Partido – Leaving All Behind (Warner)

Escuché hablar de los chicos de Partido por primera vez hace alrededor de un año. Sin saber bien por qué, despertaron mi curiosidad desde ese primer momento, así que he recibido su flamante primer disco (al menos comercial, puesto que ya habían tenido una aventura previa fuera del circuito) con especial ilusión y expectación. La espera se ha visto recompensada.

Si me preguntaran qué le falta a la escena musical independiente española diría, sin pensarlo dos veces, que honestidad. Pues bien, aquí tenemos una buena dosis de ella. Y resulta que no lo tenían fácil. No, porque se han decidido a apostar por el inglés en una época en la que cantar en inglés es el recurso fácil de los que no tienen nada interesante que decir y de los que no saben hacer sonar bien su idioma. Un truco de mal gusto. Pero Leaving all behind, que así se llama su flamante estreno, no tiene nada de truco, y menos todavía de mal gusto.

Aquí todo es verdad, y el inglés se justifica cuando te paras a darte cuenta de que desde Barcelona puede salir el folk más profundo y delicado, sutil y sincero, real. Sus canciones son como largos viajes en carretera en los que la voz casi perfecta de Víctor Partido se desliza con la misma cadencia con la que se deslizan los paisajes en uno de esos viajes. Viajes entre desiertos, viajes a solas, viajes acompañado… Y, siempre, extrañamente, aparece la imagen del viaje. No hay que sorprenderse por ello: este es un disco hecho para la ensoñación, que no es otra cosa que una forma de viajar. Un disco para escuchar con los ojos entornados y las orejas de par en par. Un disco para convencerse de que, sí, cantar en inglés habiendo nacido en España puede ser un acto de honestidad: esta gente siente el folk y la tradición americana como ya casi nadie hace. En un acto de superioridad absoluta, se atreven a mezclarlo con el pop, algo en lo que no son los primeros, pero en lo que sí que son de los pocos que salen victoriosos.

La música, desde la acústica hasta la electrónica, perfectamente enredadas la una con la otra, sorprende por su serenidad, por su magnificencia, por sonar como si llevara acaso unas cuantas décadas sonando, sabiendo exactamente qué hacer y cómo hacerlo. Como si naciera sin el menor esfuerzo.

Y, en fin, si quedaba alguna sospecha sobre el contenido lírico de las canciones; si teníamos miedo con encontrarnos al final del vaso, como un poso que sabe mal, con el vacío ese que muchos maquillan recurriendo a un idioma extranjero, todas las pistas tienen un contenido que puede hasta echarte para atrás (del susto, que no del disgusto), pero, permítanme decirlo, la letra de “Bulletin board system” merece ser enmarcada dentro de la auténtica poesía, así que, si el viaje se alarga, creo que la voy a poner en modo bucle.

Mientras, espero, estos chicos seguirán creciendo, seguirán creando, y nos ofrecerán más de lo mismo: más de lo bueno.

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