que ya llegando al final, uno se deleita con una nana vainiquera, “Manzanas Para Dos”, con voz de Teresa (Espanto), una fortaleza de sintetizadores que acorazan el corazón de “Películas” susurrada por Wild Honey, y la aguja crepita al paso de los últimos surcos que ocupan las notas de “Cayendo Hacía El Sol”, una cimbreante melodía que Paco Tamarit borda con su hermoso falsete.

Escucha Parade – La Deriva Sentimental

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